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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las recomendaciones para que Australia evite el aumento de mega incendios forestales durante 2024

14 noviembre 2023

Después del verano negro de 2020 el riesgo de incendios pudo haber desaparecido de la conciencia colectiva australiana por el aumento en la cantidad de lluvia. Sin embargo, la creciente humedad se ha convertido en un peligro de doble filo, pues la proliferación de pastizales -incluso en áreas desérticas- han generado múltiples incendios desde el verano hasta la primavera. El Consejo Climático y Líderes de Emergencia para la Acción Climática entregó una serie de políticas para evitar que el desastre para el verano de 2024 sea peor.

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Australia ha sido conocida como una tierra de largas sequías pero también de inundaciones. El cambio climático juega un papel importante en esta bipolaridad, pues ha empeorado estos eventos climáticos extremos. Entre otras acciones, se recomienda a las autoridades llevar adelante una evaluación nacional de riesgos de cambio climático como base para coordinar esfuerzos de adaptación y mitigación. La importancia de conocer este caso radica en que Australia y Chile son países espejo en cuanto a la estacionalidad y prevalencia de megaincendios forestales. Más detalles sobre esta realidad, en la siguiente nota.

Más lluvias hoy, más incendios mañana

Desde 2020 que se ha producido un alza en las precipitaciones que rompió con una tendencia a la baja que comenzó a marcarse sostenidamente en 2016. De hecho, el 2019 fue el año más seco de los últimos 20 años, cuando se registraron 275 milímetros según cifras de Statista. En 2022 se acumularon 587 milímetros, cantidad solamente superada por los 696 de 2016.

Sin embargo, esta recuperación en el nivel de las precipitaciones no ha significado que los riesgos de incendios forestales disminuyan, sino por el contrario, han aumentado su intensidad. De hecho, la primavera de 2023 comenzó con una gran ola de calor que provocó una seguidilla de incendios que durante días se propagaron sin control. Una nota de Deutsche Welle entregó la cifra de 400 en Queensland y más de 100 en Nueva Gales del Sur, durante la última semana de octubre. Por su parte, una nota de The Guardian señaló que los incendios durante 2024 podrían ser los más significativos desde 2019.

Estas alertas fueron respaldadas por un informe del Consejo Climático y Líderes de Emergencia para la Acción Climática (Climate Council and Emergency Leaders for Climate Action), advirtió en febrero de 2023 que Australia debía prepararse para incendios de pastizales a una escala sin precedentes el verano siguiente en 2024.

Este aumento del riesgo de incendios está potenciado por la crisis climática, ya que el crecimiento excesivo de vegetación y las condiciones de calor extremo durante el verano crean condiciones consideradas como “explosivas” para futuros incendios. Por lo tanto, se espera que la temporada de incendios este verano sea igual o peor que las condiciones normales.

El informe también hace varias recomendaciones, como el aumento de fondos para servicios de emergencia y agencias de manejo de tierras, así como la necesidad de una estrategia integrada de adaptación al clima y resiliencia ante desastres. Una explicación de estas medidas, a continuación.

Políticas para la resiliencia frente a desastres cada vez más frecuentes

Para nadie es nuevo que el cambio climático nos ha llevado a una nueva era de amenazas de desastres cada vez más severos y, sobre todo, frecuentes. El informe del Climate Council and Emergency Leaders for Climate Action afirma que el sistema de gestión de emergencias, respuesta y recuperación en Australia fue creado para enfrentar un entorno mucho más tranquilo en la década de 1990, por lo tanto, no estaría preparado para lidiar con la escala y frecuencia de los desastres que ocurren hoy. Sin cambios importantes -sostiene- las autoridades no podrán hacer frente a las amenazas cada vez más peligrosas a medida que el calentamiento global empeora.

De tal manera, son 13 las políticas que se proponen para enfrentar un entorno cambiante y radical que genera el cambio climático, estas políticas son:

  1. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles significativamente bajos para el 2030 y lograr emisiones netas cero para el 2035.
  2. Desarrollar una estrategia nacional integrada de adaptación al cambio climático y resiliencia ante desastres, con medidas y plazos claros para su implementación.
  3. Realizar una Evaluación Nacional de Riesgos del Cambio Climático como base para coordinar esfuerzos de adaptación y mitigación.
  4. Proporcionar proyecciones climáticas regionalizadas a los gobiernos a nivel nacional, estatal y territorial.
  5. Implementar recomendaciones de investigaciones expertas y proporcionar informes regulares sobre el progreso en la implementación de recomendaciones.
  6. Aumentar la inversión pública en adaptación y resiliencia en lugar de centrarse principalmente en respuesta y recuperación.
  7. Financiar trabajos de mitigación de incendios, incluyendo reducción de combustible, prevención de incendios y programas de información comunitaria.
  8. Desarrollar marcos para mejorar la resiliencia comunitaria al reconstruir después de desastres con fondos federales.
  9. Llevar adelante programas para construir la resiliencia comunitaria ante fenómenos meteorológicos extremos y desastres.
  10. Simplificar los procesos de solicitud de fondos para la recuperación después de desastres.
  11. Refinar los arreglos para brindar apoyo y servicios de salud mental después de desastres naturales.
  12. Proporcionar edificios comunitarios de doble uso en comunidades remotas o en riesgo extremo, capaces de brindar refugio en emergencias extremas.
  13. Incorporar la quema cultural en programas más amplios de mitigación de incendios, eliminando barreras institucionales y legislativas.

