Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 62
- Celebrada el 28 de febrero de 1968
- Legislatura Extraordinaria periodo 1967 -1968
Índice
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El señor
En el año 1917 salió a circulación un libro que estaba llamado a causar revuelo nacional, y que ahora ha sido objeto de un homenaje extraordinario, al reeditársele con motivo de cumplir media centuria de su aparición. La obra contenía un encendido alegato, escrito por persona docta en la materia, reprobando la indiferencia de los poderes públicos ante la educación popular. En el año de marras la cifra del analfabetismo era aterradora. Estadísticas medianamente expuestas revelaban una cuota superior al 50% de gente iletrada en la República; es decir, aquella que no había tenido contacto con la letra impresa o manuscrita, sin contar con que muchos que aparecían como alfabetos apenas podían garabatear su nombre.
El proyecto Bannen.
Cuando el año 1902 el Senadorradical don Pedro Bannen presentó en este Hemiciclo un proyecto de ley para establecer que los niños de seis a doce años de edad asistieran a las escuelas públicas a lo menos durante tres años, fueron muchas las voces que se levantaron para impugnarlo. En la exposición de motivos de su proyecto, el Senador Bannen dejó constancia de que, según el censo de 1895, el setenta y dos por ciento de la población total de Chile carecía por completo de cultura intelectual. La Comisión que lo estudió terminó recomendándolo a la Sala, con ligera variante en el número de años que hacía obligatoria la asistencia a la escuela, salvo otra enmienda que la misma comisión consideró fundamental y que consistía en reemplazar la frase "a una de las escuelas públicas del Estado" por esta otra: "a un establecimiento de instrucción en que se les proporcione la enseñanza primaria", con lo que se hacía prevalecer la influencia católica de la enseñanza. Con todo, el proyecto fue empantanado. Entre las razones más importantes que se hicieron valer para impugnarlo, lo que podríamos llamar el aspecto filosófico de la oposición, destaca la planteada por el Senador conservador señor Blanco Viel, quien sostuvo que el proyecto no se armonizaba "con el derecho que tiene todo padre de familia de proveer como mejor lo entienda a la educación de sus hijos, mandarlos si lo cree conveniente a la escuela pública, este es el derecho de los ciudadanos para educar e instruir a sus hijos". "Pero de este derecho" seguía afirmando el señor Senador "no puede arrancarse la tuición que se pretende dar al Estado sobre esos niños, sobre esos padres de familia, ni sobre esos ciudadanos". Debe tenerse en cuenta que a comienzos de este siglo, fecha del debate, el alcoholismo aprisionaba entre sus garras a la mayor parte de la clase laboral, en especial al campesinado, de manera que a esa población sumida en el vicio y en la miseria se le respetaba el derecho para educar a sus hijos como a ellos les placiese. Si el padre era analfabeto y alcohólico, lo que era común, a los hijos no les quedaba otra senda que seguir que la del autor de sus días. El desiderátum lo representaban las clases de religión Contenidas en el catecismo en uso en las parroquias, de lo que hacía excepción, naturalmente, la familia del señorito.
El educador ante el ambiente mojigato de la época.
Este ambiente mojigato tenía fatalmente que impresionar al espíritu del educador don Darío Salas. El señor Salas se había graduado en la Escuela Normal de Chillán en 1899. Nacido con vocación para la enseñanza, continuó en el Instituto Pedagógico, hasta graduarse en las asignaturas de Castellano y Francés. En 1905 fue designado para perfeccionar sus estudios en Estados Unidos de Norteamérica, donde tuvo como maestros al filósofo norteamericano John Dewey, a quien tomó como guía vocacional en su ministerio. Tradujo su obra "El Credo Pedagógico" y, con ánimo de sembrador de una nueva idea, se consagró a la divulgación en Chile de la reforma de los procesos educativos, a través de conferencias y publicaciones.
Convencido de que el sistema democrático de Gobierno impone a los ciudadanos la obligación de conocer los ideales propios y los ajenos, porque aquello de circunscribirse al círculo que nos rodea conduce a la intolerancia, que es la expresión fanática del egoísmo, encaró los problemas de la educación con una claridad de pensamiento y fuerza de convicción que llegaron a despertar la conciencia ciudadana, que era la meta que el señor Salas se había propuesto. Esta conducta lo señaló, además, como un líder indiscutible dentro del magisterio, amado y respetado.
Inquietud en 1909 por la enseñanza.
Durante la ausencia del país del señor Salas, los partidos políticos y otros grupos intelectuales habían comenzado a agitarse por el atraso en que yacía la educación pública. Desde luego, el intento legislativo del Senador Bannen encaminado a instaurar la instrucción obligatoria, hacía su camino. A fines de 1909 el Diputado demócrata señor Torrealba formuló diversas observaciones sobre el abandono de la enseñanza pública, lo que dio origen a un animado debate en el que terciaron paladines como Manuel Rivas Vicuña, Quezada Acharan, Enrique Zañartu, Alfredo Irarrázaval, Miguel Varas, Marcial Rivera, Enrique Oyarzún y Fidel Muñoz Rodríguez, todos en apoyo de la causa. Los discursos de Oyarzún y Muñoz Rodríguez fueron notables. El primero era abogado y profesor de castellano, pero en sus primeros años había preferido el magisterio a la abogacía. Por eso, tomó con calor la causa y elaboró un proyecto de ley que, a juicio del señor Salas, satisfacía las necesidades del momento, por lo que le prestó todo su apoyo.
