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Homenaje
HOMENAJE AL HUASO CHILENO. Proyecto de acuerdo.

Autores

El señor OJEDA (de pie).-

Señor Presidente, también creo que el huaso nació con la Patria, que contribuyó a construir nuestro Chile, que surgió junto al caballo y a la tierra madre. El huaso es el hombre de la tierra, que estuvo aquí en los albores de la Patria. Fue él, sin importar su clase social, el que forjó en la comunidad el espíritu que más tarde la hizo libre.

Sus profundos sentimientos de pertenencia a este suelo querido, que será el fundamento de la chilenidad, y el valor y la entrega de sus corazones, de sus brazos y de sus corceles, en los campos y ciudades donde se forjó la Patria, son el gran aporte al Chile grande y digno que nos dieron en herencia. No hay un símbolo ni un emblema, junto a la bandera, al escudo y a la cueca, que sea más auténtico o que identifique con mayor plenitud nuestro carácter, nuestra raza y nuestra nacionalidad, que el huaso mismo.

Es el jinete criollo chileno, es nuestro hombre que cabalga por pampas, valles y montañas, que viste y vive con su atuendo, su sombrero, su chamanto, sus botas y espuelas. Es quien hace soberanía en los más recónditos lugares del territorio nacional, desde Arica a Magallanes , y quien afianzó la chilenidad en la región austral del país Aisén, Palena y Magallanes , en cuyos campos, hasta hace diez años, se enseñoreaba el gaucho y todo lo que era ajeno a nuestra idiosincrasia. Hoy, ésa es tierra tan huasa como la colchaguina, la curicana, la osornina y la valdiviana. Las riendas en su caballo, duras e inflexibles, tomadas férreamente por el jinete, universalizan la metáfora que simboliza el manejo y la dirección en el andar. El huaso es del mundo rural, pero también es y se ve en las ciudades.

Sobre el origen de la palabra “huaso” hay muchas hipótesis, historias y discusiones. Se dice que, en quechua, el término significa “rústico”, “tosco” o “grosero”. Otros dicen que es una palabra de origen mapuche que quiere decir “espalda” o “ancas”, y que de allí vendría la costumbre de los indígenas de llamar huaso a los hombres que venían sobre un caballo. Se dice que el primer huaso habría sido Lautaro, al desmitificarse la creencia de que hombre y caballo eran un todo. Fue un soberbio impulsor del jinete de campo.

La Real Academia Española de la Lengua no lo define; lo ignora. ¡Gran omisión! La Real Academia no lo sabe todo. No sabe que existe la palabra “huaso”, como existe el charro en México, el gaucho en Argentina o el vaquero tejano. El huaso es un sello de nación y de chilenismo criollo.

El Diccionario de la Lengua define guaso con “g” como “rústico, campesino de Chile, tosco, grosero y servil”. Pero también se denomina así al individuo encogido y tímido. ¿Por qué se define al huaso de esa manera, cuando también es recio, duro, amable, sabio y creador? No podemos torcer el origen y el significado de las cosas, como no podemos falsear la historia. Así lo consideran, así está escrito, así lo entendemos. Pero hoy el concepto que se tiene del huaso es distinto.

Las primeras referencias sobre el huaso aparecen en los escritos de los cronistas del siglo XVIII. Copiemos la historia. Sigamos el ejemplo de don Alberto Cardemil , en su gran obra “El Huaso Chileno”. Los autores se refieren así al hombre o habitante del campo, destacado por su habilidad para montar a caballo, para manejar el lazo y vestir el poncho. Los entendidos nos señalan que en la vestimenta del huaso hay una mezcla de las culturas española y mapuche. Hoy, el huaso autentico, real y como concepto pletórico de chilenismo y de patria, adquiere relevancia y sí nos importa.

Son ustedes, tras cuyas vestimentas está el hombre de esfuerzo, la familia, el mundo real con sus vivencias y complejidades, el trabajo y la producción, el surco y la semilla, el tipo humano que representa valores, instituciones, usos, costumbres y relaciones de cultura específicos, una forma de ser, un modo de entender el mundo, la vida y la muerte. El jinete espiritual forjado en la dureza, pero plasmado en la caballerosidad y la galantería.

Valoro al huaso chileno con sus espuelas tintineantes, con rebencazos y relinchos de su caballo, acicateado por la huasca que agita implacable e incesantemente.

