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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Innovación japonesa a través de los ojos de un chileno

08 agosto 2007

Generar recursos humanos que tengan acceso a tecnologías de punta para traerlas a Chile e incentivar las inversiones a largo plazo en materias de innovación tecnológica son algunas de las reflexiones que Eduardo Vera, director del Programa Accessnova, trae a nuestro país directo desde el Imperio del Sol Naciente.

Por David Azócar

 

Generar recursos humanos que tengan acceso a tecnologías de punta para traerlas a Chile e incentivar las inversiones a largo plazo en materias de innovación tecnológica son algunas de las reflexiones que Eduardo Vera, director del Programa Accessnova, trae a nuestro país directo desde el Imperio del Sol Naciente.
 

Cinco años como investigador en una de las empresas de telecomunicaciones más importantes del mundo (NTT) y haber sido parte del equipo científico que redujo los tamaños de los celulares a las dimensiones que hoy las conocemos, le dan a este académico de la Universidad de Chile las espaldas para adentrarse en el mundo del qué y cómo debemos innovar los chilenos.

Autodefinido como un generador de redes humanas, el profesional ha sido piedra fundamental en la formación de equipos que hoy trabajan en la aplicación de tecnologías de información y telecomunicaciones (TIC) a áreas tan diversas como la astronomía (Proyecto Alma) o la innovación minería (Micomo), he aquí su historia.

Un trotamundos de la invención

Llegar a la oficina de los que algunos llaman afectuosamente "Vera-san", es en sin duda una experiencia oriental. Dos banderas -una de Japón y una de Chile- puestas estratégicamente en el centro del despacho mirando a la  calle Beauchef y un diploma lleno de signos escritos verticalmente (en japonés) al costado izquierdo de su notebook nos da un pincelazo de uno de los más exitosos hacedores de transferencia de know how del país.

¿Qué lo une a Japón?

Trabajé desde el año 90 al 94 en la Nippon Telegraph and Telephone Corporation (NTT) abocado a temas de innovación tecnológica, luego me regresé a la Universidad de Chile, donde hemos generado varios proyectos con Japón, tanto dentro como fuera de la Universidad. Yo mantengo una relación permanente con los laboratorios de la NTT, y hemos ampliado la interacción con universidades japonesas de prestigio como Waseda, Tokio y Keio generando triángulos virtuosos de investigación y desarrollo.

¿Qué busca este acercamiento?

Generar una extensa red de colaboración. Hemos puesto grandes esfuerzos a lo largo de este tiempo, tratando de traer conocimiento de Japón para que luego pueda adaptarse y compartirlo en proyectos conjuntos beneficiosos para el país. Prueba de ello es que hemos enviado más de 20 estudiantes de la Universidad de Chile a Japón, a partir de 1996.

¿Qué han ido a aprender estos jóvenes?

Estos estudiantes talentosos recolectan tecnología de frontera, y eso nos da una base de recursos humanos muy potente. Ven diferentes temáticas pero la mayoría relacionada con tecnologías de la información.


Pero distinto a lo que se podría pensar no es un conocimiento específico porque las TIC tienen aplicaciones transversales y se utilizan en múltiples industrias.

¿Cuántos conforman este nuevo recurso humano?

Ya se han ido 22 estudiantes a Japón. Van desde períodos de 6 meses, hasta 5 o más años. En este momento ya hay cuatro que obtuvieron su PhD y otros tres que están cursando el doctorado. Por otro lado están los que van por períodos más cortos a desarrollar investigaciones específicas por ejemplo en los laboratorios de la NTT.

¿Por qué desarrollar proyectos con Japón?

Porque los japoneses deben ser probablemente el pueblo que mejores resultados ha tenido en llevar la ciencia y los avances tecnológicos al mundo comercial. Son muy buenos en articular grandes esfuerzos.

La manera en que llevan a cabo sus metas, la mayoría de largo plazo y su notable éxito en cumplirlas son simplemente un ejemplo. Hacen trabajos metódicos y de manera muy seria. Además tiene la particularidad de articular investigaciones corporativas, que trascienden las jefaturas lo que asegura la continuidad a las investigaciones

¿Qué le pasa a los chilenos con las grandes metas?

Los chilenos somos como los fuegos artificiales, prendemos rápido, pero rápidamente nos desanimamos y los proyectos se abandonan. Cambian los jefes y hasta ahí llegó.

Otro de los temas es que somos reacios a experimentar porque toda iniciativa que fracasa crea un tremendo estigma. En general cuando uno quiere hacer apuestas va a tener que fracasar en algunas, porque es una manera de aprender y tener éxito en otras.

Lo que yo he hecho, creo que satisfactoriamente, es ver qué proyectos pueden contribuir a los japoneses y cómo los chilenos podemos acoplarnos a estos esfuerzos a través de la cooperación y luego de ahí obtenemos los resultados proveniente de su visión de largo plazo.

¿Qué áreas de interacción ve con futuro?

La primera es la astronomía. Chile se ha llenado de observatorios de primer nivel que requieren apoyo y mantención y que para su funcionamiento necesitan de una tecnología muy sofisticada. Hoy hay observación, remota, manejo de datos y tenemos una larga trayectoria con el observatorio astronómico de Japón y la NTT, acerca de la operación remota del primer prototipo japonés del proyecto ALMA. Carla Paredes, una de nuestras ex-alumnas trabaja en Tokio en ese proyecto.

La segunda área es la minería. Chile es un tremendo cluster minero que necesita adaptar nuevas tecnologías. Codelco y NTT han trabajado en un joint venture que generó una nueva compañía llamada MICOMO, que busca crear nuevas tecnologías y productos y de esa manera formar una demanda en el sistema de innovación local.

Las nuevas minas requieren de un proceso de automatización, es decir, se utilizan operaciones remotas en que el obrero puede no estar en el lugar de la extracción del mineral. Se reduce el peligro para las personas y se protege el medio ambiente, ya que se pueden recabar datos importantísimos para el control de las emisiones, logrando un monitoreo constante de forma permanente.

¿En qué nueva área cree en que las TIC puedan desarrollarse?

Estamos empezando a explorar nuevas áreas en aplicaciones que denominamos "remote healthcare", que significa monitorear la salud en la distancia, es una especie de medicina preventiva de las personas con uso intensivo de TIC. Esto ya se está realizando en Estados Unidos y Japón.

Un buen ejemplo es la presión arterial, asintomática en un 80% de los casos. Cuando a la persona le sube la presión no se da cuenta y en el minuto que se produce el derrame cerebral es un poco tarde. No obstante, hoy hay manera de tener un sensor que esté midiendo la presión a un hipertenso y le indique cuando está viviendo un episodio antes de que le vengan los síntomas.

Luego de todo esto ¿qué debe hacer Chile para aprender más de Japón?

Debe aprender de su sentido práctico y el hecho de siempre adaptar ideas a circunstancias distintas. Ellos han tomado iniciativas que aparecieron en EE.UU o Europa pero fueron los nipones los que las convirtieron en productos. Esto se da porque hay una integración muy importante entre el mundo técnico con el académico y el comercial.

Eso no ocurre en Chile, hay una disociación entre estos mundos. Sólo por darte un ejemplo los laboratorios de las empresas japonesas son una verdadera universidad, la NTT por si misma tiene más de 3000 científicos.


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