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Intervención
NORMATIVA SOBRE ACOSO SEXUAL EN LAS RELACIONES LABORALES. Primer trámite constitucional. (Continuación).

Autores

El señor JEAME BARRUETO (Presidente).-

Tiene la palabra la diputada señora María Rozas .

La señora ROZAS (doña María).-

Señor Presidente, durante muchos años, en mi condición de dirigenta sindical y obviamente por mi género, me encontré con que las trabajadoras no sólo no tienen las mismas condiciones y derechos que se establecen en la ley en lo relativo a la igualdad económica, sino tampoco respecto del trato.

Cuando en mi condición de dirigenta nacional planteé, hace 12 años, en un ejecutivo de la CUT la situación de acoso que estaban viviendo las trabajadoras y dirigentas sindicales, la reacción unánime de mis compañeros de trabajo fue decir: “Eso no pasa en mi organización”. Me llamó la atención que el presidente de la Confederación Textil de la época, que agrupa al 80 por ciento de los trabajadores del sector, dijera que no era problema de su área. En una asamblea nacional para ver los procesos de negociación colectiva, pedí a ese gremio que solidarizara en este tema con otros gremios, dado que las mujeres del área textil no tenían esa dificultad. La reacción del 90 por ciento de los trabajadores de ese sector fue decir que, como conducta permanente, allí se producía la mayor cantidad de abusos y de aprovechamiento de los empleadores y, en algunos casos, de los trabajadores, pero que nunca se habían atrevido a hablar del tema porque era tabú, no escuchado, ni existía en la opinión pública. Eso es lo que hoy está haciendo el proyecto: colocar en la mesa un problema que existe y del que no nos atrevemos a hablar.

Ayer escuché con atención al diputado señor Seguel , oportunidad en que aumentó mi respeto por él, porque se atrevió a decir lo que todos los hombres del país piensan pero no dicen. Él graficó de la siguiente manera lo que pasa: todos saben que en el país existe el acoso sexual, todos saben que hay un aprovechamiento de la autoridad, no sólo en contra de las mujeres, sino también de los hombres; pero, a la hora de legislar, el tema es cómo usarán esto las mujeres en contra nuestra. Sin embargo, nadie dice cómo han usado esto los hombres contra las mujeres durante toda la historia, no sólo de Chile, sino del mundo. La historia nos dice que los hombres han aprovechado la falta de protección que existe en este campo para atentar en contra de las mujeres. Y el diputado señor Seguel se preguntaba: “¿Cuántos matrimonios se pueden quebrar por este chantaje, de que hablaba el diputado señor René Manuel García ?”.

¿Les han preguntado a esas mujeres, que son casadas, cuántos matrimonios se han disuelto, cuando han confesado lo que están viviendo en su ámbito laboral? ¡Ah! Son mujeres, son de segunda categoría. Hablo en términos generales, porque también hay hombres de segunda y tercera categoría. El asunto es para los dos lados.

El punto es que, actualmente, el 40 por ciento de la masa laboral está constituido por mujeres, y voy a entregar algunas informaciones basadas en mi experiencia. Hemos llevado tres casos a los tribunales de justicia para intentar demostrar el acoso sexual. El que seguimos hasta casi el final ocurrió en la Compañía Telefónica de Chile, en la cual uno de sus gerentes de recursos humanos fue acusado de acoso sexual, como está en los documentos que obran en poder de los tribunales. Debo reconocer que hubo “preocupación” de las autoridades de esa empresa. ¿En qué terminó? La trabajadora fue trasladada a otra oficina, en la cual no pudiera vincularse con la gente, y al gerente lo subieron de grado y lo cambiaron a otra oficina. Durante cuatro años y medio esta trabajadora, que contó con el apoyo de su cónyuge, intentó demostrar su denuncia ante los tribunales, con pruebas. Fue la primera vez que se logró que los compañeros de trabajo, hombres y mujeres, solidarizaran con ella, porque era la primera que se atrevía, pero no el único caso que existía en la empresa. Por desgracia, la trabajadora tuvo una larga enfermedad, que pasó a ser prioridad y no pudo continuar el juicio. En definitiva, el caso quedó en nada.

Si me preguntan mi opinión, desde el punto de vista sindical, debo decir que el proyecto no es suficiente, no sirve, pero tiene una enorme ventaja: impedirá que se siga usando el chantaje. ¿Qué hace la dirigenta sindical para defender a sus trabajadoras? Amenaza a los jefes con decir a sus señoras lo que está pasando. Eso sucede hoy, sin ley, porque es un mecanismo de defensa, y en esta misma Cámara ha debido procederse así, respecto de algunas funcionarias que están con ciertos problemas.