El proyecto Oyarzún.
El proyecto Oyarzún constituía la síntetesis de medidas adoptadas por naciones que se habían preocupado de la enseñanza pública. Había sido redactado, además, con sumo cuidado para no provocar discusiones teológicas. Disponía, en resumen, la obligatoriedad de los padres o guardadores de niños, de 7 a 12 años de edad, de proporcionarles la enseñanza correspondiente, durante cuatro años de instrucción primaria en las poblaciones urbanas y tres años o tres temporadas, en las rurales, sea en escuelas públicas o en colegios particulares o en el mismo hogar, sujetando la enseñanza que se recibía en el seno de la familia a un examen ante comisiones designadas por el Estado. A los alcaldes de las municipalidades se encomendaba la facultad de castigar a los infractores con multa o prisión, salvo excusas justificadas. Consultaba también el proyecto la asistencia médicoescolar en todas las escuelas de ciudades con más de 2 mil habitantes.
El origen del concepto "laico" y la influencia del clero en Francia
La intervención del señor Oyarzún se lee todavía con agrado. Para asegurar la colaboración de los bancos conservadores que se oponían a todo concepto de obligatoriedad en la enseñanza, había empezado por eliminar el epíteto "laico" con que se complementan los programas de los partidos avanzados, pues creía que para la finalidad del proyecto era innecesario. Recordó que esta palabra apareció por primera vez en Francia, en un programa electoral de León Gambetta, cuando este ilustre político francés abogó por la implantación de la instrucción obligatoria, gratuita y laica. Aludió en seguida a la ley francesa de 1850, que bajo pretexto de una libertad de enseñanza, en la que no había querido competir el Estado, había sido entregada ésta al clero. Pero la caída del segundo imperio napoleónico y la investigación de las causas del desastre señalaron al clero, dueño de la instrucción nacional, como responsable de haber enfrentado al soldado francés rudo e ignorante, analfabeto y cegado, con el soldado alemán, vencedor en Sadowa, Sedan y Metz, más que por la táctica de Moltke, por la previsión infatigable del maestro de escuela alemán que había hecho de cada campesino un letrado y de cada obrero un artista. El resultado de esta investigación dio lugar a una campaña por la cultura nacional y terminó en la persecución de las congregaciones religiosas, a las que se les quitó el dominio de la enseñanza, la que fue declarada gratuita, laica y obligatoria, bajo el Ministerio de Freycinet. La acepción del término "laico" fue consagrada como la de un estado libre y neutral en toda prédica religiosa.
La intervención doctrinal de Muñoz Rodríguez.
La intervención de Muñoz Rodríguez tuvo un acentuado sentido doctrinario. Ello lo llevó a pasar revista a la Primera Convención del Partido, que fue presidida por don Manuel Antonio Matta, en 1888, en la que se dejó constancia de que siendo la ciencia la base de la independencia del espíritu, la enseñanza dada por el Estado debe ser esencialmente científica y tener finalidad esencialmente moral y social. Pasó luego a la de 1889, en la que se mantuvo el principio de que la instrucción pública adolecía de defectos graves: era empírica, incompleta e inconducente. Y se detuvo, finalmente, en la gran Convención de 1906, cuyas declaraciones en materia de instrucción pública glosó por completo. Se trataba de la Convención que dio al Partido Radical sentido socialista, primer paso en esta materia dado por un partido político chileno. Muñoz Rodríguez, en su inspirado discurso, fue pasando revista a la filosofía que animaba a los diversos partidos que integraban el hemiciclo, para llegar a decir: "¡Ah! Pero me encuentro ante los bancos conservadores, ante mis eternos y respetados adversarios, y oigo sus' protestas y sus argumentos en contra de lo que ellos creen un atentado contra la doctrina religiosa que constituye la fe de sus conciencias y les arrebata la independencia de sus espíritus. Y yo me pregunto: ¿Es posible que aún, en pleno siglo XX, el Partido Conservador chileno, que no alimenta idea de restauración monárquica ni pretende hacer revivir privilegios incompatibles con nuestro régimen republicano, permanezca uncido al pesado carro de la intransigencia religiosa?"
La reacción logra enterrar la segunda iniciativa a favor de la instrucción obligatoria.
Pero el proyecto Oyarzún pasó a la Comisión de Instrucción para que ésta lo considerara junto a varias otras indicaciones. Allí permaneció hasta agosto del año siguiente, en que se designó una comisión de dos miembros de cada partido, encargada de procurar un acuerdo para su despacho. Días después, los delegados conservadores se opusieron a que se gestionara una comisión mixta de Senadores y Diputados, con el propósito de estudiar juntamente el proyecto pendiente en la Cámara con otro relativo a la concesión de grados por universidades particulares, en que se ocupaba el Senado. Como los conservadores dieron a su proposición el carácter de cuestión previa cuya aceptación era indespensable, estimó del caso poner término a sus labores. En consecuencia, el proyecto de ley que había ocupado la atención de la Cámara por cerca de un año pasó a engrosar los archivos de la Corporación. Pero durante el debate había recibido fuego graneado de la reacción, que lo combatió con ideas parecidas a las expuestas en el Senado, ocho años antes, durante la discusión de la iniciativa del Senador Bannen. Se sostuvo que el proyecto constituía un atentado contra los derechos del padre, quien podía facilitar o impedir la instrucción de sus hijos; que establecía una injustificada restricción de la libertad individual, una indebida intromisión del Gobierno en asuntos que se estimaban no eran de su incumbencia. Y así se cayó en la tremenda paradoja de que el Estado podía llamar a los ciudadanos a la conscripción militar para que atendieran a su conservación, pero no podía legislar a favor de la niñez ni de la ciudadanía analfabeta para sacarlas de su condición subhumana.
