A partir de la década del 50 del siglo XIX, Japón inicia a un proceso revolucionario de cambio social, económico y político. Acicateado por Estados Unidos de Norteamérica y Europa, deja atrás su encierro voluntario ('sakoku') de dos siglos y opta por copiar a la japonesa el modelo de desarrollo que le ofrece el mundo occidental.
NoneA partir de la década del 50 del siglo XIX, Japón inicia a un proceso revolucionario de cambio social, económico y político. Acicateado por Estados Unidos de Norteamérica y Europa, deja atrás su encierro voluntario ('sakoku') de dos siglos y opta por copiar a la japonesa el modelo de desarrollo que le ofrece el mundo occidental.Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
ANTECEDENTES BASES. A partir de la década del 50 del siglo XIX, Japón inicia a un proceso revolucionario de cambio social, económico y político. Acicateado por Estados Unidos de Norteamérica y Europa, deja atrás su encierro voluntario ('sakoku') de dos siglos y opta por copiar a la japonesa el modelo de desarrollo que le ofrece el mundo occidental.
En menos de medio siglo pasa del Feudalismo al Modernismo pero con un costo social enorme. La industrialización y los modos de producción occidental son llevados a todos los ámbitos y las grandes masas de campesinos y artesanos que por generaciones sólo conocieron la producción manual, entran en un estado de extrema miseria. Frente a esta realidad, los Tratados de Amistad, Comercio y Navegación firmados con diversos países, permiten convenios de emigración. Surge el 'dekasegi' externo (emigración por trabajo). En 1868 se abren las puertas de Hawai para familias japonesas. En 1868 las de EE.UU, en 1897 las de México, sigue Perú en 1899, etc..
En septiembre de 1897 se firma el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Chile. En 1904 la Transoceanic Emigration Company inicia gestiones para traer emigrantes japoneses a Chile. Pero, todas las gestiones que se realizan a través de los años terminan en fracasos totales. Los estereotipos creados en torno al oriental contribuyen a ello. Además, Chile tiene un compromiso casi histórico con el emigrante europeo que cuenta con el reconocimiento y apoyo de la clase dirigente criolla.
'DEKASEGI' INFORMAL EN CHILE. A pesar de las circunstancias, hay una presencia temprana de japoneses en Chile. El censo poblacional de 1875 contabiliza a 2 japoneses y el de 1907 a 209 con las primeras 5 mujeres. En 1940, su número total alcanza a 948.
Estos japoneses habían llegado de uno en uno a través de un 'dekasegi' informal, es decir, viajando por cuenta propia y con recursos propios. Pero, asentarse en tierra chilena no era tarea fácil. No sólo debían enfrentar idioma y modos de vida desconocidos sino también, competir las limitadas fuentes laborales disponibles con las oleadas de emigrantes europeos que habían llegado antes que ellos y las que seguían llegando.
De ahí que tempranamente se dispersan geográficamente a través de todo el territorio (menos Chiloé y Magallanes), echando mano a las más dispares ocupaciones (se contabilizan más de 40). Para el japonés, todo trabajo honrado es digno. En general, estos primeros emigrantes independientes eran hijos de familias con ciertos privilegios (productores agrícolas, comerciantes prósperos, funcionarios, ex samurai, etc.). Educacionalmente, a lo menos tenían enseñanza media o títulos técnicos o universitarios.
LA FAMILIA 'NIKKEI' CHILENA. Con el paso de los años (10 años promedio) comienzan a formar familia. Una minoría va a buscar mujer a Japón o la pide por correspondencia. La mayoría, no logrando reunir los recursos necesarios para hacer lo propio, se casa con mujer chilena. Surge el "nikkei chileno" (descendientes japoneses nacidos en Chile).
Sus logros económicos no han sido espectaculares (por lo demás ese no era su objetivo). Sólo se ubican dentro de la clase media pero con el respeto y reconocimiento de sus respectivas comunidades. Pensando en el futuro de la familia, comprometen sus vidas en la educación de los hijos.
El aislamiento que viven con relación a su Patria de origen, la casi remota posibilidad de volver a ella, la carencia de todo apoyo oficial o grupal para validar su cultura dentro del hogar y la influencia casi sin contrapeso de la cultura local; los lleva a aceptar la sentencia: "Si han de vivir en Chile, que sean chilenos". Los hijos ('nisei') pierden al menos el 50% de la cultura traída por el padre. Los nietos ('sansei') elevan esta perdida a un cercano 80%.
Para la década de 1990 ya no hay 'nikkei' adultos que no tengan al menos enseñanza media y una parte significativa que trabaja, lo hacen como profesionales técnicos o universitarios. Sólo el 2% se desempeña como obrero. La adolescencia 'nikkei', en su totalidad, tiene en mente la educación superior y sobre el 60% de los jóvenes, estudian una carrera universitaria.
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