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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Parasite: un Oscar con sello de política cultural

13 febrero 2020

Aunque los fondos para el rodaje de la película provinieron de CJ Entertainment -una productora privada con financiamiento de empresas- y el director Bong Joon-ho no cuenta con la simpatía de la elite política, el prominente desarrollo de la industria cinematográfica coreana se explica por sucesivas políticas de promoción cultural desde 1999.

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Una película hecha y dirigida de Corea del Sur arrasó en los premios Oscar, logrando ser la ganadora como mejor película, mejor director, mejor guion original, mejor película internacional, mejor montaje y mejor diseño de producción. A estos reconocimientos se suman la Palma de Oro en Cannes, BAFTA, ente otros. Tales premios indicarían que, más que un talento individual en la dirección, existe una industria cinematográfica que respalda la creación de grandes obras. Una revisión de esta relación, una mirada a la política de promoción cultural en este país asiático y la irrupción de Parasite como fenómeno cinematográfico, en la siguiente nota.

Oscar para la mejor película

No había sucedido antes que una película de habla no inglesa gane el Oscar a la mejor película. A esto se suman otros galardones de gran relevancia, como el de mejor director a Bong Joon-ho, o el de mejor guión original y mejor película internacional. Tales reconocimientos, fruto de su participación en la creación de esta novedosa historia, que en aproximadamente dos horas muestra como las diferencias sociales en Corea del Sur se expresan en un enredo que mezcla humor negro y frustración.

También ganadora de la Palma de Oro 2019 que entrega el Festival de Cine de Cannes, ha sido valorada por críticos y el público en general por ser una obra que sintetiza distintos géneros cinematográficos en uno. Drama, suspenso, incluso ciencia ficción, interactúan para dar cuenta de las desigualdades que se generan en el seno de la sociedad surcoreana, sin caer en una argumentación irreal o excesivamente proselitista.

El argumento central de la película se desarrolla en la vida de la familia Kim, que vive precariamente en un semisótano, mal equipado y con una vista irresistible hacia la calle. Los hijos de la familia, aunque habían completado su educación formal, no tenían opciones reales de conseguir un empleo que les permita salir de la precaria situación en la que se encontraban.

Tal realidad cambió considerablemente cuando uno de los integrantes consigue un empleo en la casa de los Park, una adinerada familia que necesitaba de un profesor particular para su hijo. Una vez ahí, en medio de las comodidades de una casa lujosa, consigue que el resto de su propia familia obtenga empleo en diversas labores, transformándose -como dice el título de la película- en verdaderos parásitos.

Esta obra es descrita por el crítico cinematográfico Sebastián Cova en su Podcast sobre este film, como una gran obra. Su director se inspiró en personajes que ha conocido a lo largo de su vida. “Incorporó anécdotas y experiencias personales y una necesidad de reflexionar sobre la realidad socioeconómica de la Corea actual y del mundo en general. Se trata de un director versátil que se mueve entre varios géneros, pero esta película es esencialmente de humor negro, al punto que recuerda a los hermanos Coen, incluso a Alfred Hitchcock”, comenta.

Impulso de la industria cinematográfica desde lo público

¿Parasite es el comienzo o la consecuencia de una industria cinematográfica exitosa? El triunfo de Parasite en la conquista de los principales premios cinematográficos del planeta se puede explicar gracias al talento y larga trayectoria de Bong Joon-ho, pero también a que el śeptimo arte coreano se encuentra en buen pie. El cine, como las series de televisión y la música, forman parte de la industria creativa, una de las áreas económicas que más interés ha puesto el Estado coreano desde comienzos de este siglo.

Para Seung-Ho Kwon y Joseph Kim, en un artículo sobre las políticas adoptadas en Corea del Sur para promover la industria cultural, comentan que desde 2001 a 2011 se registraron ganancias que superaron los cuatro mil millones de dólares. Más aún, solo en exportaciones cinematográficas, las ganancias entre 1995 y 2010 se incrementaron 65 veces. El éxito del país asiático “no se puede comprender completamente sin entender las iniciativas del gobierno para desarrollar las industrias culturales”, señala el artículo.

Como una respuesta a la crisis asiática, el gobierno apostó por las industrias creativas como una manera de diversificar las exportaciones. Esta apuesta por el cine, las series y la música, conocida como Korean Wave, tuvo como mercado principal el Este de Asia, no solo China y Taipei, sino la desarrollada industria televisiva japonesa. La amplia aceptación de los productos culturales coreanos en esos países responde -según los autores – a la idea de proximidad geocultural. Sin embargo, este análisis pierde sentido al considerar el éxito de las series y pop coreano en Sudamérica, Medio Oriente y Europa.

William Tuk en una publicación sobre el éxito internacional del Korean Wave -llamado también Hallyu- comenta que en Corea los contenidos nacionales superan el 50 por ciento de la televisión, el cine y la música, por lo que han desplazado a los productos provenientes de la cultura estadounidense. De hecho, comenta que la necesidad de sobreponerse a los valores entregados por Hollywood fue una de las motivaciones para comenzar a competir dentro del mercado local. La proyección internacional, por su parte, principalmente en China y Medio Oriente, coincide con los valores de los dramas y filmes coreanos en relación a la importancia de la familia y el respeto a los mayores.

El éxito de Parasite transciende el esfuerzo del gobierno

Una opinión respecto del éxito de Parasite y la posibilidad que sea una consecuencia de las políticas de promoción cultural, tuvo Wonjung Ming, académica de la Universidad Católica de Chile, editora de la revista Estudios Coreanos para Hispanoablantes y autora de un artículo sobre este tema, llamado precisamente Korean Wave.

Según su parecer, habría más que un cúmulo de políticas públicas de promoción cultural. “La historia del cine coreano comienza casi al mismo tiempo que la fundación de Corea del Sur, sin embargo, no fue sino después de la censura con la democratización que comenzó en el contexto de los Juegos Olímpicos de 1988 que se dio inicio a lo que conocemos como la cultura pop. Fue la libertad la que impulsó el desarrollo de las tendencias culturales. Lo que sucedió en 1998 fue que el Kim-Dae jung enfatizó la importancia del poder blando y estableció la meta de dedicar al menos el 1 por ciento del presupuesto nacional para apoyar los productos artísticos. Esto bajo el principio de apoyar pero no interferir”, comentó.

Más aún, Wonjung Min señala que en 2010 se llevaron a cabo nuevas políticas para promocionar la cultura coreana, no obstante, el gobierno conservador creó una lista negra de directores y celebridades que reconocía como de oposición, a quienes les quitó el apoyo de los fondos públicos. “Aunque Bong no estaba en la lista, no reconocería la mano del gobierno. No podemos ocultar el esfuerzo de la vicepresidenta de la productora CJ Entertainment, que respaldó la película. Ahora bien, es cierto que la industria cinematográfica coreana tiene un sello especial gracias al fomento por parte del gobierno, pero todo lo que se ha producido es un esfuerzo de actores públicos y privados”, sentenció.


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