El problema social y los escritos del Profesor Venegas.
Conviene anotar que ya despuntaban en Chile los albores del devenir social. En Valparaíso y en el norte se habían producido grandes huelgas reivindicatorías de derechos sociales, sostenidas con duro sacrificio por las clases trabajadoras. Habían quedado en descubierto la situación paupérrima del campesinado y la explotación del trabajador de la pampa salitrera. Mucha gente que, desde los campos, había ido a la pampa en procura de mejor condición, se encontraba frente al fenómeno del que, huyendo de las llamas, caía en las brasas. Pero la clase acomodada discutía la existencia de lo que se había dado en llamar la cuestión social, y atribuía la inquietud que prendía en la masa laboral a la presencia de agitadores. Fue entonces cuando aparecieron las cartas del doctor Valdés Cange, seudónimo del profesor Alejandro Venegas, dirigidas al Presidente de la Repúblicadon Pedro Montt y que un año después profundizó en su libro "Sinceridad, Chile íntimo en 1910", donde el sumario de sus observaciones puede servir de suficiente base de autopsia colectiva. Analizaba Venegas, a la sazón director de una escuela pública en Valparaíso, el origen de nuestra crisis moral, los daños causados al país por el régimen de curso forzoso de papel moneda, la ruina de la agricultura, la decadencia de la minería, el empobrecimiento paulatino del país, la corrupción de los partidos políticos, los males en la administración de justicia y en los servicios gubernativos, el atraso de la instrucción primaria, secundaria, especial, superior y privada, la separación de la Iglesia del Estado, la degeneración de nuestra raza. El libro, de formato de unas trescientas sesenta páginas, no se limitaba a la vivisección de los males que denunciaba, sino que señalaba caminos para corregirlos.
Juicios del escritor Ricardo Donoso sobre el libro "Sinceridad".
El escritor Ricardo Donoso, en un folleto titulado la "Polémica de 1912", afirma que Venegas puso el dedo en la llaga "analizando con crudeza despiadada las lacras del organismo social, desde la organización económica hasta el régimen político, desde la crisis moral hasta la corrupción de los servicios públicos".
Más adelante, anota: "Al estudio de la situación por que atravesaba la enseñanza pública, en todas sus ramas, consagró Venegas muchas páginas de su amargo y valeroso libro. Consideraba que adolecía de un atraso general en su orientación y métodos, que existía escasa preparación en su profesorado y que no había en ella una orientación adecuada a las necesidades del país. Estimaba que la enseñanza llamada especial era inútil y que la que estaba en manos privadas, especialmente de la Iglesia, no tenía orientación ni espíritu científico, y no hacía más que fomentar la división de las clases sociales. En su opinión, el penoso panorama que ofrecía la enseñanza pública se debía a la falta de una política educacional definida, orientada en el propósito de transformar y mejorar el país".
El caso es que el ambiente público no fue propicio al examen que había hecho el profesor bajo el seudónimo de Doctor Valdés Canges. El folleto y el libro fueron retirados de la circulación por la autoridad y ahora constituyen curiosidad bibliográfica. Su autor no encontró ninguna situación expectable, como habría ocurrido en una estructura verdaderamente democrática, donde habría podido participar en el debate polémico de sus afirmaciones, lo que le hizo recluirse, hasta el fin de sus días, a la sombra de un modesto comercio, en un pueblo provinciano.
Presenciade don Darío Salas. He creído necesario hacer una débil referencia a la inquietud pública que había empezado a originarse en el comienzo de este siglo acerca del problema educacional, para remitirme ahora al papel que le cupo desempeñar a don Darío Enrique Salas, aunque admito que el tema es para largo y requiere mayor versación de la que me asiste para abordarlo. Pero no es posible dejar pasar en silencio el quincuagésimo aniversario de uno de los esfuerzos más grandes realizados en el país en procura de la solución educacional chilena.
Sus observaciones sobre la educación en Estados Unidos.
Hemos dicho que el señor Salas fue comisionado en 1905 para perfeccionar sus estudios en Norteamérica, donde a fines del subsiguiente se gradúa de doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Educador de verdad, enamorado de la profesión que abraza, su paso por la República del Norte sirvió para pulir su personalidad. A poco de restituirse al país publicó un texto, "La Educación en los Estados Unidos de Norteamérica", donde pasa revista a los métodos puestos allá en práctica. Lo primero que le sorprende es la descentralización de la enseñanza. Desde el punto de vista de la extensión territorial anota, se desenvuelven allí cuatro organizaciones, a saber: el distrito escolar, la organización más antigua y más pequeña. Debe su origen al deseo de algunas familias que viven alejadas del centro de la población y determinan establecer ellas mismas una escuela. Leyes especiales les permiten asegurar su independencia y aplicar impuestos destinados a asegurar su sostenimiento. Puede decirse que no tienen otra autoridad escolar que la reunión distrital, que se celebra anualmente, donde se examina el funcionamiento de la escuela; viene después la municipalidad (township) como comunidad escolar, que asegura el funcionamiento de una "high school" (enseñanza secundaria), por lo menos en cada población de alguna importancia. La intervención municipal facilita el traslado a la escuela de los alumnos rurales; a continuación están las ciudades, que suelen reunir a varios distritos o algunas escuelas del sistema "townships", que dan vida ya a una población urbana superior, que establece sus propios límites. La ciudad de Nueva York, por ejemplo, mantiene el sistema escolar más completo y, al mismo tiempo, el más costoso de la Unión Americana para la atención de un presupuesto anual de instrucción pública, en sus grados elemental, secundario, normal, universitario y especial. Aparece a continuación el condado, desarrollado principalmente en los estados del sur, donde forma también una unidad gubernativa federal. De lo anterior se deduce que al Estado Central le están reservadas más propiamente facultades administrativas.
