Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N°10
- Celebrada el 07 de abril de 2016
- Legislatura número 364
Índice
Intervención
TIPIFICACIÓN DEL DELITO DE ACOSO SEXUAL EN ESPACIOS PÚBLICOS (PRIMER TRÁMITE CONSTITUCIONAL. BOLETINES NOS 7606‐07 Y 9936‐07) [CONTINUACIÓN]
Autores
El señor
Tiene la palabra el diputado Gabriel Boric .
El señor
Señor Presidente, quiero comenzar esta intervención leyendo un texto que encontré por casualidad. Se trata de unas líneas publicadas por una mujer de Punta Arenas a través de las redes sociales. Ella, si no me equivoco, tiene treinta años.
El texto dice lo siguiente: “Mujeres y hombres, existe una diferencia gigantesca entre un “buenos días”, saludo a una distancia normal, y un “estai terrible de rica”, al oído; entre un cambio de luces de un colectivo ocupado y un vehículo a velocidad muy baja con un hombre diciendo cosas como “¿te llevo?”. Entre paréntesis, da pánico cuando se detiene e insiste. Cosas así me han pasado desde los diez años aproximadamente.
He sido acosada en la calle desde mi infancia por hombres adultos. Hoy no cambia la historia. Hace dos semanas he contado las veces en que un hombre me ha hecho sentir incómoda. En 14 días, 6 veces he vivido algo similar. Solo camino desde mi trabajo al colegio de mi hijo 15 minutos al día; recorro en bici veinte minutos de ida y veinte minutos de vuelta a mi trabajo. La gran diferencia es que estoy a meses de cumplir treinta años.
Lucho, día a día, por vivir de manera digna y mi lucha es mayor cuando tengo un hijo al cual educar. No quiero que mañana él, por ser persona con pene, se sienta con el derecho de humillar a otra persona solo porque crea que su pene le da un plus.”.
Eso –repito lo escribió ayer una mujer de la Región de Magallanes. Ella fue acosada seis veces en la calle durante dos semanas.
Yuri, 28 años; Nancy , 60 años; Juliana , 21 años; Amelia , 47 años; Nelly , 45 años; Magaly , 63 años; Silvana , 41 años; Karen , 31 años; Claudina , 42 años; Elba , 90 años; Rosario, 43 años; Magdalena , 43 años; Claudia , 36 años. Estos son los nombres de las 13 mujeres asesinadas durante 2016 como consecuencia de la violencia sistemática que se ha ejercido contra las mujeres en nuestro país.
El Sernam contabiliza solo los femicidios cometidos en el contexto intrafamiliar. Ello abre una discusión respecto de la legislación que se aplica en esta materia.
En 2013 hubo 40 muertes consumadas y 78 frustradas; en 2014, 40 y 103, respectivamente; en 2015, 45 y 112. En Magallanes y Aysén los niveles de violencia contra las mujeres son los más altos del país. Hemos sido testigos de hechos espantosos, como el de María Alvarado , quemada viva dentro de su auto, o el de Maruti Martínez , asesinada a martillazos, o el de Carola Barría, a quien su pareja, con una cuchara, le arrancó los ojos.
Muchos se preguntarán qué tienen que ver esos asesinatos con el acoso callejero. La respuesta es que el femicidio solo es la punta del iceberg de la violencia que viven las mujeres y de todos quienes se alejan de la heteronorma. En nuestro país se prohíbe interrumpir el embarazo; existe acoso sexual -situación que recientemente se ha comenzado a visibilizar, también, a partir de la denuncia de estudiantes de la Universidad de Chile-; desigualdad en los salarios y violaciones y acoso callejero, una de las formas de violencia más naturalizadas en nuestro país. Todas son expresiones de un mismo problema. En Chile a las niñas y a las jóvenes se las educa para cuidarse, para evitar que las acosen y las violen, y los hombres somos criados para no acosar, ni violar ni violentar.
Así, la responsabilidad y el cuestionamiento apuntan siempre a las mujeres. En la prensa vemos todas las semanas cómo son los “celos” los que matan a las mujeres. No olvidemos esa portada de La Cuarta que señalaba “La mató por amor”, o algo similar, o el caso de las jóvenes argentinas asesinadas, donde la prensa cuestionó el hecho de que sus padres les permitieran viajar solas.
La cultura dominante dice que en nuestra sociedad las mujeres necesitan de un hombre para no estar solas. Si deciden caminar por la calle, deberán enfrentarse a comentarios sobre su cuerpo o vestimenta, insinuaciones sexuales, toqueteos e intimidación. Lo que se esconde ahí es un cuestionamiento a que las mujeres habiten libremente el espacio público, porque, como a todos, de una u otra forma nos han enseñado que la calle no es el espacio natural para las mujeres, para las niñas. No es un lugar seguro. El lugar seguro es la casa, ojalá calladas y atentas a las necesidades de su hombre. Día a día permitimos que el espacio público les siga siendo hostil si osan frecuentarlo sin un hombre al lado.
Por ello, apoyamos este proyecto y felicitamos al Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) por la tremenda pega que ha hecho por visibilizar este tema en Chile. Ese observatorio ha logrado instalar el debate en el Congreso Nacional, donde las mujeres son minoría. También agradecemos y reconocemos el trabajo de todas las organizaciones feministas.
Señor Presidente, nos hubiese gustado que el gobierno hubiera recogido la voluntad de las organizaciones feministas en cuanto a diseñar un proyecto integral que no solo castigue el efecto de la problemática que nos convoca, sino que aborde la raíz del problema. La idea es prevenir desde la cuna, a través de la herramienta más poderosa que tenemos como sociedad: la educación.
Estamos convencidos de que ante una forma de vivir completamente privatizada, que pone en jaque día a día nuestra autonomía, en especial la de las mujeres, la respuesta de quienes queremos transformar la sociedad debe ser contundente. Debemos acabar con todas las formas de violencia de género, sin medias tintas ni en la medida de lo posible.
He dicho.