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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Gabriela Cabaña y el hidrógeno verde: “Lo que se destine a la exportación compite con nuestra soberanía energética”

26 agosto 2022

Socióloga especializada en antropología social y políticas energéticas, analizó desde su perspectiva las consecuencias del desarrollo de hidrógeno verde para nuestro país. En su opinión, existe la creencia de que tenemos abundancia de recursos energéticos, pero para su aprovechamiento se requiere de demasiada infraestructura que podría afectar a las comunidades.

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Gabriela Cabaña Alvear es además socia fundadora del Centro de Análisis Socioambiental (CASA) y estudiante del doctorado en Antropología por la London School of Economics and Political Science. Esta entrevista se realiza con miras a analizar avances y perspectivas de nuestro país sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7 de la Agenda 2030 “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos”. Más de sus opiniones, a continuación.

Consecuencias del desarrollo de hidrógeno verde en la realidad chilena

”Desde las ciencias sociales -que es el punto desde el que investigo esto- es muy importante comenzar con la idea de que las tecnologías son siempre herramientas con repercusiones sociales, por lo tanto es necesario comprender para qué fines se desarrolla, cómo se organizan, quién las administra, quién es dueño o dueña, etc.

En el caso particular del hidrógeno, es interesante porque no es una tecnología verdaderamente nueva, el hidrógeno se conoce hace más de un siglo, es una tecnología muy conocida. El hidrógeno verde es como una coyuntura, un encuentro entre esta perspectiva del abaratamiento de las energías renovables con las que se produce, lo que le da el verde al hidrógeno.

También sirve como vector energético y tiene algunos elementos de versatilidad que lo hacen interesante para ciertas industrias. Cuando empecé a investigar este tema el año 2020, existía cierta noción y algunos sectores industriales como la minería, empezaron a ver si convendría invertir en tener una planta de hidrógeno verde y, por lo tanto, poder abastecerse de combustible hecho a partir de hidrógeno para sus autos.

El hidrógeno verde efectivamente tiene el beneficio de que en el punto de su quema no produce contaminación, pero tiene otros efectos, otros riesgos que en aquel entonces no se sabían, cómo su forma de interactuar con la atmósfera. Lo positivo y lo negativo tiene que considerarse en el contexto específico. En el caso chileno, se está pensando no una estrategia que los privados puedan desarrollar, sino que una estrategia nacional de crear un nuevo sector productivo.

Va a pasar algo parecido a lo que se hizo por muchas décadas, con esta idea de que Chile sea potencia agroalimentaria. Vamos a crear una nueva cosa que se pueda producir en Chile porque tiene mucha tierra, se puede producir barato y se puede exportar a China, en este caso Europa sería el comprador principal.

Eso, a nivel de impacto en la escala territorial, no tanto en las plantas de hidrógeno en sí, hoy no está siendo considerado su efecto sinérgico ni sus efectos macro de las próximas décadas. La única forma de que este proyecto sea viable es que tenga una cierta escala. No nos sirve hacer una industria chiquitita de hidrógeno verde, tiene que ser muy grande para que las economías de escala hagan que sea lo suficientemente barato como para llenar un barco de hidrógeno y exportarlo a Europa.

Sin embargo, la manera en la que se diseñó fue totalmente no democrática. No hubo un proceso de discusión, no emergió de las comunidades, fue una idea que surgió directamente desde los más altos cargos del gobierno. Fue una convicción específica y desde ahí se ha ido intentando permear y convencer hacia abajo, de que esto es una buena idea a nivel de políticas”.

Consideración de las dimensiones sociales y ambientales

”Pienso que es muy importante entender quién se beneficia o a quién beneficia la creación de una industria de exportación de hidrógeno verde. Una perspectiva que se podría tomar, y algunas personas la toman, es decir "usted se instala, exporta hidrógeno a Europa y tiene que pagar unos buenos royalty". Tiene que haber una compensación monetaria.

Eso es una dimensión de la justicia que es válida, pero hay otra que es más sistémica, más holística, y que tiene que ver con cuál es el impacto concreto que esto tiene en los territorios. Cuánta cantidad de gigawatts de energía renovable necesitamos producir, para suplir al hidrógeno verde es de varias escalas de magnitud de lo que hoy existe, y ya tenemos muchísimos conflictos socioambientales por la irrupción de mega parque agrícolas al sur de Chile”.

Eso ya está pasando en proyectos que, supuestamente, nos tienen que ayudar a descarbonizar nuestra propia energía y esto es super importante de verlo, cómo se utiliza el territorio y el espacio que se destinó. El impacto que se tiene en las comunidades y en los ecosistemas vivos. Lo que se destine a la exportación compite directamente con nuestra propia soberanía energética.