La descentralización norteamericana incorpora a la ciudadanía en la enseñanza y nivela las clases sociales.
Esta descentralización permite que el sistema escolar norteamericano cuente con los mayores recursos, porque provienen principalmente de impuestos locales y en su ejercicio está interesada la ciudadanía.
En el libro que menciono, anotó el señor Salas: "Hay países en que las escuelas son toleradas, otros en que son respetadas. En Estados Unidos se las ama, y todo el mundo cree firmemente que de ellas depende el provenir de la nación. De ahí que, sin exageración, no hay allá institución más popular que la escuela; que, sobre todo en las grandes comunas, no se escatiman los dineros para su sostenimiento; de ahí que las cuestiones educativas interesen a todos".
"Se reconoce" sigue diciendo "que el interés público en la educación es un producto de la educación. Del mismo modo hay que reconqper que el interés del pueblo norteamericano en las escuelas es, en gran parte, un producto de la escuela misma; díganlo, si no, sus cursos nocturnos, sus conferencias, sus "meetings" de madres, que la ponen en contacto directo Con el adulto, que le permiten influenciarlo directamente, y que la convierten en el hogar, no sólo de los días de la niñez, sino en el hogar de toda la vida. Ese interés nace también del hecho de que, a pesar de la diversidad de sistemas de la administración escolar, queda en todas partes en pie, como característica esencial, el gobierno de las escuelas del pueblo por el pueblo". Agrega el señor Salas: "La escuela americana, ha dicho un escritor, no es más que el pueblo americano que ha puesto escuelas".
Y continúa: "Estrechamente relacionada con el carácter nacionalista de la escuela, está la concepción de ella como la piedra fundamental de la democracia; lo que constituye el gran secreto de su éxito y su popularidad. La educación de clases es generalmente mal mirada. La escuela pública es el elemento nivelador en aquel país en que las diferencias de fortuna y de razas son tan marcadas".
Consagración propagandista de Salas. Folletos, conferencias, invocación del profesorado.
Después del libro que menciono, siguió don Darío Salas multiplicándose entre su actividad educativa y la publicación de folletos y conferencias en los centros de estudios, en la Universidad de Chile o en cualquier sitio donde la semilla de la reforma educacional podía fructificar. Es innumerable la bibliografía que deja. "La Educación Primaria Obligatoria", 1910, donde hace suyos los juicios del profesor Horne, en cuanto a que los efectos sociales, de la educación son tres: la conservación del pasado, la preservación del presente, la seguridad del porvenir. En un balance acucioso de estadísticas nacionales y extranjeras, anota lo siguiente: "Más de la tercera parte de los niños de siete a doce años de Santiago, no saben leer. ¡Qué porvenir el que nos aguarda, si no llega a ser ley este proyecto de educación obligatoria!" Se refiere al mismo proyecto de ley que después de larga discusión fue a dar al archivo por la oposición conservadora de la Cámara de Diputados y al que me he referido antes. Y rubricando lo anterior, agrega: "Chile, en 1906, aparece con menos asistencia escolar que Costa Rica, que el Uruguay, que el Paraguay, que Honduras, que Ceilán, que Jamaica, según el último "Report" del Comisionado de Educación de los Estados Unidos."
Más tarde, "Correlación de la Enseñanza Secundaria con 1as demás Ramas de la Enseñanza Pública", donde se empeña por que la escuela primaria sirva de base a la secundaria; ésta, a las superiores, y las distintas enseñanzas especiales arranquen, según su grado, a alturas diferentes pero fijas, del tronco común formado por la enseñanza primaría y secundaria.
Nuestra Educación y sus Deficiencias, 1913; sobre Educación Popular, conferencia dada en la Universidad de Chile en nombre del Comité Provisorio del Congreso de Educación, en el que termina con una invocación al profesorado: "Deberéis consagraros a los niños que se os confíen, pero necesitáis habituaros a dedicar parte de vuestro tiempo y de vuestras fuerzas, a la salvación de los grandes, menos felices que vosotros. Os será fácil, si así lo hacéis, dejaros vuestra ventanita abierta al mundo; alcanzarán por ellas hasta vosotros la queja del que sufre, la sombra del hogar malsano y pobre, la súplica de los que han menester luz. Y sólo cuando todo eso llegue a constituir vuestra pesadilla, os llegará también la plena conciencia de vuestros deberes y de vuestra misión social. Hasta entonces habréis sido profesores; sólo entonces comenzaréis a ser maestros".
Mantenedor de "El Año Pedagógico".
Se había impuesto don Darío Salas la obligación de hacer un balance de las actividades pedagógicas de cada año. Con el título de "El Año Pedagógico", pasaba revista al ciclo anual de las asambleas, congresos, cursos de perfeccionamiento para el profesorado, críticas y debates transcendentales referentes a la organización y a los rumbos de las instituciones escolares, divulgación de los nuevos planes y programas de estudios, popularización de las cuestiones pedagógicas, difusión de la enseñanza, mayor amplitud de la esfera de acción de las escuelas, proyectos tendientes a mejorar la situación económica del profesorado y a dar a éste garantías de estabilidad. En el correspondiente al año 1912, dedicó largo espacio a la polémica que se había producido a raíz del libro de don Francisco Encina "Nuestra inferioridad económica", que don Enrique Molina, Rector entonces del Liceo de Talca, había impugnado en una serie de tres conferencias dictadas en la Universidad, con el ánimo de rehabilitar a la enseñanza secundaria. Terció también en el debate otro educador notable, don Luis Galdames, empeñado en buscar el punto de contacto entre la educación intelectual y la económica, materia esta última sostenida por el señor Encina.
De regreso a los Estados Unidos. Beneficios que reporta a la cultura anglosajona la separación de la Iglesia del Estado.
En 1916 vuelve a los Estados Unidos, integrando esta vez la representación oficial de Chile al Primer Congreso Científico de Educación que se realizó en Washington. Tuvo nuevamente la oportunidad de meditar acerca del abandono de la educación en su patria y la resistencia que en el Congreso Nacional hallaban los proyectos de ley encaminados a hacer obligatoria la instrucción pública, y a palpar que detrás de los partidos mayoritarios de oposición estaba la Iglesia Católica. No podía ocultarse a su espíritu investigador que la amplitud educacional en los Estados Unidos tiene por fundamento la famosa enmienda constitucional de 1789, que alejó en forma absoluta las relaciones entre el Estado y la religión, confinando a esta última a los hogares y a los templos consagrados al objeto. Esta sabia disposición, que ha fortalecido a los pueblos anglosajones, también los ha librado de la presión proselitista que han sufrido los pueblos latinoamericanos, donde la Iglesia se ha convertido en competidora del Estado en materia de enseñanza y se ha valido de toda clase de recursos para mantener su predominio en el gobierno de los mismos. En estos instantes, en los Estados Unidos se abre camino la idea de erigir templos comunes para el culto, donde puedan oficiar todas las religiones, con lo que se satisface el espíritu esencialmente religioso de ese pueblo, pero no se congelan ingentes sumas en una competencia de cada iglesia para construir fastuosos edificios de periódico uso. De esta laya, los grandes recursos económicos que quedan sobrantes pueden destinarse al auxilio de los necesitados, con lo que se satisface en mejor forma la función social que impone la vida en comunidad y, sobre todo, aquellas del espíritu. Como contraste, en Chile se invierten sumas siderales en la construcción de un templo votivo en Maipo, en obedecimiento a una supuesta promesa del Padre de la Patria que no tiene sentido histórico, y en circunstancias de que son múltiples las necesidades que aquejan a las poblaciones marginales.
Su obra cumbre que lo enfrenta a la posteridad: "El Problema Nacional".
Con todo este bagaje de antecedentes, convencido de que el analfabetismo es una llaga que ofende a la comunidad y que el único remedio que admite es la instrucción
obligatoria, que tantas resistencias provoca en los espíritus reaccionarios, se afana, apremia su alma de educador y entrega a las prensas la obra que constituye la más alta clarinada a favor de la cultura de su patria: "El Problema Nacional".
En el desarrollo de sus ideas se valió de algunas agudas metáforas, destinadas a sacudir la conciencia de las clases dirigentes. Anheloso, a la vez, de paliar su mordacidad, dejó constancia de que no hacía recaer el peso de sus iras sobre nadie, porque, a su juicio, se trataba de un crimen colectivo, en el que participaba toda la generación de la época, unos como autores, otros como cómplices, y que su propósito era poner en evidencia el mal para lograr que la instrucción primaria alcanzara a todos los ciudadanos que la necesitaban. Y encarando esta responsabilidad, estampa en su libro la siguiente frase, impregnada de sentido admonitorio: "¡Un millón y seiscientos mil analfabetos mayores de seis años! ¡Colocados en fila, a cincuenta centímetros uno de otro, formarían una columna de 800 kilómetros de largo, la distancia que media entre Santiago y Puerto Montt! ¡Si desfilaran frente al Congreso Nacional en hileras de a cuatro, a un metro de distancia una de otra y marcharan a razón de 40 kilómetros por día, el ruido de sus pasos turbaría los oídos y la conciencia de nuestros legisladores durante diez días!"
