Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Especial N° 32
- Celebrada el 10 de agosto de 1966
- Legislatura Ordinaria año 1966
Índice
El señor
Señor Presidente, en una sesión de esta Honorable Cámara de la semana pasada, levanté mi voz en este hemiciclo, en nombre de los Diputados del Partido Comunista, para dar a conocer el verdadero estado de conmoción pública que existía en la ciudad de Rancagua y en los pueblos de la zona con motivo de la trágica muerte que encontró el recluso Jorge Cobián en el penal de Victoria.
Dije que el pueblo de Rancagua, la gente modesta y sencilla de esa heroica ciudad, desde el primer momento señaló este caso como un crimen cobarde, como un crimen premeditado perpetrado con ensañamiento y alevosía, ya que a un hombre indefenso, a un ser humano, con sus manos esposadas y con sus pies engrillados, se le torturó hasta la muerte, y después su cadáver fue colgado de una viga, para simular un suicidio. En consecuencia, se trata de un hecho extraordinariamente grave. Nadie en Rancagua ha aceptado la teoría del suicidio; porque, si se aceptara esta extraña suposición de suicidio, tendríamos que convenir en que un hombre que se encuentra esposado y con sus pies engrillados puede auto torturarse; puede fracturarse las muñecas de las manos; puede fracturarse sus pies; puede ocasionarse golpes hasta que se le produzca una conmoción cerebral; y, después, tener la tranquilidad, fuerza y discernimiento suficientes para colgarse de una viga y ahorcarse.
Hay que repetir que nadie ha creído en este extraño suicidio; porque el recluso Jorge Cobián no tenía ninguna razón para matarse; él había cumplido ya la mitad de su condena y tenía la posibilidad de que se le abrieran las puertas de la cárcel a fin de recuperar su libertad. Tenía, además, varios proyectos, incluso el de ser trasladado a Santiago. Su padre le estaba gestionando este traslado para instalarlo acá con un taller de peluquería, porque en la cárcel aprendió a cortar el pelo y a tocar la guitarra. Fue un buen compañero; así me lo han dicho los reclusos del penal de Rancagua. ¿Pero qué pasó, señor Presidente? En el mes de mayo del presente año, el señor Director General de Prisiones, don Julio de la Maza, practicó una visita a la Cárcel de Rancagua, que se encuentra en las mismas condiciones de insalubridad en que se hallan casi todos los penales de Chile: abandonados, sin talleres, sin el mínimo de comodidades que requiere la persona humana, sin ningún plan de rehabilitación ni de regeneración. Allí, los reclusos de ese penal designaron a Jorge Cobián, por ser el más letrado, porque hay que decir también que aquí nos encontramos con un caso de frustración: un muchacho que estudia hasta sexto año de humanidades en el Liceo de Rancagua, que domina el idioma inglés, no tiene dónde trabajar y va a parar después a una cárcel. Por eso sus compañeros lo designaron para que hicie sidios, que más propiamente merecen calificarse de centros de mortificación y de penuria."
Y agregaba el reo en su defensa: "Para quien conozca la cárcel de Los Ángeles, las observaciones del señor Burgos resultan pálidas ante la realidad. Toda la doctrina de que la prisión preventiva no es pena desaparece ante la realidad dolorosa en que estoy sumido desde hace seis meses, encerrado en un lugar en que ningún ser humano puede subsistir. Yo he visto en esta cárcel entrar inculpados sanos y vigorosos y los he visto salir deshechos físicamente, acabados por la enfermedad. Yo he visto aquí cómo la tuberculosis ha quebrantado para siempre vidas que eran útiles para la Patria; yo he visto cómo los hombres que permanecen aquí largos días en prisión preventiva, salen, muchos de ellos, absueltos o sobreseído, porque eran, como yo, inocentes; y esos hombres que recibieron una prisión injusta, llevan después por el resto de sus días el daño irreparable de su salud perdida para siempre; de las taras adquiridas en la cárcel; de los contagios de la tisis que después llevarán a su hogar."
Y así podría citar innumerables otros casos. Yo mismo he experimentado en carne propia esos tratamientos. Durante la dictadura de Ibáñez, en la tiranía militar de los años 24 al 31, me correspondió estar detenido en veintidós oportunidades. En una de ellas estuve trece días con los tobillos en el agua, lo que me costó siete años de cama. Soy un sobreviviente de estos desmanes carcelarios. ¿Y quién es el responsable de ellos? El sistema actual; este régimen capitalista. A ello se debe esta organización podrida de nuestra organización carcelaria. Yo hablo con conocimiento de causa, porque siento un profundo cariño por los reos, a los que defiendo desinteresadamente desde aquella época, precisamente por eso: por haber sufrido en carne propia los maltratos.
Nosotros consideramos que la cárcel chilena es una verdadera universidad del crimen. El problema del alcoholismo, de la homosexualidad y de las drogas existe en todas nuestras cárceles. Hay un libro, de Gómez Morel, un ex recluso que se transformó después en escritor: "El Río", en donde se pinta con caracteres muy nítidos la vida en un establecimiento penal chileno. Es una obra que todos los legisladores deberían leer. También hay otro libro del abogado Guillermo Toledo sobre el problema sexual de los penados.
Recuerdo, igualmente haber leído hace muchos años, en aquella época en que se encarcelaba a los dirigentes estudiantiles acusándolos de "subversivos", un artículo del doctor Gandulfo, publicado, no recuerdo si en "Claridad" o en "Juventud", que eran editados por la Federación de Estudiantes, en que se refiere al terrible problema sexual de los penados, que él analizaba como médico y por su propia experiencia, ya que estuvo varios meses preso, acusado de "subversivo", como se decía en esa época.
La alimentación de los reos es infame. O los presupuestos son insuficientes, o los contratos de los proveedores no se cumplen, o los proveedores son unos sinvergüenzas, pero el hecho es que el reo, en Chile, está mal alimentado. Si no le llevan comida de la casa, el individuo encarcelado sale enfermo, porque le dan unos porotos que parecen proyectiles, pues no pueden comerse.
Me parece que el Gobierno, si está interesado en esta materia, no sólo debe enviar un proyecto. Es indispensable que venga el señor Ministro de Justicia al Congreso Nacional para decir cuál es el plan carcelario que tiene el Gobierno y cuál es su política en esta materia. Es preciso que se abra debate sobre estos hechos; que resolvamos los problemas señalados y que aportemos nuestra experiencia.
Da pena ver que en una sesión tan importante como ésta, en la discusión de un problema que atañe también a un enorme núcleo de funcionarios, como expuso el Honorable señor Morales Abarzúa, cuyos ra presente al señor Director General de Prisiones las necesidades y penurias que se sufren en la cárcel de Rancagua. Y Jorge Cobián cumplió con esta misión que le encomendaron sus compañeros. Se acercó al señor De la Maza y le hizo presente las condiciones en que vivían los reos y al final lo invitó a que visitara su propia celda. "Señor, le dijo, aquí no vivimos como seres humanos, vivimos como animales." Estas expresiones disgustaron al Director General de Prisiones, y ellas fueron fatales para el joven Cobián, desde allí comenzó su camino hacia la muerte. Porque el Director, en vez de oírlo, en vez de escucharlo y atender ese justo reclamo, lo castigó con cinco días de encierro en su celda, a pan y agua. Luego después, se decretó el traslado de Jorge Cobián a la cárcel de Victoria, que es un penal disciplinario, como lo sabe el señor Presidente, que dirige esta sesión...
El señor
¿Me permite, Honorable Diputado? Ha terminado el tiempo del Comité Comunista.