Ese es el aspecto más incómodo, porque hoy se está trabajando mucho sobre supuestos de que Chile tiene tanta abundancia que da lo mismo, “producimos y nos sobra”. Hay incluso unos cálculos que dicen que tenemos 80 veces lo que el país usa, pero esos cálculos son falaces, porque sí, hay mucho sol y viento, pero lo que necesitamos para que eso se traduzca en un sistema energético coherente es infraestructura, infraestructura que es muy intensiva en materiales y que daña mucho los suelos.

Las turbinas de viento tienen una vida útil cortísima, por ejemplo. Hay toda una dimensión de la vida útil de estas infraestructuras que las estamos orientando al corto plazo, al mediano plazo, y no realmente al largo plazo, o a construir sistemas más resilientes que a su vez sean más descentralizados y a menor escala. El tema de la escala trae varios problemas de logística y, por lo tanto, también costos a nivel administrativo y de planificación territorial. Al final, terminan empujando la aceptación a las comunidades bajo el timbre de lo verde, con lo cual se deslegitima el disenso”.

Alternativas al hidrógeno y su viabilidad

”Creo que el hidrógeno puede tener un rol, pero me interesaría mucho ver cómo el hidrógeno puede contribuir, o cómo se podría adoptar al uso que hoy hacen en el sur de Chile sobre la leña, ¿serviría para disminuir el uso doméstico? ¿Se podrían hacer sistemas descentralizados, o de menor tamaño en el cual la transmisión no sea un problema? Mi percepción es que no estamos pensando en tecnologías que cumplan esos modelos de gobernanza.

Acá es fundamental el modelo de gobernanza, es todo sobre crear modelos que sean lo más adaptativos y resilientes. Que quizás puedan mezclar distintas fuentes de energía y que no estemos de nuevo orientándonos a crear algo que sea solo empaquetar y enviar a otro lugar.

Más que una alternativa, hay muchas alternativas, pero pienso que deberíamos ver qué es lo que hoy necesitan los territorios, especialmente donde se están abasteciendo de combustibles fósiles y todavía ni siquiera llegan los sistemas eléctricos más formales y cómo desde ahí se puede pensar, desde la pequeña escala, desde lo manejado comunitariamente.

En Chile tenemos mucha experiencia, por ejemplo con los modelos de agua potable rural, que se pueden adaptar a los modelos de manejo de energía. Pero no hay apoyo institucional para eso. En definitiva, no es negocio para nadie, no vamos a crear una industria, lo que vamos a crear es autonomía energética de las comunidades. Obviamente se ve menos como una inversión, pero es una inversión claramente”.

¿Por qué hay países que están apostando fuertemente por el hidrógeno verde?

”Primero, hay que desmitificar algo y es que no es tecnología tan de punta, esto es energía renovable que ya conocemos y esa electricidad va y la hace una planta de hidrólisis. Se trata de un proceso químico muy sencillo, que se puede hacer como experimento en el colegio. No es una cosa que necesite "ciencia de cohete". Es una decisión política sobre dónde vamos a poner los esfuerzos, los incentivos de inversión, a quién le vamos a dar crédito, qué alianzas vamos a hacer, etc.

En esto, Chile ha sido bien claro en que quiere aliarse con Europa para vender a Alemania. Personalmente, pienso que esta ola de expectativas creadas en torno al hidrógeno verde tienen que entenderse como una ola, de muchas olas. Esto pasó en los setenta también. En esa época hubo toda una ola del hidrógeno solar y que íbamos a dejar de depender del petróleo.

Todas estas expectativas han sido falsos despegues. Es lo que pasa con muchas tecnologías porque crean una expectativa de "ahora sí que sí el precio va a ser competitivo". Pero después aparecen las energías fósiles que son más baratas y eso derrumba cualquier esfuerzo.

Diría que es una apuesta muy especulativa que nos lleva a pensar sobre la necesidad de lanzarnos ahora, hacer la inversión con toda la fe para garantizar que podamos comprometernos a tener un precio tan bajo, que el día de mañana nos van a comprar, a pesar de que siga existiendo petróleo y gas en el mercado.

Soy abiertamente crítica de la actual propuesta de hidrógeno verde para Chile, pero también hay mucha reticencia en la misma industria energética. De hecho, la agencia energética internacional cambió el lenguaje y ya no habla de hidrógeno verde, entonces está flexibilizando el entendimiento de lo verde y ahora es, lo hecho con combustibles fósiles y captura de carbono, también se considera como limpio.

Eso cambia completamente, porque es otro precio, es otra infraestructura. También desde la industria la ola de expectativas que hubo el 2020 ya este año se está retrayendo un poco y se está diciendo "bueno, quizás tenemos que hacer algo mezclado, vamos a tener las infraestructuras fósiles". Estas son siempre apuestas y hay gente que desde el principio ha dicho "nosotros no nos vamos a subir a este carro y en verdad no creemos que los números den".

 

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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