Hajimemashite Japón: Cierre y Apertura (Parte 1)

La historia de Japón ha estado caracterizada por ciclo de apertura y cierre de sus fronteras. En el siglo IX cortó todos sus contactos con sus vecinos y se aisló por tres siglos. Durante los siglos XVII y XVIII nuevamente mostró hostilidad hacia todas las influencias extranjeras, especialmente religiosas y comerciales. El shogunato de Tokugawa, una dictadura militar que duró 250 años consolidó los valores y cultura propiamente japonesa hasta que el Emperador Meiji (1868-1912) los condujo de una sociedad feudal, aislada y rural a un estado moderno. Japón había vuelto a abrirse al mundo. En 1905 comenzó su pretensión colonial como potencia militar y derrotó a Rusia y China. Ocupó la península de Corea, Taiwán, el sur de las Islas Sakhalin y Manchuria. Los “samurais jubilados de Meiji” habían vuelto a practicar exitosamente el arte de la guerra. En 1941 a atacó a los Estados Unidos y ocupó parte importante del sudeste de Asia. Esta aventura militar japonesa fue parte de la 2ª Guerra Mundial, y los dejó en ruinas, derrotados militarmente y devastados.

A pesar de ser el único estado-nación militarmente agredido con armas atómicas, en menos de 50 años, Japón logró reconstruir su economía, recompuso su Estado y ha llegado a ser una potencia industrial y financiera. A nivel internacional es un actor que ha promovido la cooperación y la paz entre los Estados.

La riqueza de Japón con sólo un 12% de su superficie arable, volcánica y rocosa formado principalmente por cuatro islas (Hokaido, Honshu, Shikoku, Kyushu), con casi 30.000 km de costa, descansa en sus recursos humanos. Los valores que caracterizan a la sociedad japonesa pueden resumirse en cuatro pilares: perseverancia, competitividad, dedicación y responsabilidad ciudadana.