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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las razones ambientales que llevaron a China a desarrollar modelos de economía circular

22 agosto 2018

Debido a la necesidad de reducir la cantidad de materias primas importadas para la producción, pero también mejorar las perjudiciales condiciones ambientales en las que se encuentran cientos de miles de personas, el gigante asiático lleva a cabo una efectiva red de parques ecoindustriales para reutilizar los insumos, principalmente materiales pesados como el hierro y cobre.

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El proceso de desarrollo del modelo de economía circular en China comenzó con una política de su gobierno por implementar a través de políticas, pero también de medidas financieras, las condiciones para que las compañías comiencen a utilizar los residuos de otras industrias como insumos y reducir a una quinta parte el gasto utilizado en materias primas vírgenes. Una aproximación conceptual a este modelo económico y su implementación en el gigante asiático, a continuación.

Un costo elevado que paga el planeta

El actual paradigma de consumo supone linealidad, que nos lleva a comprar, utilizar y botar a la basura, desde alimentos, productos de limpieza y ropa, hasta muebles y productos tecnológicos, entre otros. Este modelo ha generado tal cantidad de basura, que hoy se hace difícil para muchos habitantes del planeta lidiar con extensas áreas ocupadas por vertederos, incluso por grandes islas de plástico en el océano. Para Martin Geissdoerfer, en un artículo publicado en la Revista de Producción Limpia, el principal peligro para esta visión lineal de extraer-utilizar-desechar radica en un inminente agotamiento de los recursos naturales y la disponibilidad de terrenos cultivables.

Es por ello que Pearce y Turner plantearon en su publicación de 1990 el concepto de economía circular, fundamentado en una forma de aprovechamiento de los recursos en la que la producción se realice según el mínimo indispensable para su uso, pero también por reutilizar aquellos componentes que por sus elementos químicos podrían ser contaminantes para el medioambiente. De tal manera, los plásticos, productos tecnológicos, metales, incluso baterías pueden aprovecharse para darles una nueva vida y reincorporarlos al ciclo de producción, ya sea para generar el mismo producto u otro.

De esta manera, las economías que han implementado modelos de economía circular han disminuido considerablemente el vacío de desperdicios en los vertederos gracias a la nueva vida que se le da a las mercancías, principalmente envases. El modelo circular no solo supone poner en práctica un principio ético, sino también de utilidad económica, pues los materiales nuevos por su alto costo dejan de ser atractivos y, por el contrario, son los que ya están en circulación los que cobran un valor mayor al que tenían antes.

Para Marcela Godoy, presidenta de la Asociación de Consumidores Sustentables de Chile y directora de sustentabilidad de la organización Stgo Slow, este es un cambio de paradigma al modelo económico que tenemos hoy, que es el lineal, “Es una solución a las problemáticas de extraer recursos, fabricar, usar y botar. Esto ha generado un agotamiento de los recursos, pero también ha demostrado que el modelo lineal es completamente ineficiente, por lo que esta propuesta va más allá de lo que desde hace 20 años se habla sobre reciclaje. Es una forma de abordar el flujo de materiales dentro de la economía, y aprovecharlo de la mejor manera. Para eso lo primero que se hace es eliminar el concepto de residuo, que se incorpora nuevamente como un valor en la economía. Esto surge como una teoría de cómo imitar el flujo de materiales en la naturaleza, entonces en esa observación se dieron cuenta que no existe el concepto de residuos, pero sí el de nutrientes, entonces al eliminar ese concepto los materiales siempre serán considerados residuos”, señaló.

Más aún, Godoy explica la forma cómo se estructura el ciclo de este modelo económico. “A diferencia de la naturaleza, en la economía tenemos materiales que han sido modificados a través de la tecnología, tales como el plástico, el hormigón, metales, entre otros. Entonces como la naturaleza funciona a la perfección, donde una hoja que cae de un árbol a la tierra se reintegra y es alimento de otro elemento u otro ser en la cadena trófica. En nuestro caso, eso es imposible, porque hemos modificado las particulas a tal nivel que la tierra no es capaz de abosrberla, la desconoce. Entonces la propuesta de la economía circular no es volver a ser de barro y paja, sino asumir que toda la cultura material como seres humanos tiene que ser diseñada para reinsertarse en los ciclos, por eso se habla de ciclos biológicos y ciclos ténicos. Entonces ahí se vuelve a la tierra de una diferente manera, por ejemplo, a través de compostaje que puede convertirse en tierra o en fertilizante, o una transformación energética que genere biogas. Por otro lado está el ciclo técnico, donde están los metales que son 100 por ciento reciclables para volver a ser reutilizados, los plásticos que podrían mejorar tecnológicamente los que exigen sin perder sus propiedades mecánicas, entre otros”, agregó.

28 años después de que Pearce y Turner oficializaran el término de economía circular, existe una amplia variedad de estudios y fundaciones orientadas a desarrollar dicho principio, ya sea con el fin de reducir el impacto negativo de la basura en el medioambiente, o bien para sentar las bases de un modelo productivo sostenible que pueda considerarse en la toma de decisiones. Más aún, este paradigma económico coincide con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) número 7 sobre energía renovable, el 8 sobre empleo digno, el 9 sobre industria e innovación sostenible, el 12 sobre consumo responsable, el 13 de acción por el clima y el 15 acerca de la vida en los ecosistemas terrestres.

