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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

La llamada guerra comercial entre Estados Unidos-China y sus repercusiones en Chile

25 julio 2018

Pese a que autoridades reconocen dificultades para nuestra economía, señalan oportunidades para ciertos productos en la industria pesquera, maderera y agropecuaria. De igual manera, la fluctuación del dólar y el precio internacional del cobre se verían afectados ante una intensificación de medidas, tales como el establecimiento de nuevos aranceles por parte del gobierno norteamericano a los productos chinos.

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La llamada guerra comercial entre Estados Unidos y China, pese a encontrarse en una etapa inicial, es consecuencia de una serie de hechos que comenzaron a gestarse a inicios de 2018. Aunque el presidente Donald Trump aduce faltas en el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual, el sector tecnológico estadounidense cuenta con la participación de capitales de riesgo chino. Una revisión de este conflicto, a continuación.

Causas declaradas y profundas de una contradicción que va más allá de lo comercial

Fueron meses de declaraciones cruzadas entre Donald Trump y funcionarios del gobierno chino, para que finalmente el 7 de julio de 2018 se diera inicio a la llamada guerra comercial contra China con la gravación de un 25 por ciento a productos chinos avaluados en 34 mil millones. A esto, se suma la amenaza de imponer un arancel del 10 por ciento a todas las importaciones. Si bien las razones esgrimidas para tales sanciones radican en el supuesto robo de propiedad intelectual estadounidense y el no pago de patentes -principalmente para evitar transferencias tecnológicas injustas- habrían causas más profundas que las aducidas.

Liu Wei, politólogo de la Universidad de Renmin, China, en un artículo publicado en la revista The Diplomat, señala que las acciones comenzaron en enero de 2018 cuando aún el problema de robo de propiedad intelectual no llamaba intensamente la atención, la administración Trump impuso aranceles del 30 por ciento a todos los paneles solares, los que en su mayoría son de fabricación china. Un mes después el Departamento de Comercio estadounidense aplicó medidas antidumping a accesorios de tuberías provenientes del gigante asiático. Algo similar sucedió semanas después con el papel de aluminio. De esta manera, señala el artículo, a partir del mes de marzo la tensión entre las dos economías más grandes del mundo se había intensificado.

Pero ¿cuáles son esas razones profundas que impulsan la guerra comercial? Para Lai Wei la proyección de las industrias tecnológicas identificadas con la iniciativa Made in China 2025 serían una de las motivaciones. En su opinión, tal iniciativa contempla la construcción de 10 centros tecnológicos, estratégicamente ubicados con orientación a desarrollar las redes 5G, la ciberseguridad, herramientas de alta precisión, robótica y tecnología aeroespacial, entre otras. En la actualidad, todas estas áreas son de dominio exclusivo de grandes multinacionales de Occidente.

En esta línea, Juan Nagel, economista y académico de la Universidad de Los Andes, sostiene que en la decisión de Trump pesa el déficit comercial acumulado que tiene Estados Unidos con varios países, pero principalmente con China. Sin embargo, otros actores influyen en sus motivaciones. “Para entender esta actitud sirve saber quiénes son las personas que influyen en el presidente Trump, uno de ellos es un economista llamado Peter Navarro, quien es un profesor de la Universidad de California, autor de libros como Death by China: confronting the Dragon y en ese libro el argumento principal es que el ascenso de China se está haciendo con base en el aprovechamiento de reglas de libre comercio que no cumple. Entonces, hay una visión de que China está haciendo doble trampa en el sistema internacional, apropiándose de propiedad intelectual y mecanismos de producción de los demás países, sin que a cambio ofrezca un mercado realmente abierto”, señaló.

Más aún, para Nagel existirían razones que van más allá de lo estrictamente comercial. “Peter Navarro anuncia varios argumentos geopolíticos, las personas que rodean a Trump no ven este tema comercial como un asunto económico, sino también geopolítico. Por este hecho nos habla del ascenso de China en el plano tecnológico, en lo militar y en términos de influencia sobre los demás países, principalmente en el tercer mundo. Esto a Trump le importa mucho, sobre todo porque le debe su presidencia a poblaciones en los estados industriales o manufactureros, que en los últimos años han sufrido mucho a causa del comercio internacional, o no han sabido adaptarse al nuevo modelo económico mundial”, agregó.