Y luego, proseguía: "No son, sin embargo, simples esfuerzos de imaginación los que nos harán apreciar en toda su gravedad este problema. Pero agréguese a ellos un poco de reflexión, un poco de patriotismo, un poco de simpatía humana, y se verá que ninguna hay entre las grandes cuestiones nacionales que merezca preocuparnos como ésta del analfabetismo. Piénsese en la infancia. Ella, a quien la naturaleza hizo dependiente y económicamente irresponsable, a fin de que empleara su energía en prepararse para afrontar con éxito las situaciones futuras, vive a su propia costa, provee a necesidades ajenas, se consume en los talleres y en las fábricas y, en vez de construir su porvenir, lo destruye para siempre. Ella, a quien la naturaleza hizo plástica, tierra virgen en que todo prende y fructifica, como para facilitar la acción de los influjos favorables a su adecuado desarrollo, se deforma y aniquila en labores impropias de su organismo joven, vive expuesta a todos los contagios y a todos los estigmas y crece a merced de un medio dañino, sin otra enseñanza que la que pueden dar el hogar miserable, la taberna ruin, la calle inmunda, los camaradas corrompidos. ¡Cuánta energía, cuánto talento, cuánta virtud en potencia inutilizamos! Se diría que los hospitales, los manicomios, los asilos y las cárceles era nuestra debilidad... Las bestias son más felices que nuestros niños analfabetos: no pueden envilecerse, no pueden descender de su nivel normal tanto como el hombre del suyo, no pueden ni necesitan educarse para vivir su vida..."
Un análisis frontal al analfabetismo. La cooperación del Estado y las municipalidades. Necesidad de una educación suplementaria para incorporar a la mujer a las funciones sociales.
La obra constituye, a lo largo de sus 220 páginas, un encendido alegato a favor de la educación. Comienza por un análisis de la enseñanza primaria desde el punto de vista de la cantidad para analizar sus progresos en el aspecto cualitativo. Luego, da cifras respecto del analfabetismo y se detiene a considerar los fundamentos legales de la enseñanza obligatoria. Da su aprobación al proyecto del DiputadoOyarzún, que acepta casi en todas sus partes, lo cual lo priva de elaborar uno nuevo, y recoge, en una nota aclaratoria, la opinión de otro Honorable Diputado que, impugnando el suministro de alimentos por medio de la cantina escolar, en los casos de pobreza comprobada, decía: "Yo no acepto estas ideas porque ellas, si hubiéramos de llevarlas a la práctica, nos conduciría al más desenfrenado socialismo".
Se detiene a considerar la existencia de más de un millón de adultos analfabetos, semiletrados, adolescentes de educación incompleta, mujeres no preparadas para la función social, en favor de las cuales recomienda medios especiales de educación suplementaria. Aboga por el costeamiento mixto de la enseñanza, que se mantenía en diversos países y cuya última reforma constitucional la había introducido Suiza. Se trataba de la cooperación del Estado y de las municipalidades y señalaba varios municipios chilenos que habían colaborado con éxito. Debe tenerse en cuenta que todavía la Carta Fundamental consagra como obligación de las corporaciones cuidar de las escuelas primarias y de los demás servicios de educación que se pagan con fondos municipales, y el Senador que habla puede dar fe de que la Municipalidad de Punta Arenas mantenía en la provincia alrededor de una veintena de escuelas, cerca ya de 1930.
Conveniencia de descentralizar los cuadros directivos. Correlación entre los diversos grados de la enseñanza para acentuar una concepción democrática.
En el aspecto directivo, se pronuncia a favor de direcciones regionales para la instrucción primaria, criticando nuestro excesivo centralismo, donde los intereses locales no se hallan representados y halla campo fácil la intromisión de la política partidista. Patrocina la correlación entre los estudios primarios y los secundarios y especiales, y entre las soluciones que propone, está la continuidad entre el cuarto año primario y el primero de humanidades y entre el quinto y sexto año primarios y segundo y tercero de humanidades. Obsérvese que la proposición fue formulada hace más de medio siglo, y se pedía, en nombre de principios democráticos, según los cuales los programas del liceo debían empezar donde terminan los de la escuela primaria, estableciendo una línea recta entre la primera y segunda enseñanza. Apoyó con entusiasmo las asignaturas técnicas, como lazos de relación entre la escuela y el hogar.
Formación del magisterio mediante cursos de perfeccionamiento. El personal debe conocer las garantías que le asisten y las expectativas que tiene.
Educador por naturaleza, trató con detención el proceso de formación del personal docente, recogiendo observaciones de países más adelantados. Le parecía indispensable la creación de cursos pedagógicos, cursos de perfeccionamiento, y fijar las bases para un nuevo plan de ascensos y de sueldos, a fin de afianzar la situación moral del magisterio. "Hemos visitado" decía, "durante varios días seguidos, las oficinas de la Superintendencia de Escuelas de la ciudad de Nueva York, cuyo personal docente sube de veinte mil individuos, y las de Chicago y Filadelfia, cada una de las cuales ocupa un número de preceptores superiores al de Chile entero, y a pesar de que allí los maestros se acumulan en un radio pequeño, como es el de una ciudad, no recordamos haber visto en una de esas oficinas más preceptores que tres o cuatro a quienes despachó, una tarde, atenta pero sumariamente y a través de un mostrador, el Superintendente de las Escuelas de Chicago. Es que, en esas ciudades, las atribuciones de cada funcionario están perfectamente deslindadas, de modo que el maestro no necesita entenderse sino con su director o a lo sumo, en casos extraordinarios, con el Inspector de su Distrito, y es también que allí existe un sistema y nombramientos y ascensos, adecuado o inadecuado, pero que se cumple con estrictez; un régimen bajo el cual todo el mundo sabe qué garantías tiene y qué expectativas".
"El Problema Educacional", planteado en 1917, sigue manteniendo actualidad. La reedición de 1967, como lo estaba la de 1917, está dedicada a los señores Diputados profesores.