La pionera experiencia de economía circular en China

La implementación de los principios de la economía circular en la región Asia Pacífico ha sido una necesidad revelada, ya que en los últimas dos décadas el crecimiento económico ha tenido como consecuencia un aumento sostenido en la cantidad de consumidores. Este efecto, considerado por muchos economistas como un ciclo virtuoso de las economías asiáticas, ha mostrado un lado oscuro del cual algunos gobiernos se han hecho cargo. Se trata de elevadas cantidades de emisión de gases efecto invernadero (GEI) y un crecimiento exponencial de residuos plásticos.

Según señala el programa ambiental de Naciones Unidas en un documento previo al encuentro anual sobre economía circular a realizarse entre el 18 y 20 de septiembre de 2018, las medidas que han estado tomando los gobiernos de la región se fundamentan en dos principios básicos. En primer lugar, la puesta en marcha de innovaciones que permitan negocios de economía compartida, con el fin de reutilizar recursos productivos y evitar la generación de desechos. En segundo lugar, provocar cambios en el comportamiento de consumo y el estilo de vida de los individuos, siendo el sector público quien lidere este proceso.

Es en este contexto que resaltan casos innovadores como el de China, donde se han instalado los primeros parques industriales con el fin de desarrollar la economía circular. En un artículo de Mathews y Hao Tan en la revista Nature de marzo de 2016, señalan como el gigante asiático ha tomado serias medidas durante la última década para promover la recirculación de materiales de desechos, estas iniciativas más que financieras, han sido políticas públicas y legislación que tienen como objetivo “cerrar bucles industriales para convertir los residuos de un fabricante en los insumos para otro”, señala el texto.

Menos contaminación y mayor independencia económica

La necesidad de fortalecer la infraestructura pública y privada para el establecimiento de la economía circular, se explica por la desproporción en la producción de materiales y mercancías. Por ejemplo, las compañías chinas requieren de 2,5 kilos de materiales para producir un dólar del Producto Interno Bruto (PIB), esto en contraposición al poco más de medio kilo que utilizan los países de la OCDE. Más aún, el artículo comenta que durante el año 2014 China generó más de tres mil 200 millones de toneladas de desechos sólidos industriales, de los cuales se recuperaron dos mil millones de toneladas a través del reciclaje.

Por si fuera poco, en diciembre de 2015 se produjo el deslizamiento de tierra en un basurero en Shenzhen que dejó a 73 personas muertas. Esta catástrofe llevó a un aumento en la cantidad de protestas por parte de residentes locales, que ya se venían produciendo por la contaminación que producían los procesos de incineración de residuos. La consideración de tales eventos y la necesidad estratégica del gigante asiático por no depender de la importación de combustibles y minerales desde países inestables, ha llevado a que tome serias medidas para la solución.

La más importante de las decisiones tomadas fue la creación del nuevo Distrito de Suzhou. Ubicada cerca de Shanghai, dispone de 52 kilómetros cuadrados para alojar a cuatro mil empresas tecnológicas y manufactureras. En este reducto los fabricantes de placas o circuitos utilizan cobre que se desecha de otras compañías residentes en el parque, en vez de importar la producción de empresas mineras. Este distrito es consecuencia del interés manifestado por el gobierno chino, que a partir de 2005 mediante su Consejo de Estado emitieron un documento donde se reconocen los riesgos económicos que produce la explotación de recursos pesados. Más aún, reconocen en la economía circular el medio principal para manejarlos.

La necesidad de incorporar dicho paradigma en la gestión pública de los recursos llevó a que la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC), que es la principal agencia de planificación del país incorporara a otros organismos como el Ministerio de Protección Ambiental para impulsar políticas fiscales y un fondo para apoyar la conversión de los parques industriales en aglomeraciones ecoindustriales. El espíritu de esta preocupación por parte del gobierno se plasmó en un capítulo durante el XI Plan Quinquenal de 2006-2010, que luego se repitió en los siguientes donde se asignaron objetivos para las industrias del carbón, acero, electrónica, química y petroquímica, como la reutilización del 72 por ciento de los residuos sólidos.

Posibilidad de implementar la economía circular en la realidad chilena

En nuestro país, la posibilidad de desarrollar parques industriales que funcionen según el modelo de la economía circular, es lejana en el corto plazo. Sin embargo, en mayo de 2016 fue promulgada la Ley Marco para la Gestión de Residuos, Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje, conocida con las siglas REP. Aunque el Ministerio de Medioambiente aún se encuentra en la elaboración de los decretos metas, se espera que con esta legislación se reutilicen papeles, cartones, envases plásticos, neumáticos, entre otros materiales.

Una opinión positiva de esta ley tuvo Marcela Godoy, ya que se observó la experiencia de países desarrollados. “Se evaluó lo que se hizo en Europa, pero con un enfoque en la valorización y no en la prevención de residuos, por eso hay altas tasas de valorización y no un nuevo diseño de productos ecológicos, entonces eso es lo que nuestra ley está cambiando. Por eso, la ley REP propone la prevención en la generación de residuos y el ecodiseño como instrumento económico de valorización de esos residuos, para que podamos valorarlos desde el diseño y no estemos tratando de arreglarlos cuando la gente los esté comprando”, sostuvo.

Para finalizar, se refirió a los desafíos que tendría esta ley para su implementación. “Tiene que ver en cómo generar los incentivos para que los consumidores efectivamente se sumen a la implementación de la economía circular que es lo que nosotros llamamos el consumo circular. Esto se tiene que hacer mediante incentivos, a través de educación con el fin de que penetre en todas las áreas del tejido ciudadano, desde los jardines infantiles hasta las universidades, pasando por la televisión, es decir, marketing. Lo otro es aumentar las capacidades instaladas de valorización que en Chile son muy pocas, por ejemplo, si decidiéramos todos comenzar a reciclar no tendríamos empresas que reciban todos los residuos que generaríamos”, sentenció.


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