Consecuencias inmediatas

El superávit comercial de China al que alude Juan Nagel, sería difícil de revertir en el corto plazo, aunque Estados Unidos no ha realizado ningún llamado para que Beijing entregue respuestas. Esto es planteado en un artículo de Anne Stevenson-Yang en Bloomberg, quien sostiene que la administración Trump se empeña en reducir su déficit en cuenta corriente justo cuando la Reserva Federal estadounidense aumenta las tasas de interés. Incluso, esta decisión ha generado angustias en los sectores financieros del gigante asiático, pues el 13 de julio el renminbi llegó a los 6,72 dólares, su precio más bajo en el año.

Esta sensación de pesimismo se evidencia en el hecho que durante 2017 los inverisonistas chinos han estado comprando bonos soberanos bajo la premisa de la estabilidad del renminbi. Sin embargo, frente a la incertidumbre que generan las acciones de Trump, la tendencia se ha revertido a la exportación de bonos, pues en opinión de Stevenson-Yang, la moneda es el signo más visible del deslizamiento de la imagen que China intenta proyectar como una economía brillantemente administrada que no se ve afectada por los vaivenes de la economía global.

Sin embargo, no todo es pérdida para el gigante asiático, pues en EE.UU hay grandes capitales que sostienen importantes proyectos tecnológicos que con esta guerra comercial podrían desaparecer. Uno de ellos es el ZGC Innovation Center, una incubadora de empresas tecnológicas con presencia en Silicon Valley y en Boston -entre Harvard y MIT- que ofrece instalaciones y laboratorios para emprendedores ambiciosos en inteligencia artificial y robótica. Este mega proyecto se sustenta gracias al aporte de Zhonggyancun Development Group, un fondo de capital de riesgo originado en el distrito tecnológico de Beijing.

Según el economista Shawn Donnan en un artículo en Financial Times, entre 2015 y 2017 la participación de entidades chinas en operaciones de capital de riesgo en tecnología, en etapa inicial, en Estados Unidos fue de un 16 por ciento. Más aún, señala que entre 2010 y 2017 el gigante asiático participó en más de 80 financiamientos de proyectos de inteligencia artificial, sumando una recaudación de 1,3 billones de dólares.

No obstante, para Juan Nagel es difícil establecer quién gana o pierde en esta guerra comercial. “Probablemente sea China porque es una amenaza a su modelo de crecimiento, que está dirigido hacia lo tecnológico. Uno de los argumentos de los asesores de Trump es que los chinos se están aprovechando de la propiedad intelectual americana para dejar a Estados Unidos detrás, por lo tanto es precisamente la cooperación tecnológica lo que el gobierno estadounidense ve con mucho recelo. Sin eso el modelo chino tambalea, porque todo el mercado manufacturero está a tope y se busca agregar valor con la incorporación de tecnología”, sostuvo.

Aunque reconoce que en esta dinámica, es difícil determinar si alguna de las dos partes se beneficiaría. “Pueden pasar varias cosas, todavía hay que ver hasta donde llega el alcance de toda esta movida. Hay que recordar que Estados Unidos no depende tanto del comercio internacional como otros países, porque tiene un mercado interno muy robusto, por lo tanto si se está esperando una reacción por parte del gobierno americano que hagan retroceder estas medidas, es poco probable. Por otra parte, podría debilitarse el dólar debido a una disminución de la demanda de los ahorristas chinos de comprar bonos del tesoro americano, por lo tanto podría perder fuerza. Esto afectaría a Chile porque los productos chilenos podrían hacerse más caros”, afirmó.

Percepción y repercusiones en nuestro país

Las repercusiones del conflicto comercial comenzaron a sentirse en nuestro país a comienzos de julio, cuando los precios del cobre tocaron precios mínimos en tres meses. Las razones para esta baja se explicarían por la disminución en la actividad manufacturera en China y, por ende, de las importaciones del metal, pues los inversionistas han dejado de apostar por aquellas empresas que exportan al mercado estadounidense. Esta tendencia es significativa por cuando el gigante asiático representa poco menos de la mitad de la demanda global de cobre, lo que se representa en 24 millones de toneladas.

De hecho, a raíz de los temores ocasionados ante los anuncios de Donald Trump, el sector manufacturero chino comenzó a enfriarse durante el mes de junio, lo que trajo mayores costos de insumos para las empresas y una disminución en las exportaciones. A esto se suma que el precio del dólar está más alto, lo que controla la demanda por materias primas, principalmente para países como China que no operan con dólares. Este círculo vicioso produjo un alza del dólar a mediados de junio de 2018, aunque el cobre registró una baja del 2,39 por ciento en la Bolsa de Metales de Londres (LME).

