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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El exitoso manejo del Coronavirus en Nueva Zelandia y el rol de su Primera Ministra

07 mayo 2020

El buen manejo de la crisis epidemiológica en el país oceánico tiene sello de mujer, Jacinda Ardern ha sabido comunicar la importancia de seguir una estrategia fundamentada en cuatro niveles de acción, pero también de llamar a sus ciudadanos a la sensatez y a ser considerados con las personas más vulnerables.

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La cantidad de nuevos contagiados en Nueva Zelandia logró descender de 80 el 28 de marzo a cero el 23 de abril. Entre las acciones emprendidas por el gobierno se destaca una identificación clara de prioridades y, específicamente por parte de la Primera Ministra, una demostración de firmeza frente a quienes pongan en riesgo a otros, pero que a la vez mezclada con empatía frente a la ciudadanía y sus temores en tiempos de incertidumbre. Más detalles del caso neozelandés en el manejo del coronavirus, en la siguiente nota.

”Go hard, go early”

El primer lunes de mayo de 2020 comenzó con una buena noticia para los neozelandeses. Por primera vez desde que comenzó la crisis epidemiológica y desde que se dio inicio a las cuarentenas en todo el territorio nacional en marzo, se registró la increíble cifra de cero nuevos contagios. Esta noticia, percibida como un logro por parte del gobierno ha sido interpretada por diversos medios de comunicación internacionales como una señal clara que el virus en suelo neozelandés dejó de propagarse.

Este gran logro se explicaría por la estrategia “vamos duro, vamos a tiempo” (go hard, go early) -emprendida por el gobierno en apoyo de su consejo científico- centrada en actuar de manera oportuna y sin temor a parecer muy estrictos, pero también a establecer un marco de acción con reglas simples que ha permitido tomar decisiones ágiles y de cara a la ciudadanía dar a entender de manera más fácil lo que es riesgoso. Tal estrategia se despliega en cuatro niveles de alerta que derivan en cuatro niveles de acción, que van desde lo menos restrictivo a lo más estricto.

El primer nivel denominado preparación, conmina al encierro a personas que tienen los síntomas, pero también se comienzan a aplicar intensivamente los tests y se incentiva el distanciamiento físico entre las personas. De igual forma que se prohíben reuniones de más de 500 personas en todo el territorio nacional. Por su parte, el nivel dos “reducción”, adopta medidas más estrictas en las fronteras y en los encuentros masivos, establece distanciamiento en el transporte público y limita viajes no esenciales a través del país.

El nivel tres llamado “restrictivo”-que fue recientemente adoptado luego de evidenciar buenos resultados en la gestión durante el nivel cuatro- cierra cualquier tipo de evento público, establece distintas modalidades de trabajo y mantienen cerrados los negocios no esenciales. Las consultas médicas no se pueden realizar cara a cara y se prioriza el trabajo de especialistas médicos en función de las necesidades de los contagiados con COVID-19.

Por último, el nivel cuatro de cuarentena, establece que todas las personas deben estar encerradas en sus casas, se prohibe todo tipo de reunión y se ordena el cierre de todos los negocios no esenciales, racionamiento de insumos, restricciones de viaje severas y una mayor priorización en la atención de enfermos con coronavirus por parte del personal médico.

Apenas se adoptó el nivel cuatro a finales de marzo, la primera ministra Jacinda Ardern desde una videoconferencia en su casa, explicó en un lenguaje claro y cercano a la ciudadanía, el sentido urgente de las medidas. “No se trata de una preocupación por sí mismo, debes preocuparte por los que te rodean, así que tómalo en serio. Se trata de salvar vidas”, señala el sitio neozelandés de noticias News Hub.

Liderazgo de Ardern en un contexto de incertidumbre

Junto con las mandatarias de Alemania, Finlandia, Noruega, Taipei, Dinamarca e Islandia, Jacinda Ardern es una de las pocas mujeres líderes al mando de una nación durante los difíciles momentos de coronavirus. Con 39 años, es una de las líderes más jóvenes en todo el mundo. Como dato a considerar, solo 10 países cuentan con una mandataria mujer, lo que representa un cinco por ciento de los 193 países y sus respectivos gobiernos.

