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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

El peligro de los vertederos clausurados en Nueva Zelandia durante las inundaciones

25 abril 2023

Aunque las autoridades y la ciudadanía organizada han llevado adelante acciones para limpiar y despejar sitios en riesgo, el Ministerio de Ambiente hizo un llamado a gestionar con mayor seriedad aquellos depósitos aunque no muestren desechos plásticos en la superficie, ya que frente a los efectos del cambio climático son desastrosos.

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En Nueva Zelandia las alertas sobre el potencial de contaminación de los vertederos en desuso se encendieron con la catástrofe del río Fox en 2019, que luego de aumentar su caudal producto de los aluviones, arrastró material plástico hacia el mar que fue depositado hace varios años a pocos metros de un glaciar. Aunque existe preocupación en todos los sectores, todavía persisten más de 300 focos de peligro latente. Más de esta experiencia, en la siguiente nota.

Enfoque centrado en la prevención más que en la capacidad reactiva

Los vertederos revisten una gran cantidad de peligros para el entorno y las comunidades que les rodean. Esta peligrosidad tiene un alcance mucho más amplio cuando se junta con el caudal de los ríos, ya que la basura y demás residuos tóxicos podrían extenderse por varios kilómetros hasta llegar al océano.

Precisamente, fue esto lo que sucedió en Nueva Zelandia con el río Fox, en la cordillera de Paparoa, en la Isla Sur del país, considerado uno de los lugares más prístinos, por situarse en el mismo ecosistema de un glaciar. En marzo de 2019 una gran tormenta azotó el lugar y arrasó parte de un vertedero inactivo que se situaba cerca de los glaciares y dejó a su paso una gran cantidad de plásticos.

Una nota publicada por la Oficina del Asesor Científico Principal del Primer Ministro, entregó algunas cifras sobre el descalabro ecológico que produjo la crecida del río. Luego de este desastre ambiental, el Departamento de Conservación se hizo cargo de la limpieza en conjunto con la Fuerza de Defensa y voluntarios. Fueron 135 mil kilos de basura desplegados en 21 kilómetros de río y 64 kilómetros de costa.

Toda esta basura se evidenció en 11 mil bolsas, pero el hecho que más curiosidad podría despertar sobre este tipo de catástrofes es que el vertedero cercano al glaciar estaba en desuso hace varios años. Se trata de un depósito que había sido desmantelado y que, por lo tanto, funcionó cuando existían requisitos regulatorios menos estrictos. Más aún, la publicación sostiene que para el momento de la ocurrencia de este hecho, existían 100 vertederos de este tipo que estarían comprometidos o lo estarán en un futuro cercano.

La recomendación del órgano científico del gobierno es que se hace necesaria, cada vez más, la adopción de enfoques preventivos más que reactivos para evitar que los vertederos activos e inactivos pongan en riesgo el ambiente. Tal mirada supone controlar aquellos que sean problemáticos y estabilizar los que presentan riesgos a futuro, de manera tal de no solamente considerar peligrosos aquellos que tengan desechos a la vista, sino también aquellos que a pesar de estar escondidos tienen aún el potencial de ingresar en el entorno.

El riesgo sigue latente a pesar de las acciones de limpieza

El riesgo que significan los vertederos para los ecosistemas y las comunidades aumenta con los efectos del cambio climático. Esta es una de las alertas emitidas en un reporte sobre los peligros de la crisis climática en Nueva Zelandia, publicado por el Ministerio de Ambiente. En él, se señala que vertederos activos y cerrados, pero también las áreas contaminadas a lo largo y ancho del territorio se encuentran en riesgo frente a eventos climáticos como inundaciones, aumento del nivel del mar y la erosión.

En efecto, en este informe publicado casi un año después del desastre del río Fox, se expone sobre el potencial de peligros de los vertederos cerrados, ya que los vigentes han sido ubicados en sitios con riesgos menores. Aunque advierte que en 2001 dicho ministerio ya había alertado sobre este problema y remarcó que con cualquier falla en el terreno se movilizan contaminantes que tienen “consecuencias en cascada” para la salud pública, los ecosistemas y, por ende, la economía.

De tal manera, aclara que si bien los vertederos activos pueden tener menos posibilidades de desencadenar catástrofes, no se trata de una regla de oro, ya que cada vertedero tiene condiciones distintas en términos de emplazamiento, tipos de residuos, capacidad de adaptación, entendimiento de los sitios y diferentes formas de gestión de acuerdo a los recursos empleados. De tal manera, aunque hay riesgos que en la actualidad se perciben como moderados, es probable que en el futuro aumenten.

