Los mecanismos de cooperación regional de Asean para enfrentar desastres naturales

Los países conformados en Asean llevan más de una década enfrentando crecientes desastres naturales, provocados en buena parte por los fenómenos del cambio climático. Frente a esta tendencia, la capacidad de respuesta por parte de los gobiernos se ha consolidado desde una perspectiva multilateral. Más detalles de esta experiencia regional, en la siguiente nota.

Los estragos del cambio climático en el Sudeste Asiático

El Sudeste Asiático es una de las regiones con más desastres naturales en el planeta. Desde 2012 hasta ahora se han producido más de 3.500 inundaciones, 591 tornados y 312 tormentas severas. A esto se agregan 189 desplazamientos de tierra, 117 movimientos sísmicos y 96 ciclones tropicales. Estas cifras son entregadas en el sitio de la red de información de Asean sobre desastres naturales.

Esta situación no sólo da cuenta de los efectos del cambio climático en nuestro ecosistema, sino también en las peligrosas repercusiones que tiene para la vida de las personas. En buena medida, se ha llegado a situaciones irreversibles. Por ejemplo, la misma fuente informa que más de 7 mil personas han muerto y más de 138 millones de personas han sido afectadas por esos desastres en la región.

Más aún, once millones de personas han sido desplazadas por el daño irreversible de 6,3 millones de hogares. Todo lo anterior ha significado un costo de más de 4,4 mil millones de dólares a los Estados. ¿Cuál ha sido la respuesta de los países frente a esta realidad que año tras año parece afectarlos con mayor intensidad?.

Multilateralismo para la gestión de desastres

En consideración de la creciente cantidad de desastres naturales producto del cambio climático y su impacto en el ambiente y en la vida de las personas, una forma efectiva de hacerles frente y mitigar sus consecuencias es a través de la cooperación internacional.

Un informe BCN señala que la cooperación internacional en este contexto se hace crucial por tres razones. La primera es porque los desastres naturales cruzan fronteras, es decir, afectan a varios países. En segundo lugar, sus efectos son duraderos por lo que la cooperación sirve para brindar apoyo a la reconstrucción. La tercera razón es que las comunidades más vulnerables son las que más sufren, por lo que la ayuda puede focalizarse hacia ellas.

Precisamente, estas son parte de las justificaciones para que la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) haya levantado a lo largo de su historia un entramado de mecanismos que forman parte de la arquitectura de seguridad de la región, donde además de las tensiones geopolíticas se ha brindado una vía importante para afrontar la intensificación de los desastres naturales.

Una columna de opinión de S Nanthini de la Universidad Tecnológica de Singapur, publicada en la Observer Research Foundation (ORF), señala la importancia de contar con una red multilateral para la gestión de los desastres y destaca entre varias iniciativas, dos instrumentos que han servido de base para la cooperación, asistencia y movilización de recursos.

El primero de ellos es el Acuerdo de Asean para el Manejo de Desastres y Respuesta a Emergencias (AADMER por sus siglas en inglés de Asean Agreement on Disaster Management and Emergency Response). A diferencia de otros acuerdos, este es destacado por S Nanthini por su carácter vinculante. Tal como dice su nombre, tiene como misión la identificación, evaluación y monitoreo de los riesgos para prevenir, mitigar y responder a los desastres creados por la naturaleza como por las personas.

¿Pero cuál es el elemento de base que permite la cooperación? En este caso, el acuerdo establece que cada uno de los países miembros de Asean debe asegurarse de contar con los recursos necesarios para responder a los desastres, esto es: equipos tecnológicos, materiales, instalaciones, recursos humanos y financieros, de manera tal de disponer de una sumatoria de ellos en caso de una emergencia producida en zonas geográficas compartidas.

De hecho, el artículo 11 del acuerdo “Respuesta de Emergencia Conjunta a través de la Asistencia” plantea que si uno de los países miembros requiere de asistencia en caso de un desastre determinado, puede solicitarla a otros países miembros de Asean directamente a través del Centro de Coordinación de Asean para la Asistencia humanitaria (Centro AHA) que es el brazo operativo de Asean en la gestión de desastre.

Almacenamiento de insumos de emergencia para su pronta disposición

Precisamente gracias a este programa -Centro AHA- es que nació otra iniciativa relevante para contar con una base sólida de cooperación. Ella es el Sistema de Logística de Emergencia en Casos de Desastre de Asean (DELSA por sus siglas en inglés) que busca el desarrollo de una reserva regional de suministros de socorro.