En resumen, "El Problema Nacional", editado en 1917, sigue siendo, a juicio de los entendidos, un libro de actualidad, razón por la cual como un homenaje al autor se le ha reeditado en 1967, al cumplir medio siglo de existencia. La reedición conserva la dedicatoria original a los Honorables Diputados profesores, "en la esperanza de que un impulso patriótico los mueva a luchar por la realización del programa esbozado en estas páginas". Contiene, además, un prólogo titulado "El legado moral de don Darío Salas", que suscribe don Roberto Munizaga Aguirre, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía y Educación, quien, declara al final, está seguro de que "los profesores de Chile ganarían mucho procurando, sobre todo en los momentos de tribulación, de confusión y de crisis, un breve reencuentro con el antiguo maestro".
El libro de Salas sacude a los partidos políticos e impulsa a la masonería a salir a la calle.
Después de los remezones que habían provocado los debates de 1902, con motivo del proyecto Bannen, y los de 1910, con la iniciativa de Oyarzún, la embestida del profesor Salas tenía que producir los efectos de un terremoto. Téngase además en cuenta que la Guerra Europea del 14 había comenzado a demoler imperios y que en la Rusia de los Zares se gestaba el movimiento revolucionario que implantaría el Gobierno marxistaleninista, lo que es interesante de anotar porque un quinquenio antes abundaban en Chile los que desconocían la existencia del problema social.
El Partido Radical se reunió y tomó acuerdos. Con la rapidez que las circunstancias exigían, en sesión del 11 de junio del 17, se presentó a consideración de la Sala un proyecto de ley, el cual, en su primer artículo, disponía que la educación primaria nacional se daría gratuitamente por el Estado o bajo la dirección de éste, a los niños, adolescentes y adultos de uno y otro sexo, y sería obligatoria en los términos que él señalaba. En la exposición de motivos se declaraba que las ideas se ajustaban al estudio que recientemente había publicado el ilustre profesor y pedagogo don Darío Salas. La proposición llevaba las siguientes firmas: Armando Quezada, Ramón Briones Luco, Pedro Aguirre Cerda, Carlos Alberto Ruiz, Exequiel Fernández, Gustavo Silva Campo, Víctor Robles, Alejandro Rosselot, Héctor Arancibia Laso, Héctor Anguita, Pablo Ramírez y Luis Aníbal Barrios.
En un folleto intitulado "Participación de la Masonería Chilena y de las Instituciones Gremiales del Magisterio en la dictación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria", de los profesores Oscar Bustos y Santiago Tejías, historiando el trámite de esta iniciativa se dice lo siguiente: "Como en oportunidades anteriores, la obstinada resistencia conservadora bloqueó esta iniciativa durante todo el período ordinario de sesiones, recurriendo a cuanto arbitrio le franqueaba el Reglamento de la Cámara, que en aquel entonces hacía inagotables los debates, pues no existía el sistema de "clausura" que hoy permite limitar las discusiones. Frente a esta actitud cerrada del conservantismo y ante la imposibilidad de sacar la Ley en la forma propuesta por los radicales, algunos Diputados del Partido Liberal, encabezados por Manuel Rivas Vicuña, que comprendían la necesidad y trascendencia de una Ley de esta naturaleza, buscaron una fórmula de transacción que permitiera su aprobación en la Cámara. Finalmente, el 23 de mayo de 1919, Pablo Ramírez, Ministro de Educación, auspició el despacho del proyecto a nombre del Ejecutivo".
Por su parte, don Fernando Pinto Lagarrigue en su obra, "La Masonería. Su influencia en Chile", suministra pormenores acerca de la actividad gastada por la Orden Masónica, cuya sede estaba entonces en la Galería de San Carlos y cuyos locales se veían concurridos de parlamentarios, profesores, funcionarios, escritores y periodistas anhelosos de oír la palabra del profesor y jefe de la Masonería, don Luis Navarrete y López, a quien cupo la orientación de un movimiento que alcanzó caracteres patrios y que reunió a estudiantes, obreros y a los más esclarecidos ciudadanos, los que asistían ora a las concentraciones públicas o a los locales de las logias.
Reencuentro de los poderes masónicos en el cincuentenario de la acción.
Ha sido natural, en consecuencia, que el cincuentenario de la publicación de "El Problema Nacional", del profesor don Darío Salas, encontrara eco en los talleres blasónicos y se le rindiera un homenaje.
En un breve comunicado, el Departamento de Acción Masónica ha dicho que el libro escrito en 1917 por don Darío Salas influyó notablemente en la dictación de la ley de Instrucción Primaria Obligatoria, en 1920.
Después de referirse a las observaciones recogidas de la prensa de la época, todas elogiosas para el señor Salas, declara que el autor de esta gran obra "era un francmasón sencillo, modesto, estudioso, visionario, gran benefactor de la Patria".
Y agrega:
"La ciudadanía chilena es deudora de gratitud para con este hombre magnánimo por su vida y sus obras. Nosotros también les somos deudores porque supo llevar a la práctica nuestros principios y supo enaltecer la doctrina de la Orden Masónica".
"De él podemos decir lo que él mismo escribiera en cierta oportunidad: "Hay quienes, faltos de un gran propósito que anime su existencia, pasan por el mundo sin sembrar nada digno de cosecharse, ni una idea, ni un ejemplo: de esos se puede decir que han muerto, que han pesado del polvo al polvo. Hay otros que han sembrado a manos llenas semillas que han de fructificar en el futuro, que han dejado fuentes de inspiración, que han sido ejemplo. Estos, aunque la historia olvide sus nombres, no mueren, no pasan del polvo al polvo, pasan del polvo a la inmortalidad; se transforman de obreros, en fuerza viva que los reemplaza eternamente en su tarea".
