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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Parada militar en la Plaza Tiananmen según Fernando Aliaga

30 octubre 2009

El chileno Fernando Aliaga narra su experiencia presenciando desde Beijing, el desfile conmemorativo de los 60 años de la República Popular China, celebrado el pasado 1 de octubre de 2009. Sus reflexiones sobre la parada militar en la Plaza Tiananmen y la China del siglo XXI en las próximas líneas.

El chileno Fernando Aliaga narra su experiencia presenciando desde Beijing, el desfile conmemorativo de los 60 años de la República Popular China, celebrado el pasado 1 de octubre de 2009. Sus reflexiones sobre la parada militar en la Plaza Tiananmen y la China del siglo XXI en las próximas líneas.

La Parada militar china

El primero de octubre se realizó la parada militar en la plaza Tiananmen. Es parte de los festejos de los sesenta años de la fundación de la República Popular. La noche anterior se provocó una lluvia artificial de unas tres horas que disipó la espesa neblina típica de esta época del año. En la mañana había un inusual cielo azul muy propicio a las fotografías y grabaciones de la TV. Atendiendo la sugerencia del gobierno vi el desfile en casa. Según la autoridad, la ciudad entera iba a estar colapsada en su sistema de transporte debido a la necesidad de retirar del sector al personal, inmediatamente después de desfilar. Efectivamente, se emplearon cientos de camiones militares, la mayoría de los buses de la locomoción colectiva, buses de turismo y el metro.

Varios días antes la plaza fue engalanada con 56 enormes columnas decorativas, de los colores típicos de China, rojo intenso y dorado, una por cada raza que conforman la nación. Se hicieron muchos arreglos florales, igual que en toda la ciudad y de noche se iluminó “a giorno”, para que la gente pudiera admirarla. Se instalaron cuatro gigantescas pantalla de televisión. Dos rectangulares de unos ocho metros de alto por 60 de ancho, frente al mausoleo de Mao, mirando hacia la Ciudad Prohibida. Se veían muy alargadas. Las otras dos, de unos 25 por 25 metros, más parecidas a la forma de un televisor a ambos costados de la plaza en la avenida principal, también mirando hacia el palacio. El despliegue técnico fue impresionante.

A pesar del secretismo imperante, en la TV habían comentado que unas 100.000 personas participarían en la parada, entre soldados e instituciones civiles. Se quedaron cortos. Fueron muchos más. Mostraron la composición de cada raza, con sus trajes y sus bailes. Exhibieron gigantescos carros alegóricos que representaban además de las razas menores, a algunas ciudades importantes como Hong Kong, Macao, Shanghai, la exploración espacial, la producción de petróleo, incluso uno que representaba a Taiwán.
Solamente los civiles totalizaron 180.000. Los militares fueron otro tanto. Como detalle puedo agregar que el coro que cantó los himnos y canciones regionales durante toda la presentación estaba formado por 8.000 voces. Imagino que el director tendría varios ayudantes o los coristas eran robots porque ninguno se salió de compás. El resultado fue impecable. Por su parte la banda de guerra tocó con 1.321 instrumentos. Fue grandioso.

El "Armagedon" chino

Al ver pasar interminablemente una gran cantidad de armamento moderno, ejércitos de todas las especialidades, marinos, aviones de combate, tanques, cañones, carros de asalto, camiones lanza misiles y miles de soldados de tropa “armados hasta los dientes”, en mi mente rondaba, no sin cierta inquietud, la palabra Armagedon. Según el Apocalipsis, la batalla que marcará el final del mundo que conocemos. En mi propia interpretación, no creo en una batalla final, sino un cambio que afectará el estilo de vida y la cultura de todos los pueblos del planeta. Creo que en un futuro cercano China será responsable de ese cambio. En los días que vivimos hay muchos signos que lo demuestran, sólo hay que saber verlos. El balance de poder va ineludiblemente a China.