Este mecanismo es considerado un órgano clave para una rápida provisión de suministros de ayuda a todos los países de ASEAN que estén enfrentando situaciones de emergencia o después de un desastre. Cabe destacar que DELSA comenzó a funcionar en diciembre de 2012 no sólo para comenzar a acumular un stock regional de suministros, sino también para apoyar la mejora de las capacidades del Centro AHA, y también entre los órganos de emergencia de los Estados miembros para una coordinada red de operaciones logísticas de emergencia.

De tal forma, DELSA se enfoca en tres elementos principales:

1. Stock regional de emergencia
2. Fortalecimiento institucional
3. Comunicación y conciencia pública

Es preciso señalar que el stock regional de emergencia se encuentra en un almacén de la ONU en Malasia y se distribuye a los países afectados por desastres a través de la coordinación del Centro AHA con las organizaciones nacionales de gestión de desastres de los Estados miembros.

En consecuencia, la disposición rápida de suministros de emergencia y la capacitación de recursos humanos son aspectos relevantes para los países miembros de ASEAN porque además de responder de manera más efectiva y coordinada ante situaciones de emergencia después de un desastre, identifican una institución líder para precisamente llevar adelante acciones coordinadas que logren minimizar las consecuencias catastróficas de los desastres.

Frente a esta experiencia podríamos preguntarnos sobre la importancia de contar con instancias similares en América Latina para enfrentar la gran cantidad de desastres naturales producto del cambio climático.

”Ningún Estado puede enfrentar las emergencias solo”

Para Sébastien Dubé, doctor en ciencia política e investigador del Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat, de cara a los desafíos climáticos que debemos enfrentar a nivel mundial se hace necesaria una estrategia común a nivel regional. “Esto simplemente porque ningún Estado puede, solo, mitigar drásticamente las causas de los desafíos climáticos actuales ni enfrentar sus consecuencias”, señaló.

En complemento de lo anterior, aseguró que tales consecuencias son peligrosas para el desarrollo de los países. “Las economías latinoamericanas dependen en gran medida de la explotación y exportación de materias primas. Ya vemos el costo económico alto que pagan las comunidades, las empresas, los productores, así como las empresas financieras – como las aseguradoras – por los desastres naturales. Y sabemos desde los estudios geopolíticos que los problemas medioambientales se relacionan también con conflictos políticos dentro de las sociedades y entre los Estados”, agregó.

También, se refirió a uno de los recursos más importantes con los que cuentan los Estados y son las instituciones uniformadas. Dentro de la formación militar existe entrenamiento de rescate, sin embargo, considera que es difícil una relación de cooperación entre fuerzas armadas latinoamericanas para enfrentar conjuntamente desastres naturales. “Es muy difícil, pero no por no saber cómo hacerlo. El modelo de la construcción europea post 1945 nos muestra, por ejemplo, el camino a seguir para transformar rivalidades históricas en alianzas basadas en la definición de intereses comunes, concretos y precisos”, comentó.

No obstante, en el caso de nuestra región la situación es distinta. “En el caso sudamericano, las dificultades para fomentar la cooperación entre fuerzas de seguridad en contra de los desastres medioambientales y de sus consecuencias se deben a, por lo menos, cuatro factores. Primero, la mayoría de los Estados de la región siguen manteniendo diferendos limítrofes. Eso hace que resulte difícil para cualquier gobierno la adopción de una política de defensa que marginaliza la misión central de la defensa de la soberanía por el uso defensivo de la fuerza. Segundo, se requeriría una gran voluntad y capacidad políticas de las autoridades civiles de la región para convencer a sus Fuerzas Armadas respectivas de adoptar un giro hacia una nueva identidad”, explicó.

Por tanto, para Dubé se trata de un un tema que tiene que ver con la cultura, la identidad y la naturaleza de la organización militar. A esto, agregó un tercer factor. “Todo gobierno electo se mueve por intereses de corto plazo, mientras el diseño de políticas de cooperación regional entre Fuerzas Armadas debe basarse en estrategias de corto, mediano y sobre todo de largo plazo. Y por último, el mejor instrumento regional que haya existido para fomentar esa cooperación vía la construcción de medidas de confianza fue la UNASUR y su Consejo de Defensa Suramericano. Ahora, la UNASUR está prácticamente muerta y no ha sido reemplazada”, sentenció.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl