Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 55
- Celebrada el 07 de mayo de 1969
- Legislatura Extraordinaria periodo 1968 -1969
Índice
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El señor
Agradezco la deferencia que ha tenido para conmigo el Partido Socialista, como asimismo mi amigo el Honorable señor Gómez, al cederme su tiempo para expresar en éste, mi último discurso parlamentario, algunas consideraciones que surgen de una labor honesta, quizás sin brillo, pero intensamente valiente, sobre nuestro parecer junto al acontecer nacional e internacional.
Si bien es cierto que un día expresé: "Me retiro, después de veinte años de militancia, del Partido Comunista, para seguir siendo comunista", no lo es menos que hoy día, y en lo sucesivo, quiero seguir pensando y actuando como lo he hecho, no solo, no aislado, como comunista, pues esta posición es consustancial con mi vida.
Comienzo por agradecer, como lo han hecho otros colegas Senadores, a los Honorables señores Tomás Reyes y Raúl Juliet, quienes en emotiva despedida han dispensado, con elegancia y largueza, adjetivos que creemos no merecer.
Empero, no voy a caer en el delirio onírico de encontrar que este Poder representa la meta de aspiraciones postergadas de quienes, un día cualquiera, nos entregaron su confianza en un voto, halagados desde tribunas, prensa, radio, dádivas y televisión, por la música de ambientación, por el canto de sirena de promesas irrealizables en una democracia dominada por opresores de adentro y de afuera.
Diatribas, penas, luchas a veces estériles, discursos que creí plagados de verdades, posición atea difundida con calor, ironías que a veces demuestran más que silogismos preparados, fueron poco a poco configurando un agregado al trasfondo de mis inquietudes; fueron retirándome las anteojeras que a veces portamos; fueron quitando los árboles del primer plano para ver todo el bosque del paisaje nacional. Ello no significa que, por el hecho de que la vida política, principalmente la parlamentaria, coloca a éstos en el primer plano del comentario nacional, nos vamos a sumergir para la lucha reivindicativa. De ningún modo; seguiremos en la trinchera popular desafiando a la jauría, a los mastines que sólo viven para sí. Seguiremos desafiando a quienes pretenden menoscabar la personalidad humana hurgando en el pasado o mirando al microscopio la vida privada, como si la escala de los valores tuviese que ver con la opinión de los buceadores que juzgan a un hombre por el color de sus calcetines, como si estuvieren mirando a una afrodisíaca niña, con inquietud geométrica, el seno o el coseno en el triángulo de su escote. Desafiaremos a los "anafres" que, de mohosos y fabricantes de espíritu de vino desnaturalizado, ya ni calientan en sus propios hogares políticos, cuando pretenden poner una pica en Flandes diciendo que el Senador Barros a los 20 años de edad fue nacional-socialista. Sí, lo fue, durante tres meses, y salió asqueado de ese partido cuando en el café "Volga" estos sátrapas le mataron a su amigo, el poeta socialista Barreto, aunque, en realidad, debo recordar también a mis otros amigos: Marcos Magasich, Parada, Sepúlveda, y tantos otros inmolados en el Seguro Obrero al imperioso grito del "mandamás": "¡Mátenlos a todos!"
Pero hay diferencia, señor Onofre Jarpa. Usted siguió manteniendo la casaca parda con los Silva Espejo y el propio jefe, González von Marées, que se pasaron al lado de los masacradores. Este modesto deportista y médico era ya en ese entonces, en Punta Arenas, miembro de un partido que no tenía representación nacional, sino únicamente local: el Partido Regionalista. Nuestros candidatos, en lo local, eran sólo para regidores, y en lo nacional, siempre tuvimos en el Partido Socialista a nuestro heraldo: se llamaba Juan Efraín Ojeda. ¿Por qué el "anafre" prepotente no se pone una mano en su pecho y asegura que los asesinos del Seguro Obrero -traicionados por su "jefe", que, como camaleón, viró al Partido Liberal- estarían como él hoy día en el Partido Nacional?
Estoy seguro de que ni serían peones de los Edwards ni émulos de un profitador de loterías entre clanes, donde se pavonean los Frías, los Jarpa y compañía. Si resucitasen de sus tumbas, estarían en las filas de la Izquierda, clamando contra el mesianismo de los buceadores de sarcófagos.
Para denigrar a parlamentarios que no hemos tenido el "tupé" de hacer declaraciones de rentas antes de llegar a posar glúteos en estas sillas, no cuesta nada: basta que un hombre de Izquierda empine una copa de champán en un bautizo cualquiera, o que lo sorprendan manejando, por "motivos profesionales, un automóvil prestado, que no corresponde ni remotamente a sus entradas, para que el receptáculo sofisticado de los buceadores se largue en picada, dejando entrever riqueza. ' Declaro hoy que no poseo, como no poseía antes de entrar a este recinto, ni acciones, ni bonos, ni propiedades, ni bien alguno aquí o en el extranjero. Sólo tengo un viejo Ford 30, armado, naturalmente, en Estados Unidos. ¡Nada más!
La almidonada galería de momios, con sus "bellezas" que imitan la enyesada sonrisa de las azafatas, puede estar tranquila: jamás verán en este médico a un competidor económico. Lo encontrarán, sí, en la otra trinchera, en la barricada opuesta, "firme junto al pueblo", para usar una feliz frase de "Clarín". Mi ideario comunista estará siempre al lado de quienes quieren terminar con la explotación de nuestra patria, hasta llegar integralmente a la implantación del socialismo.
Tantas y tantas elecciones fueron formando en mí la convicción de que nada sacamos con cambiar periódicamente hombres en La Moneda y el Parlamento, si los problemas siguen más y más agudos en el país. Y dentro de este ideario, continuaré, en lo profundo de mi conciencia, valorando qué países han traicionado al marxismo - leninismo mediante la formación de una nueva burguesía burocrática, que hasta ha prostituido los principios aceptando concomitancia con el imperialismo norteamericano. He acogido, en tal sentido, el apelativo de "Pekín Barros", porque estimo que la conducción del marxismo - leninismo bajo la bandera del Presidente Mao, ha conmovido a los revolucionarios del mundo entero, repudiando a los renegados tipos Kruschev y sucesores, que, escudados en la "vía pacífica" del poder, en la "coexistencia pacífica" con los imperialistas, y en la invención de la vía "no capitalista", están pavimentando el camino al reformismo.
China y Albania, en tal sentido, sin exportar fórmulas esquemáticas ni enyesadas, están dando un ejemplo y una base de apoyo a la revolución mundial. Con su revolución cultural proletaria, China ha enriquecido al marxismo- leninismo, pues ha asegurado el afianzamiento de la revolución, creando un cuadro revolucionario moral ideológicamente firme e incapaz de hacer retornar el poder al capitalismo. ¡Tiemblan por ello los imperialistas que estudian fórmulas para repartirse el mundo bajo un paraguas atómico! China no nos pide, ni nosotros aceptaríamos, calcar su revolución; pero, en cambio, nos ha entregado en el pensamiento de Mao Tsetung las armas para que formulemos las leyes propias de la revolución en cada uno dé los continentes de las tres letras a: Asia, Africa y América Latina. Por eso, y no por otra causa, somos pekinistas.
Aún más, cuando en el escenario de la revolución surgen hombres que demuestran un sólido odio al imperialismo y una lucha abierta hasta las últimas consecuencias, tenemos la obligación de apoyarlos, y los apoyaremos con todas nuestras fuerzas para obtener el triunfo deseado.
No hemos dejado de admirar al fraile Camilo Torres, inmolado en defensa de su patria que quería libre; de Hugo Blanco, de Lobatón, de Yon Sosa, de Regis Debray, "Inti" y "Coco" Peredo, etcétera, puntales todos en América de la lucha antimperialista. Rendimos el merecido homenaje al camarada Adolfo Gilly, ideólogo querido por nosotros, cuando desde su tribuna en "Monthly Review", y desde aquí, trabajó por Salvador Allende en su candidatura presidencial. Gilly está preso desde hace dos años en Méjico, junto a los compañeros Oscar Fernández Bruno, Teresa Confreta, Gilardo Islas, Genaro Jongitud y Tito Domínguez. ¿Cuál fue su delito? "Disolución social", nada más. ¿Qué hemos hecho en solidaridad internacional para clamar a Díaz Ordaz sus libertades? ¡Nada!
Lo que acontece es que estos camaradas no están en la lista oficial, como no lo están tantos otros que los revolucionarios del voto han dado en llamar "grupúsculos".
Aparte mi intervención en el Senado, el revisionismo nada ha expresado sobre la guerra popular en Colombia, que costó la vida hace pocos días al camarada Pedro
Vásquez: ocurre que el Partido Comunista de Colombia (marxista - leninista) es un "grupúsculo" para los revolucionarios de "carnet" y derecho a voto, aunque su Ejército Popular de Liberación, con tremendo apoyo campesino, esté copando los departamentos de Antioquía, Córdoba, Sucre, Choco, Atlántico, Bolívar y Magdalena.
Asimismo, la inmolación del "Che" Guevara y su homenaje en este alfombrado y confortable Senado resultó, a mi modo de entender, un paso de comedia que jamás podré comprender en la Izquierda chilena. ¡Menos mal que en aquella época alcancé a descargar mi asombro!
Sin embargo, no podría retirarme de este templo "legal" sin antes hacer unas reflexiones sobre lo que debe entenderse por lucha revolucionaria, por vía revolucionaria, por programa revolucionario, en el momento actual.
Lo hago en el afán de que las cosas se digan por su nombre y no se mistifique a las masas creyendo en el mesías, o creyendo que una bendición vaticana, un viaje a Moscú, un apretón de manos a Fidel Castro o una taza de té en el Palacio de Verano de Pekín, le darán el bautismo de fuego al candidato popular.
Meditemos en una Izquierda -por no decir un FRAP- que no grita a pulmón lleno la necesidad del control proletario del Poder, de las estatizaciones. ¿Acaso no sabemos que hay burócratas sindicales que están entorpeciendo el llamado número uno del pueblo, la toma del Poder? ¿Acaso el planteamiento primordial, el Frente Unico Antimperialista, ha adquirido la preeminencia que realmente necesita?
Sin el conocimiento de la premisa básica, la lucha contra el imperialismo norteamericano hasta aplastarlo, todos los demás problemas, que son corolario de aquél, no tendrán adecuada solución. Si estuviese en la posición de los electoreros, estaría de acuerdo ciento por ciento en que, previamente a la designación de un candidato presidencial, es preciso tener un programa claro, profundo, como corresponde a marxistas auténticos. ¡Nada de eufemismos, de medias tintas!
Pero ¿se atreverán a "cacarear", el programa diciendo al pan, pan y al vino, vino?
Un verdadero revolucionario no puede embarcarse en programas ambiguos, castrados, de dulce y de grasa, como para halagar a la Izquierda y no asustar a la Derecha. Para eso sigamos en el reformismo, sigamos castrando revolucionarios y mantengamos a la Democracia Cristiana como ejemplo del tartufismo político y meta de realizaciones. Sigamos la política de la balcanizada Democracia Cristiana -partido que me atrevo a llamar de las "alpargatas", que tanto sirven para caminar con la Derecha como con la Izquierda-.
Pues bien, cuando la Izquierda chilena se atreva a gritar que su Gobierno hará expropiaciones sin pago y 'estatizará las empresas imperialistas y nacionales que representen interés público -como las de automóviles, metalúrgicas y químicas-, entonces, sólo entonces, estampado eso en un programa y defendido a grito pelado entre las masas, sólo entonces -repito-, a camino seguro, esas masas dirán que ¡por fin surge una Izquierda auténtica! Cuando se haga una verdadera revolución agraria, sin pago, y con estatización de los latifundios mal explotados, no por burócratas sino colectivamente, por comités campesinos, por comunas populares, otorgando el Estado créditos sin interés y ayuda técinica gratuita, sólo entonces un programa así tendrá valor. ¡ Lo demás es puro reformismo! La entrega de la tierra debe ser a todos los campesinos, sin pago. ¿Para qué, entonces, hablamos de revolución, si ni siquiera hay viviendas pasables, caminos transitables o escuelas integrales en el campo? ¿Se ha pretendido restituir totalmente la tierra a las comunidades indígenas para su explotación colectiva, y darles ayuda estatal mediante créditos sin interés? ¡Qué esperanza! ¡El Banco del Estado ha servido para favorecer a los caballeros de horca y cuchillo! ¡Deben anularse todas las deudas contraídas por campesinos pobres y medianos, si es que, por excepción, aquél o un banco particular alguna vez les ha otorgado créditos!
¿En qué ha quedado la reforma bancaria? ¿Quién en Chile se atreve a tocarle un pelo a los Edwards, a los Kappés o a la banca extranjera que extorsiona con los nombres de González Videla y compañía?
Un programa revolucionario, que hay que gritarlo desde plazas y tribunas, pide a gritos estatizar no sólo "ENAP, sino la totalidad de la distribución de lubricantes; estatizar la electricidad, los teléfonos, expulsando todo vestigio de norteamericanos; estatizar, además de los ferrocarriles, toda la movilización colectiva rural y urbana. ¡Cómo caerían los peces gordos! ¡Cómo temblarían algunos parlamentarios que engolan la voz defendiendo al pueblo, pero que esquilman mientras tanto bajo cuerda y maman sobre ruedas de microbuses que tienen luz verde para conseguir líneas de recorrido y créditos leoninos de la banca nacional!
Gritemos: ¡Salario vital mínimo y escala móvil que refleje verdaderamente el costo de la vida; jornada móvil de horas de trabajo! Así no habría una sola fábrica parada, porque la estatización inmediata sin la indemnización jamás permitiría el cierre ni el paro forzozo. Los obreros no deben pagar por la impotencia del capitalismo, que no les dio trabajo bien remunerado a todos.
Que sea la población toda la que, bajo control proletario, participe del aumento de producción basado en la automatización y la cibernética.
Pero para esto hay que impregnarse de marxismo, de lucha antimperialista y anticapitalista.
Que se estudie Chile, de norte a sur, y que previamente se sepa en qué forma, en cada localidad, se realizarán los gobiernos populares, luchando contra el poder decrépito de gobernadores y alcaldes "chupamedias" y entregando a las organizaciones sindicales, con apoyo de campesinos y estudiantes, el programa de estatización y expropiaciones.
"¡Aux armes, citoyens!" parece recordar la Marsellesa. Que se hable de una vez por todas de un gobierno estudiantil-proletario en la universidad, en la escuela primaria, secundaria y técnica. Que se eliminen los exámenes de ingreso y egreso, como asimismo el pago de matrícula. Que se dé comida, alojamiento y transporte gratuito a todos los estudiantes. Textos gratuitos para todos y, además, estatización, sin pago, de todas las escuelas y universidades particulares.
¡Esto es un programa marxista! ¡Lo demás son puras bolitas de dulces, "son puras guías y zapallos ná"!
Plantear la carrera universitaria al servicio de la sociedad y no del bolsillo de los ambiciosos de dinero y liberalidad de sus profesiones.
Que verdaderamente se practique la libertad, en su amplia acepción, para presos políticos y sindicales; libertad de reunión, prensa, palabra, manifestaciones. Que los sindicatos todos, tengan su propia prensa; que las grandes federaciones tengan al servicio de sus propias luchas emisoras radiales y de televisión; que se derogue toda la legislación represiva para con el movimiento obrero y revolucionario, como es la maldita Ley de Seguridad Interior del Estado, que aplican los Pérez Zujovic y secuaces para acallar la protesta, la rebeldía popular. Todo esto lo harán las masas; por cierto que no lo hará el Parlamento. Para él, la admonición de Lenin en su famosa obra "El Estado y la Revolución". Que sea el Estado quien efectúe el monopolio del comercio exterior y que se abran los libros de contabilidad capitalista, ¡de doble contabilidad!, bajo el control de las masas. Sólo así será posible efectuar una verdadera revolución. ¡Los brujos de las contabilidades, a la cárcel!
Para ello es necesario que existan Tribunales Populares, disolviendo previamente todos los órganos de represión policial y militar contra las masas, con defensa del territorio nacional sobre la base de milicias territoriales y milicias obreras y campesinas, o sea, ¡el pueblo en armas!
Esto lo plantean los verdaderos marxistas, los que no aceptan bases militares, ni abiertas ni disfrazadas, como nuestra Isla de Pascua, base militar norteamericana. ¡Fuera las bases militares imperialistas de América Latina y de todo el mundo!
¿Acaso no sabemos que la ONU y la OEA son puntales, son espinas del imperialismo norteamericano clavadas en los corazones de los pueblos latinoamericanos? Y seguimos mandando burócratas y turistas a esos organismos espurios...
Llamémonos revolucionarios y planteemos el reconocimiento amplio, diplomático y comercial con Vietnam del Norte, Corea del Norte, China Popular, Cuba, Alemania del Este, y rompamos con Formo-sa y Seúl, títeres del imperialismo. ¡Expulsemos con cajas destempladas a sus diplomáticos!
¡Comerciemos con todo el mundo! Pero apoyemos también a las masas españolas y portuguesas en sus luchas contra las dictaduras de Franco y el paralítico Salazar.
Apoyemos a las colonias portuguesas en su liberación nacional. Y cuando los "Frentes Unicos Antiimperialistas y Anticapitalistas" estén en plena floración en este Chile explotado por yanquis y sabandijas del gran capital monopolista, entonces podremos hablar de una Izquierda combativa y revolucionaria. Pero cuando su consigna sólo pide "atajar a la Derecha", no está diciendo nada; sólo está ofreciendo un Mejoral para el dolor de muelas...
Cuando débilmente se ataca al Fondo Monetario Internacional y débilmente se habla de reforma urbana y bancaria, entonces se está contemporizando con el enemigo.
Cuando nadie habla de expropiación de los bienes de la Iglesia, se está contemporizando con el capitalismo más oprobioso, que es el del Vaticano.
Para que el despertar de América Latina se afiance, es necesario ir pensando en la formación de estos grandes frentes, sin los cuales, y sin la Guerra Popular, no podremos constituir los Estados Unidos Socialistas de América Latina.
¡ Lo demás es pura música celestial...!
El capitalismo mundial está en crisis, paralítico, tras tantas crisis epilépticas, convulsivas, que le están dando el R.I.P. ("requiescat in pace"). Ya la Revolución Cultural Proletaria de China movilizó al estudiantado mundial, aunque en distintas formas, pues el estudiante comprendió que su función social, en esta sociedad capitalista, consiste en servir, de soporte para que se enriquezcan otros. Ellos saben que, bajo este régimen, la ciencia y la cultura son meros soportes del capitalismo. Por eso, su revolución la están haciendo con el proletario unido a ellos. Con éste sí que coinciden. ¡Con profesores pletóricos de esclerosis mental y anemia del alma, no!
Por consiguiente, soy escéptico de las direcciones pequeño-burguesas nacionalistas, que muchas veces admite el programa de la revolución socialista, pues estimo que jamás podrán aplicarlo correctamente y a un ritmo verdaderamente dinámico. Por eso, pienso que Chile requiere, ante todo, de un partido verdaderamente revolucionario, en lo político y en lo orgánico, para desarrollar la revolución socialista.
El desarrollo de tendencias y fracciones es para mí circunstancial, pues llegará el día en que intervendrán todas las masas, las que se adueñarán de la economía y de la sociedad con su combatividad imbatible.
¡Los mesías, los héroes, al tacho!
Este fenómeno explica por qué en Chile una de cada tres personas no vota. No tienen fe en las fórmulas anquilosadas, no creen en la vía electoral para conquistar el Poder. Los cinturones rojos cada día van apretando más al decrépito capitalismo, que cree que haciendo relojes de flores, vías elevadas, un Metro, un túnel y unas cuantas avenidas con fanfarria y propaganda, entre construcciones lujosas, va a eclipsar la rebeldía popular.
¿Acaso no sabemos que más del 80% de la población chilena se refugia en viviendas que sólo tienen uno o dos cuartos insalubres para dormir, sin agua potable, sin agua corriente, sin siquiera un baño de lluvia? ¿Acaso los putrefactos capitalistas no ven que la carne es un lujo para el pueblo, como lo son el pescado y los huevos? Y no culpo de ello al actual Gobierno, pues son problemas que vienen desde la época de la Colonia. ¿No ven que el analfabetismo aumenta, pese a la cacareada construcción de algunas escuelas?
No somos anticapitalistas porque sí. Lo somos porque hemos comprobado cómo las masas vegetan en el marasmo, del cual no las sacarán ni los demagogos de Derecha ni los de Izquierda, que viven como en los rodeos a la chilena, "atajándose" para conquistar el "champion" presidencial mediante el voto.