"Darío Enrique Salas es un inmortal por su vida ejemplar y por su obra que fructifica constantemente en todos cuantos como él aman a los niños y trabajan por su mejor educación"."
Notas recordatorias en homenaje al insigne educador.
Los homenajes que el desaparecimiento del señor Salas provocó, dieron oportunidad a la exteriorización de sentimientos de respeto y afecto. Hubo memoria de prueba para optar al título de profesor de Estado, que se concretó a su vida y obra. Los alumnos del Instituto Pedagógico, representados por el Centro de Pedagogía, recogieron en un folleto los mejores pensamientos. Aparece como introducción una Semblanza del Maestro, de la que es útil tomar el siguiente párrafo: "Si quisiéramos sintetizar en una palabra las actitudes y el modo de ser de don Darío Salas, no encontraríamos otra más apropiada que la que simboliza el ideal del patricio romano: gravitas. Gravedad es la conducta externa e interna, tranquilidad en el alma y compostura en el cuerpo, esta conducta que hoy día, tiempos histéricos de instintos descontrolados, apenas si se conoce". La suscribe don Arturo Valdés Phillips, como delegado de los alumnos ante la Facultad. Actualmente el señor Valdés es Diputado al Congreso Nacional.
Don José María Gálvez, su compañero de estudios, dijo de él: "La docencia chilena es deudora de gratitud a este eminente profesor, que dedicó al magisterio hasta los últimos instantes de su vida".
Don Manuel J. Ortiz, que alcanzó nombradla en la literatura chilena con "Cartas de la Aldea", y que fue su preceptor en la Escuela Normal de Chillán, afirmó: "No debió sus ascensos a la política, ni a los empeños, ni a la adulación. Estoy seguro de que jamás se abrieron sus labios para pedir un puesto y de que nunca sacrificó los dictados de su conciencia a su conveniencia personal. Surgió sencillamente en alas de su preparación profesional y de su rectitud".
El Liceo de Experimentación que lleva su nombre editó el "Ideario Pedagógico Darío E. Salas", donde dejó mención de los hechos sobresalientes de su labor profesional.
Otro gran educador, don Luis Galdames, a la sazón Decano de la Facultad de Filosofía, expresó al despedir sus restos mortales:
"Cuando dio a luz el principal de sus libros, se debatía en el Congreso desde largos años el proyecto de ley mediante el cual se implantaría en Chile la educación primaria obligatoria. Era un necesidad social y una de las conquistas más valiosas de la civilización contemporánea. Pero en el Congreso nadie se entendía. Apenas los partidos de vanguardia daban allí un paso adelante, cuando, bajo la presión de los reaccionarios, se veían obligados a dar un paso atrás. Había confusión en los políticos. Les faltaba el sentido de las realidades
"Apareció entonces el libro de Salas, "El Problema Nacional", que no era otro que el problema de la escuela para todos los chilenos. Surgió como una antorcha para guiar en la obscuridad a las columnas de avanzada. Sobre la base del proyecto con que culminaba el libro se renovaron los debates; y antes de tres años, en 1920, se tenía promulgada la ley de educación primaria obligatoria. En justicia aquella debió llamarse "la ley Salas ;. Seamos justos ahora: y en adelante llamémosla así.
"Testigo fue el que habla del regocijo con que Salas acogió la ley y de la fe que puso en ella. La saludó con un patriótico himno cuya letra compuso; de desde su cargo de jefe de la enseñanza primaria, la hizo celebrar por los escolares con auspiciosas fiestas. Su alma de maestro y, más que todo, su alma de chileno, se estremeció con fervoroso impulso.
"Veinte años transcurrieron y no lograron ver sus ojos la total aplicación de la ley. Sigamos unidos, señores, bajo el nombre de su gran propulsor, hasta obtener la redención de nuestro pueblo, mediante la culturización de las masas campesinas y urbanas."
Una coincidencia dolorosa.
El año 1941 fue fatal para una trilogía de educadores. Todos ellos fueron amigos. Todos ellos colaboraron juntos. Habían compartido las mismas bancas en el Pedagógico. Cada uno, en la esfera de acción que el destino le deparó más tarde, asistió a la enseñanza con patriótica devoción.
El primero en llegar a su ocaso fue don Darío Salas, el 15 de febrero de 1941. Siguió, en noviembre, don Pedro Aguirre Cerda, quien como Primer Magistrado de la Nación había consagrado como lema de sus actos: "Gobernar es educar". Cerró el ciclo don Luis Galdames, a fines del mismo año. Fue un rudo quebranto para la educación pública.
Don Darío Salas mereció bien de la Patria.
Por encargo especial levanto mi voz en recuerdo de una de las más grandes figuras que ha tenido el magisterio y de quien puede decirse que mereció bien de la Patria. Fue masón por ideología, y por doctrina, radical. Si sus ideas hubieran sido acogidas con la amplitud de criterio que la causa merecía, se habría servido mejor a la República, porque la cultura del pueblo asegura el progreso de una nación. Algunos servidores suelen ser recordados en las plazas o avenidas. Don Darío Salas ha encontrado sitio en el corazón de la chilenidad.
He dicho.