No necesitan la ley para autodefenderse, pues buscan mecanismos de defensa. Pero ¿qué pasará con la futura ley? Primero, se obligará a las empresas a dictar un reglamento, con la finalidad de que los trabajadores, hombres y mujeres, entiendan que el acoso sexual no ayuda a dignificar ni crea un ambiente de relaciones laborales dignas, como dice el Código del Trabajo. Se creará una cultura de relación más humana y de mayor respeto. ¡Ese es el sentido y hacia dónde está apuntando el proyecto!

Sobre la base de la experiencia que hemos vivido, desearía que la ley fuera mucho más condenatoria y, a lo mejor, mucho más fuerte; pero entendemos también que lo que decía el diputado señor Seguel representa a mucha gente que tiene miedo de discutir estos temas.

Entonces, primero, debemos crear un ambiente y una cultura de respeto y entender que los hombres y las mujeres somos personas.

Esto nada tiene que ver con que las mujeres nos vamos a incomodar porque hay caballeros que nos lanzan piropos y son galantes. A la gran mayoría de las mujeres nos encanta que sean galantes, respetuosos, caballerosos; a nadie le puede disgustar eso, y uno entiende cuando se hace con respeto, con gallardía. A mí también me encantaría lanzar piropos a los hombres, pero por un problema cultural no lo hago. Eso no está en juego aquí, sino la falta de respeto, cuando los límites de la galantería pasan a violentarme, cuando no quiero que determinada persona realice algunas acciones. Lo mismo sucede respecto de los hombres. En definitiva, el proyecto tiene la ventaja de que la Cámara de Diputados se ha atrevido a poner en el tapete de la discusión que existe acoso sexual a las mujeres.

También me referiré al otro acoso sexual, al que sufren algunos hombres y que todavía es más denigrante. ¿Se han puesto ustedes en los pantalones del hombre que se atreve a denunciar el acoso sexual? No sólo está imposibilitado de defenderse, sino que, además, debe enfrentar los epítetos de sus compañeros, las risas y las mofas. O sea, sufre doble sanción moral por atreverse a plantear el tema.

Por ello, pido a mis colegas diputados que, dado que dieron este paso para dis-cutir el tema, no le tengan miedo al proyecto, pues se trata de regular una situación. No piensen que sólo están defendiendo a las mujeres. Pónganse en los pantalones y en los zapatos de los hombres que sufren estas situaciones, porque algunas mujeres, con más agallas, piensan que pueden actuar igual que los hombres en estos aspectos. Una sociedad con tales características no apunta a mejorar las relaciones laborales.

En el proyecto se modifica el Código del Trabajo y se crean reglamentos y mecanismos para efectuar la denuncia. A diferencia de la diputada señora Saa , que planteó aplicar multas del ciento por ciento, con el diputado señor Seguel propusimos que tales multas fueran por despido indebido. Tratamos de aprovechar la oportunidad para introducir alguna mejora en el Código del Trabajo, pero no nos resultó, pues la indicación fue declarada inadmisible.

Además de concordar con el proyecto, quiero reconocer que hubo un enorme avance al respecto. En la Comisión, donde la situación no es diferente de lo que pasa en la Sala, algunos señores diputados, que estaban absolutamente en contra del tema, porque los violentaba o incomodaba, llegaron a entender que es necesario legislar y dar una señal para iniciar un cambio cultural que no se hace por ley, pero sí puede ayudar a provocarlos.

Por otra parte, no se puede olvidar que hoy las mujeres representamos el 52 por ciento de la población del país; que somos la mayoría. En el campo laboral, representamos el 40 por ciento y se prevé que en la próxima década más del 50 por ciento del campo laboral estará cubierto por mujeres. Entonces, cuando tratemos de entender cómo aplicar leyes fundadas en el principio constitucional de “igualdad ante la ley”, este mecanismo nos puede ayudar a hacer esos cambios culturales.

En la discusión del proyecto nos encontramos con una sorpresa. Descubrimos que en la ley Nº 18.832. Estatuto Administrativo, se “prohíbe” -entre comillas- a los trabajadores pertenecer u organizarse en sindicatos en el ámbito de la Administración del Estado. Todos sabemos que hoy existe una ley que lo permite. Debido a que en la página 31 del informe aparece como rechazada por la Comisión la indicación que presentamos, en circunstancias que fue declarada inadmisible, anuncio que en los próximos días los miembros de la Comisión de Trabajo presentaremos una indicación para corregir esta traba legislativa, pues los trabajadores del sector público, por ley, tienen derecho a sindicalizarse y a organizarse, razón por la cual debe modificarse el Estatuto Administrativo.

No sólo estoy convencida de que el proyecto representa una avance y anuncio mi voto favorable, sino que, además, pido a los diputados hombres que no le tengan miedo a estos cambios culturales, porque las mujeres no juegan con el chantaje y con el abuso de poder de las leyes como lo han hecho los hombres durante toda la historia.

He dicho.

-Aplausos.

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