Hoy, el presidente Hu Jintao, es el hombre más poderoso de la tierra. Tiene el ejército más numeroso del mundo bien entrenado y mejor armado. Tiene satélites de comunicaciones en el espacio. El año pasado tres astronautas chinos hicieron su primera caminata espacial instalando equipo estratégico. El país tiene más dinero que ninguno y no tiene deuda externa. El ICBC, (Banco Comercial e Industrial de China), es el banco con más capital y mayores depósitos captados a nivel internacional, esto significa que posee más activos que cualquier banco norteamericano. China, en forma directa e indirecta es dueño del 40% de la deuda externa de USA y tiene inversiones en ultramar que duplicarán su patrimonio en menos de 10 años.

En si mismo, el país constituye el mayor mercado de consumo del mundo, con más de mil trescientos millones de persona que cada vez tienen mejor renta y que se han transformado en ávidos compradores.

Así se cumpliría la profecía. Mi convicción de que el mundo está presenciando el surgimiento de una nueva superpotencia se hizo más fuerte. Hay que estar aquí, en contacto diario con esta realidad para darse cuenta del poder y la voluntad de progreso de este pueblo.

A pesar de todos los defectos que como sociedad, les atribuimos los occidentales, de la corrupción siempre presente que ellos mismos declaran tener, ya sea real o imaginaria, la sensación que queda es que los gobernantes son mesurados, muy razonadores y sobre todo, patriotas. De otra manera el país no podría estar como está. El explosivo desarrollo experimentado en los últimos veinte años se advierte también claramente en esta muestra. Por ejemplo, el 100% del equipamiento de guerra está constituido por armas nuevas que se muestran por primera vez. Todas de fabricación nacional. El 90%, son de última generación. Han sido desarrolladas en los últimos años con medios, ingeniería y electrónica propia. Según los especialistas son iguales e incluso mejores que las producidas por los países desarrollados.

Lejos en el pasado quedó el recuerdo de la primera parada militar del año 1949 cuando se fundó la República, en que sólo tenían 17 aviones de guerra, unos pocos dejados por Estados Unidos que los ayudó en la guerra contra Japón y otros quitados al enemigo. No tenían vehículos, solamente algunos anticuados tractores agrícolas. Los equipos de campaña y los cañones eran arrastrados por burros. Las armas eran todas extranjeras; rusas, americanas o incautadas a los japoneses. Un vocero del ejército declaró con una sonrisa, que en esa oportunidad lo único de fabricación nacional eran los hombres y los animales.

La perfección de los soldados


Los soldados que participaron, hombres y mujeres, entrenaron rigurosamente 12 horas diarias durante 10 meses concentrados en instalaciones especiales al margen de sus obligaciones castrenses. Las mujeres, para mejorar su condición física, debieron competir entre ellas, cada madrugada, en una difícil carrera de cross country de 3 kilómetros, llevando un saco de arena de un kilo. Al final, cada uno caminó 10.000 kilómetros, destruyó tres pares de botines militares y además se usaron 3.500 kilos de clavos y 750 kilos de suela en reparaciones del calzado durante el entrenamiento.

En el desfile, cada soldado debió dar 128 pasos, de exactos 75 centímetros, para cubrir el espacio entre dos columnas ubicadas en la plaza. También desplegaron una bandera de 700 metros cuadrados, la que fue sostenida por 501 soldados a una altura exacta de 1,85 metros. Como no todos tienen la misma estatura, deben haber entrenado incansablemente para lograrlo y provocar el efecto de ondeo mientras marchaban. En un ejercicio mostrado posteriormente en TV, se veía a batallones completos de soldados mujeres inmóviles y en silencio durante 45 minutos. Nunca pensé lo difícil que es lograrlo, en sus rostros se notaba el esfuerzo que las hacía transpirar copiosamente. Ninguna se movía para no ser descalificada y eliminada del desfile. El entrenamiento de los hombres fue más duro todavía.

Esta disciplina y capacidad de sacrificio, más un nacionalismo exacerbado por años de concientización desde la más temprana edad escolar, me sugieren un ejercito verdaderamente temible.

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