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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Los planteamientos de Australia para mantener al margen el crimen organizado

09 septiembre 2022

La posición del país oceánico se fundamenta en el Libro Blanco de Política Exterior, donde se establece el resguardo de las fronteras, entre otras acciones, mediante la cooperación con otros países de la región.

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Aunque Australia no es un país con altos niveles de criminalidad, si es el destino final para algunas actividades ilícitas como la trata de personas con fines sexuales y laborales, pero también para el contrabando de especies nativas hacia los mercados asiáticos. Esta condición les hace remarcar la necesidad de resguardar las fronteras, no sólo para mantener a raya al crimen organizado, sino también para aprovechar las ventajas comerciales de la globalización. Más detalles de tales planteamientos, en la siguiente nota.

Mirada internacional de una problemática de manifestación local

El combate al crimen organizado ha sido una preocupación latente del gobierno australiano, no sólo porque amenaza los intereses de la nación, sino también porque afecta la estabilidad de toda la región Asia Pacífico. Es por ello que las directrices para que la autoridad pueda llevar adelante las acciones que apunten a controlar tales actividades, están contenidas en el Libro Blanco de Política Exterior del año 2017.

En el capítulo Lucha contra el crimen organizado transnacional, se da cuenta que cerca del 70 por ciento de las amenazas graves que tiene el país oceánico guardan alguna conexión internacional, de manera tal que la cooperación con socios y países vecinos es fundamental para garantizar el acceso a la información y llevar adelante labores de inteligencia que permitan tener una capacidad real para responder.

Entre los ilícitos más comunes que deben ser enfrentados desde una perspectiva regional está el narcotráfico, la trata de personas, la explotación sexual infantil, además de los productos falsificados, contrabando de especies silvestres y la pesca ilegal. Tales actividades son una amenaza para la democracia a través de la corrupción, pero más aún, afecta a las comunidades, en especial a los sectores más vulnerables, pues inhibe el desarrollo económico de acuerdo a los principios legales.

País de destino para el tráfico humano y de especies

De todas las regiones geográficas del planeta, Oceanía es una de las que tiene más baja criminalidad, sin embargo Australia es considerado un país de destino de varias actividades ilícitas. Según el Índice de Crimen Organizado en su informe de 2021, el país oceánico durante los últimos años ha sido el destino de varias formas de tráfico humano, principalmente con fines de explotación sexual y trabajo forzoso. En efecto, la explotación sexual ha tomado diversas formas, entre las que se destaca el trabajo en burdeles, lugares de masajes y casas particulares.

De esta manera, Australia es considerado por el índice como un país de destino -a pesar de ser uno de los que más bajo puntúa en tráfico humano- que ha ido en crecimiento, no obstante su condición insular y de difícil acceso. Pero también, ha mantenido una política de seguridad sólida en sus fronteras, principalmente para evitar el tráfico de armas de fuego hacia el país, que terminan en manos de delincuentes y bandas organizadas.

Pero además -sostiene el informe-, Australia ha logrado el control de sus fronteras y limitar la internación ilícita de bienes relacionados con la flora y fauna, específicamente madera no autorizada para su internación. Asimismo existe un peligro permanente de exportación ilegal de animales exóticos australianos, que por lo general son destinados a los mercados asiáticos. Esto ha llevado a operativos de incautaciones, tanto en tierra firme como en altamar.

A pesar de lo anterior, el informe señala que Australia y Oceanía en general tienen bajos niveles de criminalidad, muestra de ello es que sólo tienen dos mercados criminales destacados, a diferencia de otras latitudes donde el número puede fácilmente superar los tres. Esto no sólo se explica por sus condiciones geográficas que dificultan el acceso, sino también por su capacidad de resiliencia, expresada en tres políticas: liderazgo político, transparencia o rendición de cuentas y cooperación internacional.

La importancia de resguardar las fronteras

Otro de los lineamientos que se manifiesta de manera clara en el Libro Blanco de Política Exterior es la necesidad de proteger las fronteras. A pesar de ser un país insular, ha hecho una identificación clara de cuáles son los hitos principales que definen sus límites geográficos y su ubicación en la región.

En esta línea, ha hecho una definición sobre el resguardo de sus fronteras para proteger la economía interna y aprovechar los beneficios del comercio internacional, pues en la medida en que las autoridades tengan control sobre el flujo de bienes y personas, permite el disfrute de los beneficios de la conexión con el mundo, a la vez de mantener a raya las amenazas.

La lógica principal detrás de las acciones es que el principal elemento de disuasión es tener políticas fronterizas sólidas. Esto le ha llevado a buscar el liderazgo regional en la lucha contra del contrabando humano, las formas de esclavitud y delitos relacionados. De hecho, Australia en conjunto con Indonesia son presidentes del Proceso de Bali, formado el año 2002 para combatir el crimen organizado vinculado con la trata y el crimen organizado.

El proceso de Bali cuenta con la participación de 49 miembros, entre los que se encuentra el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Mundial de Migración, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). La estrategia de esta instancia es elevar los estándares de cooperación, no sólo para prevenir efectivamente el tráfico, sino también para proteger a las víctimas.

De tal manera, el Libro Blanco es claro en la declaración de sus principios para proteger al país del crimen organizado, identificando una realidad internacional y políticas claras para combatir el comercio ilítico.

Análisis desde la realidad chilena y latinoamericana

En relación al desempeño de los gobiernos latinoamericanos a la hora de llevar adelante acciones coordinadas para defenderse del crimen organizado, Sébastien Dubé, doctor en ciencia política y director del Observatorio Transfronterizo del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat (UNAP), afirmó que pondría una calificación negativa.

En su opinión, los países latinoamericanos “están reprobados”, ya que falta coordinación y la identificación de objetivos claros. “Las responsabilidades con respecto al crimen organizado, por ejemplo, están compartidas. Si pensamos en el tema del narcotráfico, esta actividad no existe sin oferta ni demanda. A mi juicio, la postura latinoamericana tradicional siempre fue apuntar a la responsabilidad de los países que son los mayores consumidores -Norteamérica y Europa- como si ese no fuera un problema en la región. En este sentido, por ejemplo, el llamado del senador Quintana a reconocer que Chile es uno de los países del hemisferio en los cuales se consumen más drogas, me parece positivo para abordar la problemática seriamente”, señaló.

En relación a los argumentos que se pueden esgrimir para que nuestras autoridades trabajen mancomunadamente con los países vecinos a la hora de enfrentar los problemas comunes en las fronteras, Dubé agregó que se deben dejar de lado los antiguos discursos de integración o de cooperación basados en la existencia de valores en común. "Tenemos que empezar a hablar de desafíos que requieren alianzas estratégicas concretas. Es fundamental reconocer las fallas en la gestión de las fronteras y las consecuencias de las desconfianzas mutuas entre países vecinos”, afirmó.

En esta línea, planteó que no es necesario un alto grado de afinidad para llevar adelante la cooperación. “Para empezar a enfrentar los desafíos actuales, no es necesario que los gobiernos de la región estén alineados ideológicamente y que sean amigos, solo deben decidir si quieren ser aliados o no. Debe haber espacios de diálogos multilaterales permanentes y una identificación de metas comunes claras y precisas. No significa que eso sea fácil, pero el status quo lo hace más difícil para todos”, agregó.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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