Valoro al corralero, al huaso que se aferra al animal, en fuerza y coraje, en un escenario real como es el apiñadero en la medialuna, con el novillo, con las quinchas donde debe realizarse la atajada, con los puntos buenos y los puntos malos, con la eterna espera, ante el aguaite del que debe hacer turno para competir y de ahí salir airoso, soñar con los trece puntos buenos o temer al irremediable desaire del novillo.

El huaso es historia, literatura, pintura, arte, música y artesanía. Se piensa que el rodeo chileno nació en los tiempos del gobernador García Hurtado de Mendoza, oficial de caballería altamente capacitado. Como los campos eran abiertos, el gobernador ordenó que se hicieran rodeos en la Plaza de Armas para reunir, marcar y separar el ganado. Por una ordenanza del cabildo, se hizo obligatorio el 7 de octubre de cada año, durante la festividad de San Marcos.

Con el tiempo, esta actividad comienza a tener algunas reglas. A fines del siglo XVII, se estipula que la pista en que se separa el ganado sea rectangular, con una longitud aproximada de 75 metros. Ya en esa época, quienes demostraban dominar a su caballo eran objeto de admiración.

En 1860 se impone definitivamente la medialuna, el corral deja de ser rectangular y pasa a transformarse en una circunferencia, donde se encierran treinta o más cabezas de ganado.

En 1927, durante el Gobierno de don Carlos Ibáñez del Campo, se dicta la ley que reglamenta las corridas de vacas.

En 1946 se constituye la Asociación de Criadores de Caballos, cuyo objetivo era reglamentar la crianza de caballos de fina sangre chilena y definir y controlar el rodeo. Su primer presidente fue don Alberto Echeñique Domínguez , extraordinario deportista y excepcional criador.

Desde esa fecha se organiza el campeonato nacional de rodeo llamado Champion , que se realiza todos los años en Rancagua, donde se reúnen las mejores colleras del país, ante un público desbordante y apasionado que aplaude a sus jinetes. No podemos dejar de mencionar al señor de los corrales, maestro de las riendas y jinete diestro, siete veces campeón nacional del Champion de Chile, don Ramón Cardemil Moraga , padre del querido diputado y colega Alberto Cardemil .

El 22 de mayo de 1961, bajo la firma del Presidente Jorge Alessandri Rodríguez , nace la Federación de Rodeo de Chile.

El 10 de enero de 1962 se declara al rodeo como un deporte nacional. Hoy se cuenta con 21 asociaciones, 185 clubes a lo largo del país, 200 medialunas y más de 500 medialunas particulares.

El huaso, el rodeo, la cueca, el caballo y el novillo constituyen una unidad indivisible, interdependiente, una cultura y una expresión. El huaso que baila, que zapatea y enarbola el pañuelo, las ramadas, la chicha en cacho y las empanadas, son expresiones típicas. Nacientes y antiguos conjuntos nacionales cantan y acompañan el andar del huaso, como Los Huasos del Algarrobal, Los Cuatro Huasos, Los Huasos Quincheros , transmitiendo el sentimiento y carácter del huaso mismo y aportando al folclor música y bailes típicos, como son la cueca chilena y la tonada en su más profunda y emotiva expresión.

¿Quién no ha cantado al huaso, a la china; a sus quebrantos, arrojo y valentía? Margot Loyola , ¿cuántas veces has cantado al huaso, al campo y a nuestras tradiciones? Se derivan de él tantas palabras. Su sola existencia, con su sombrero, la cinta, la chaquetilla, la faja, la camisa, los zapatos, las botas, la montura, las espuelas, las riendas y los estribos, ha multiplicado expresiones, que se han convertido en instituciones criollas, con historias, traspasado los tiempos y los lugares.

Se podrían escribir muchos libros con cada uno de estos episodios y atuendos; un lindo libro multicolor, con hojas doradas, con el huaso corralero, el huaso chileno, con un lenguaje y expresiones propias, tales como: las colleras, los apiñaderos, el toril, el arreo y el anunciador, que va desmoronando ilusiones o avivando las esperanzas en la lucha del hombre con la bestia, o de la bestia con el hombre, por los puntos. Es el huaso nuestro, de mi tierra, de mi Chile, son ustedes, son la Patria.

He dicho.

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