Una de las cualidades más valoradas de Ardern por parte de su propio pueblo ha sido su habilidad para comunicar las decisiones del gobierno y entregar calma un contexto de altos niveles de incertidumbre. En una publicación de Independent, Alastair Campbell comenta que Jacinda ha logrado entregar información importante con un lenguaje claro y fuerte, pero a la vez empático y sensible con su población, pues además de su llamado a la calma, Ardern aclaró que su gobierno no tolerará comportamientos que pongan en riesgo la vida de otras personas.

De igual manera, la necesidad de crear una conciencia de apoyo y colaboración ha estado presente en su discurso, orientado a lograr una mentalidad comunitaria, teniendo como lema “por favor, sé fuerte y amable”, tanto en sus alocuciones como en su interacción en redes sociales, donde ha demostrado mayor cercanía al responder personalmente a preguntas formuladas por ciudadanos en Facebook.

Por si fuera poco, ha sido destacada por varios medios internacionales por tener un lenguaje no bélico para alentar a la ciudadanía, pero también por reconocer errores y rectificar cuando el gobierno no ha logrado los resultados esperados.

Valoración de la empatía y el apoyo científico en el manejo del coronavirus

Una valoración sobre la forma como Jacinda Ardern ha manejado la crisis epidemiológica tuvo Vania Figueroa, neurocientífica doctora en ciencias y vicepresidenta de la Red de Investigadoras en nuestro país. En su opinión, más que un sello propiamente femenino, se trata de un liderazgo horizontal que se desarrolla debido a las vicisitudes que deben enfrentar las mujeres en sus trayectorias políticas y profesionales. “El liderazgo horizontal permite valorar las opiniones de expertos en una forma vinculante, porque una cosa es escuchar al mundo experto y otra es hacerle caso, entonces el liderazgo horizontal se posiciona desde la colaboración y eso es lo que está ejerciendo la primera ministra de Nueva Zelanda que se apoya en su consejo asesor científico, respetando las visiones y siguiendo las recomendaciones de las personas que tienen más experiencia en el tema”, señaló.

En relación a la consideración de la evidencia científica, hizo una comparación a la forma como se utiliza en nuestro país para la toma de decisiones. “Hay una autoridad que no no actúa desde la base de creer saber todas las áreas del conocimiento, entonces se apoya en los expertos. Es muy importante que los consejos asesores tengan alguna alguna participación vinculante en la toma de decisiones, porque en general lo que hemos visto, por ejemplo, en Chile es que se pone la evidencia sobre la mesa, pero no hay mucha capacidad de los organismos asesores de poder incidir en la toma de decisiones. Finalmente son pocas personas las que toman las decisiones y no siempre basándose en la evidencia científica sino, más bien, en consideraciones que tienen un corte político y también ideológico”, agregó.

Por último, Vania Figueroa, que es también neurocientífica del Centro de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Autónoma, se refirió a las características del liderazgo de Jacinda Ardern. “Hay que dejar en claro que no se trata de buscar una perspectiva casi evolutiva y biologicista de decir que las mujeres están dotadas naturalmente para tal tipo de liderazgo, pueden haber liderazgos horizontales en hombres y mujeres, pero convengamos en que las mujeres que nos hemos desarrollado en un ambiente que nos resulta naturalmente hostil hemos tenido que desarrollar estrategias de subsistencia para poder liderar procesos. Y en ese sentido, evidentemente la colaboración a nosotras nos ha resultado una forma natural de poder liderar procesos”, sentenció.



Las medidas adoptadas por Nueva Zelandia para contener el aumento de contagiados responde al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 3, que propone “garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”. Particularmente, la meta 3.d cuyo propósito es reforzar la capacidad de los países en desarrollo en materia de alerta temprana, reducción de riesgos y gestión de los riesgos para la salud nacional y mundial.


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