Desde China hasta el Congo; desde Francia hasta Chile, las masas están en insurrección contra todos los aparatos y métodos de opresión y represión. A la violencia de las porras reaccionarias, se está oponiendo, en América, la resistencia de los cerebros y manos revolucionarias. No habrá CIA; no habrá F.B.I.; no habrán Cuerpos de Paz ni mercenarios del Departamento de Estado que logren acallarlas. ¡Todos esos organismos de penetración norteamericana serán aventados!
Aún más, ¿ qué importancia puede tener un Alessandri, un Tomic u otro atajador del contrario en el escenario nacional, ante las reivindicaciones que plantean millones de estudiantes y obreros junto a las banderas rojas y los retratos de Lenin, de Mao Tsetung o de Trotsky, verdaderas esperanzas del proletariado ansioso de redención?
Señor Presidente, sin ambiciones, sin otro anhelo que el de servir a la causa de los oprimidos, aprovechando la noble profesión que poseo, seguiré, anónimamente, caminando por la vida.
No habrá escapismos de especie alguna; pero sí habrá valentía para denunciar a una sociedad que se está quedando en estado fetal. Estaré metido en el caldo de cultivo social. Equivocado, según muchos; realizado, según yo.
Y a esta vieja casona, a pesar de todo, la recordaré, a veces con nostalgia. En ella pude practicar la emoción hilarante que me producían algunas intervenciones; el mutismo de quienes viven en la Luna de Valencia; el discurso para la galería o para el señor que controla en la tribuna diplomática; las votaciones secretas, con las bolas en las manos, dejando la "colorada" para abstenerse del mensaje. Recordaré el Liceo, en que las coloradas celebraban el éxito. Aquí es al revés. Recordaré el olor al agua de colonia del Senado, dejando la estela en la calle tras el Senador que se cansó toda la tarde en la Sala... de leer el diario. Añoraré las estampillas de telegramas, aprovechando las cincuenta palabras gratis para meter artículos y adjetivos que no ponemos cuando el telegrama es pagado. Del comedor nada podré decir porque, salvo rarísimas excepciones, he hecho uso de él ante un "menu" pletórico de hidratos de carbono, grasas, proteínas, condimentos y todos los derivados del alcohol etílico, amílico y propílico, que, como diría un español antiguo, "buen yantar que invita a yacer con fembra placentera"... No sé como, por tratarse de Senadores, no han incluido las afrodisíacas aletas de tiburón...
¡Esto se llama la revolución de los azafates y compoteras!
Recordaré con inmenso placer a los periodistas, a todos sin excepción, los de diarios "momios" o diarios rebeldes, máxime si un día me entregaron un Quijote como premio a la sinceridad.
Caminaré en mis recuerdos por la pieya más chica del Senado, la que tiene justo una camilla, un esterilizador y una vitrina. Allí, tantas veces, establecí un tuteo con el morbus, cuando un hijo de un funcionario o de un amigo tuvo confianza en las letras "R.P." que escribiera en un papel sobre mi firma.
Para todos estos funcionarios, de capitán a paje, una despedida cordial de un amigo invariable.
Por fin, para los Senadores, especialmente aquellos con los cuales compartí el pan, el vino y la sal de la amistad en sus hogares, aun cuando algunos están en la barricada opuesta, ya que la pelea no es con hombres sino con ideas, para todos ellos, el agradecimiento por haberme dispensado su amistad en la Sala, como presidente de la Comisión de Salud Pública y en el diario bregar parlamentario.
Ahí están mis intervenciones. Todas mías. Jamás se me hizo un discurso. Juzgue el país mi sinceridad apasionada.
Y como punto final, sólo deseo que la Mesa que presida con posterioridad a esta Corporación, considere una solicitud que año a año he venido planteando, en el curso del paseo que anualmente verificamos: el poseer un predio con piscina y jardines de esparcimiento para el personal que con tanta fidelidad nos atiende. Cualquier modesta organización posee su sede social. El Senado no la tiene. ¡No hay derecho!
Dejo planteada esta petición que, a la vez que democrática, es de toda justicia.
He dicho.
El señor
Se han formulado diversas indicaciones para publicar "in extenso" los discursos pronunciados en la hora de Incidentes de esta sesión.
El señor
Quedan para el Tiempo de Votaciones de la sesión ordinaria próxima.