De tal manera, la recomendación es que los gobiernos territoriales a todos los niveles deberían invertir urgentemente en medidas que ayuden a las comunidades a resistir y enfrentar los impactos climáticos. Estas medidas se pueden expresar en prevenir, gestionar y mitigar de manera más efectiva los impactos de los desastres. Por lo tanto, los responsables de las políticas tienen la misión de aumentar urgentemente la financiación para la prevención de riesgos comunitarios y los servicios de emergencia, que también necesitan más voluntarios y personal a tiempo completo.

Posibilidad de megaincendios en el verano 2024 en Chile

De la misma manera como en Australia, en nuestro país se produjo un aumento de las precipitaciones durante 2024 y con ello la proliferación de vegetación que durante el verano podría secarse y convertirse en potencial material de incendios. Frente a ello es fundamental incrementar la resiliencia y las capacidades de prevención.

Esta idea es respaldada por Rocío Fernández, quien desde la Fundación Mi Parque ha hecho un seguimiento de este tipo de desastres y sus consecuencias en parques y reservas forestales. “En los últimos cinco años el cambio climático ha incrementado la recurrencia de incendios. Anteriormente, los percibíamos como eventos aislados, pero lamentablemente, en los últimos tres veranos, los ecosistemas se han visto afectados, especialmente debido a las lluvias durante la primavera, lo que lleva a un aumento en el crecimiento de hierbas y pastos anuales. Estas plantas crecen rápidamente y se secan con rapidez debido a las altas temperaturas, vientos intensos y baja humedad, que han caracterizado los veranos recientes”, señaló.

Además, coincidió con la idea de que este año hemos tenido mayor cantidad de precipitaciones, sin embargo, llamó la atención sobre otros factores que incrementan el potencial de peligro. “Los monocultivos han debilitado los bosques, reservas y plantaciones, haciéndolos más vulnerables a plagas y enfermedades. Esta vulnerabilidad los hace propensos a ser arrasados por incendios, lo que afecta no solo la biodiversidad y la calidad del aire, sino también a las comunidades. Es un desafío al que debemos enfrentarnos colectivamente para mitigar sus impactos”, sostuvo.

En ese sentido, describió la capacidad que cuentan hoy nuestros bosques para protegerse de un eventual aumento de incendios. “Hoy el control y la prevención de incendios se centran principalmente en parques, reservas naturales con un enfoque de gobernanza a diferentes niveles, generalmente a través de CONAF, los municipios y bomberos. Sin embargo, debido al crecimiento urbano, las viviendas, parques nuevos y zonas urbanas verdes cada vez se encuentran más cerca de áreas desprotegidas y son más susceptibles a los incendios. Por lo tanto, es crucial trabajar en colaboración con municipios y bomberos, pero también es importante considerar una planificación territorial que tenga en cuenta las diversas circunstancias en las que se encuentran estas áreas”, comentó.

Sobre esta idea, planteó que es fundamental abordar la prevención de incendios como parte integral de la planificación urbana. “Necesitamos promover la conciencia y educación en las comunidades para un uso responsable de las áreas protegidas y del medio ambiente en general. La educación con planes enfocados en la protección contra incendios, el manejo de desechos y la promoción de prácticas responsables pueden contribuir a reducir los incendios provocados por acciones humanas. Además, se debe regular el desarrollo que pueda impactar negativamente en la prevención de incendios, como la agroindustria y proyectos inmobiliarios. En los últimos 10 años, ha habido un cambio positivo en este sentido, con un enfoque conjunto en la planificación territorial que abarque todos los aspectos ecológicos, sociales y culturales como parte integral de la prevención de incendios”, explicó.

Por último, recalcó la importancia de preservar y regenerar ecosistemas con flora nativa por su capacidad de resiliencia frente a incendios e inundaciones. “Es fundamental debido a su mayor resistencia a los impactos ambientales, incluyendo su capacidad para resistir plagas, enfermedades y los efectos del cambio climático. Esto es relevante tanto para la industria forestal como para la integración de especies más adaptadas a entornos urbanos en lugar de vegetación introducida. La diversidad de la flora nativa contribuye a la biodiversidad urbana y de los ecosistemas, por lo que es crucial no descuidarla”, sentenció.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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