En la Bolsa de Santiago la situación no ha sido mejor, pues el martes 19 de junio se eliminaron todas las ganancias obtenidas durante el año debido a la contracción de los mercados externos producto de las tensiones comerciales. En la ocasión, el IPSA cedió un 0,23 por ciento y se ubicó en 5.435,08 lo que significa un retroceso a su nivel más bajo desde diciembre de 2017. No obstante, también influyó una contracción del 2,55 por ciento de los papeles de la serie B de SQM, pese a que ocupa el segundo lugar del listado de papeles más transados.

La declaración por parte del presidente estadounidense de poner aranceles a productos chinos llevó a que el ministro de Hacienda Felipe Larraín citara el lunes 23 de julio a los ministros de la cartera económica para abordar su preocupación por el futuro inmediato de los mercados internacionales y los efectos de la guerra comercial en nuestro país. Pese a que el panorama no se ve auspicioso, parte de las conclusiones coinciden con el informe Riesgos y oportunidades de la guerra comercial, publicado el 20 de julio por el Subdepartamento de Información Comercial, del Departamento de Estudios de Direcon.

El informe plantea que de los 1.057 productos estadounidenses con aplicación de aranceles por parte de China, la Unión Europea, India, Rusia, Turquía, Canadá y México en represalia por la gravación de productos chinos, “un total de 123 líneas arancelarias coinciden con la oferta exportable de Chile, principalmente el sector agrícola, pesquero y agroindustrial”, señala el informe. Asimismo, sostiene que nuestro país y su amplia red de acuerdos con los mercados internacionales, tiene accesos preferenciales.

Cierto es que al finalizar la reunión de ministros económicos y autoridades del Banco Central, encabezada por el Ministro de Hacienda, en conferencia a la prensa señaló que tendrán reuniones periódicas para monitorear con diversos actores y autoridades el desenvolvimiento de esta situación. “Tendremos reuniones mensuales mientras dure este tema, mientras duren los efectos significativos para el mundo y para nuestra economía. Lo primero que tenemos que decir es que no se trata de una buena noticia, Chile no está inmune a los efectos de una guerra comercial. Conversamos también esta mañana que este hecho puede tener efectos y algunas oportunidades en ciertos mercados que pueden abrirse, oportunidades frente al proteccionismo que va a afectar a determinadas industrias, pero las oportunidades que podemos avizorar no van a compensar los riesgos y problemas porque estos no solamente están en el comercio, también en los mercados financieros”, sostuvo.

Asimismo, se refirió a la forma como nuestra economía se encuentra preparada para enfrentar los vaivenes económicos que generaría la guerra comercial. “Tenemos una amplia red de acuerdos comerciales, Tratados de Libre Comercio con 64 países del mundo y eso le da a Chile la oportunidad de protegerse ante eventuales brotes de aumentos y restricciones al comercio que están sucediendo frente a las principales economías del mundo. Hemos conversado que vamos a profundizar nuestra inserción internacional, explorar nuevos mercados, por ejemplo en Asia Central a los cuales todavía estamos llegando muy poco”, agregó.

Por su parte, la Cepal se suma a la proyección de un escenario poco optimista al sostener en el informe La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2018, realizada el 5 de julio, que desde 2017 que la vinculación económica con el gigante asiático ha tenido dificultades por la medida de las autoridades chinas de restringir la salida de Inversión Extranjera Directa (IED) con el fin de que se ajusten al Plan Quinquenal, pero también a que la aparición de nuevas empresas tecnológicas supone un vínculo mayor con Estados Unidos que con América Latina.

En relación a las repercusiones en nuestro país, Juan Nagel afirmó que siempre que hay un levantamiento de aranceles hay una desviación del comercio. “Ahí hay campo para Chile en el sentido de que lo que China deja de importar desde EE.UU lo puede hacer desde Chile. Sin embargo el gran flujo comercial que tienen ambos países con Chile no está siendo tan afectado por estas medidas, en cierto modo materias primas, frutas, etc. A parte de eso, el TLC con EE.UU está a salvo, no veo que esto sea una amenaza, más bien los dardos apuntan a México, Canada o la Unión Europea, además de China, por lo tanto no veo mayor peligro. Quizás el peligro estaría en la moneda, podría tener un efecto importante si el dólar americano se deprecia, podría ser negativo para los exportadores chilenos, pero por supuesto ahí hay miles de factores a considerar y es imposible dilucidar con exactitud qué va a pasar.


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