Japón, dentro de la segunda quincena del mes de diciembre, tiene dos festividades oficiales: la celebración del Día del Emperador y la más importante de todas, El Año Nuevo. Pero hay una tercera: la Navidad, que no tiene reconocimiento oficial.
NoneJapón, dentro de la segunda quincena del mes de diciembre, tiene dos festividades oficiales: la celebración del Día del Emperador y la más importante de todas, El Año Nuevo. Pero hay una tercera: la Navidad, que no tiene reconocimiento oficial.Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
Japón, dentro de la segunda quincena del mes de diciembre, tiene dos festividades oficiales: la celebración del Día del Emperador y la más importante de todas, El Año Nuevo. Pero hay una tercera: la Navidad, que no tiene reconocimiento oficial.
La Navidad cuenta con un número significativo de seguidores, especialmente gente joven o de mediana edad, nacida después de la segunda guerra mundial y que crecieron recibiendo las influencias culturales de Estados Unidos y la abundancia aportada por el despegue económico.
Pero esta Navidad carece del carácter religioso cristiano que le conocemos sino, más bien, es una festividad de corte profano ajeno sí, a retumbos públicos. Por lo demás, más que la Navidad, lo que se celebra es la Nochebuena, es decir, la noche del 24. Del Cristo nacido sólo quedó en la memoria de este colectivo japonés: UNO: el concepto de amor traído por el Redentor y entendido como el sentimiento de atracción por otro y DOS: las ofrendas de los Reyes Magos, identificadas como regalos. Así, la Navidad pasa a ser el día en que se reúnen las personas (más bien parejas) que comparten sentimientos de atracción o amor a la occidental y que se hacen merecedoras de reconocimientos mutuos. Podríamos relacionarla con la otra fiesta postiza japonesa, el Día de San Valentín de febrero pero, ahora, compartiendo algo más que el 'choko' (chocolate).
El desarrollo de esta festividad presenta tres escenarios:
a) Desde el inicio de diciembre el comercio afín se abarrota de todo lo imaginable que puede ser regalado y sus vitrinas hasta se adornan con "nacimientos" y "viejos pascueros". Además de la tenida ad hoc para la ocasión, los comprometidos con la fiesta acuden en masa a comprar el obsequio que no está amarrado a las complejas reglas de la retribución, sino sólo a lo que las emociones y bolsillos dicten. (Al anochecer del 24, estas tiendas hacen desaparecer como por encanto, su cara navideña y la cambian por otra asociada al Año Nuevo).
b) Los restaurantes multiplican sus mesas para dos, ofreciendo toda clase de apetitosos platillos y hasta "combos" navideños. En el ambiente predomina la intimidad y la reciprocidad mientras los obsequios cambian de mano. (No hay cabida para despistados que pudieran llegar solos a estos lugares).
c) Los hoteles -con muuuchos días de anticipación- copan sus capacidades de habitaciones dobles.
Desde luego que el cercano 2% de japoneses que son cristianos celebran la verdadera Navidad pero no significando con ello, que dejen de ser shinto-budistas. Al respecto hay una anécdota. Un turista le pregunta a un japonés: ¿Cuántos cristianos hay en Japón?. - 2 millones. - ¿Y cuántos shintoistas?. - 127 millones. - ¿Y cuántos budistas?. - 127 millones).
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