Pero el problema de los vertederos y sus riesgos para el ambiente han seguido siendo alertados un año después, cuando en marzo de 2021 el medio independiente Stuff publicó un reportaje en el que se da cuenta de que al menos 321 depósitos antiguos de basura en todo el país se encuentran en riesgo producto de “mares embravecidos e inundaciones de los ríos”. En la misma línea del informe elaborado por el Ministerio de Ambiente, sostuvo que la falta de información sobre este problema es un riesgo sustancial por la amenaza que reviste la falta de seriedad a la hora de evaluar este fenómeno.

Ahora bien, en relación a lo descrito en Nueva Zelandia cabe preguntarse qué tan distinta es la realidad de nuestro país y qué acciones o ideas se están discutiendo en el Congreso acerca de esta problemática.

Proyecto de ley busca el aumento de sanciones

La situación de los vertederos en nuestro país no es mejor que en Nueva Zelandia, sino que todo lo contrario. Diversos estudios y reportajes han demostrado la proliferación de basurales clandestinos a lo largo de nuestro país. Más aún, hay comunas que estarían llevando sus residuos a depósitos que no cumplen con los estándares establecidos por la normativa vigente.

Una tesis de Evelyn Bravo Cariqueo sobre la localización de vertederos ilegales y microbasurales presentes en la comuna de Lampa, publicada en en 2019 por la Universidad de Chile, indica que a nivel nacional más de un 60 por ciento de los desechos se depositan en rellenos sanitarios que no cumplen con la reglamentación. Más aún, un 22 por ciento de vertederos y basurales estarían fuera de toda legislación.

Esta realidad, cobra especial relevancia a la luz de la experiencia neozelandesa y la posibilidad de una mayor cantidad de precipitaciones durante el invierno de 2023 producto del fenómeno de El Niño.

Un proyecto de ley para aumentar las sanciones a quienes arrojen basura en sitios eriazos y espacios públicos fue presentado en la Cámara de Diputadas y Diputados. El objetivo de esta moción es que además del aumento de las consecuencias penales en contra de quienes botan basura en espacios públicos, se eleven los rangos sancionatorios a quienes lleven adelante este tipo de acciones en playas, ríos, monumentos naturales y áreas de conservación.

Su autor, el diputado Daniel Manouchehri, entregó detalles sobre las motivaciones que contribuyeron a darle origen a esta moción, una de ellas es que sean los propios ciudadanos y ciudadanas responsables de sus desperdicios y que no proliferen vertederos en sitios no adecuados. “La gente merece vivir en lugares seguros y limpios. Nuestros barrios se están convirtiendo en basurales. Estamos ante una crisis medioambiental a nivel mundial y no sólo se ve reflejado en la acción de las industrias, sino también en el día a día de las y los chilenos. Plazas, calles, costaneras, espacios eriazos y cerros llenos de desechos”, explicó.

Este flagelo, en su opinión, no sería un cúmulo de hechos aislados. “Es un problema que viven todas las comunas de nuestro país, una preocupación ciudadana y una necesidad que necesitamos atender como autoridades y representantes populares. Las penas actuales no logran disuadir. Este proyecto nace como un acto de empatía con los millones de vecinos que no quieren más basura en sus barrios”, agregó.

Asimismo, el representante del distrito 5 de la Región de Coquimbo, se refirió a las instituciones públicas que cree deberían involucrarse en la fiscalización y prevención de este problema. “En la prevención, se debe hacer una labor importante de concientización desde los colegios y desde los grupos familiares. Respecto a la fiscalización, es una labor que puede ser ejecutada por los servicios de seguridad municipal, en el caso de faltas leves. Las policías en el caso de quienes depositen desechos de gran tamaño a espacios públicos o sitios eriazos, incluso la armada en el caso de las playas, tal como lo ha hecho en el control de otras incivilidades”, señaló.

No perder de vista la importancia de la educación

En caso de convertirse en ley, el parlamentario cree que para inhibir efectivamente las conductas de contaminación, es necesario emprender simultáneamente otras iniciativas, fundamentalmente la concientización en las nuevas generaciones. “Con esta ley #BarriosLimpios los que generen microbasurales pueden terminar en la cárcel y eso es un cambio de paradigma. Aumentar las penas a quienes contaminen barrios, espacios protegidos y sitios eriazos, sin duda, es un complemento en un arduo trabajo de concientización que debe generarse a nivel educacional. Nuestros niños y niñas deben tener una formación y conciencia ecológica desde los colegios y también espacios recreativos que fomenten la conciencia del cuidado al medio ambiente. Por sí sólo el problema no se resuelve con sanciones, pero sí es un complemento a un trabajo más profundo de concientización”, aseveró.

Por último, hizo un llamado a la ciudadanía para que no se siga incurriendo en este tipo de acciones que perjudican la vida en el planeta. “El llamado es recordar que convivimos en comunidad, con vecinos, vecinas, animales y un ecosistema muy complejo que debemos preservar para nuestros hijos y nietos. El planeta es uno sólo, y no tenemos cómo reemplazarlo cuando sea demasiado tarde para limpiarlo”, sentenció.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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