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  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 50
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  • Legislatura Ordinaria año 1973
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Homenaje
HOMENAJE A LA REPUBLICA DE CUBA.

Autores

La señora CAMPUSANO.-

Señor Presidente, los Senadores comunistas queremos esta tarde referirnos a un hecho quo tuvo inmensa significación en el cambio del curso de la historia de un país hermano, Cuba.

Significación histórica del asalto al Cuartel Moncada.

Han transcurrido dos décadas desde la gesta heroica del 26 de julio. No fue aquello aventura ni afán de gloria, para que un puñado de mártires se entregara en brazos de la muerte. Fue el inicio de la última y gran batalla por la independencia y el punto de partida hacia un porvenir luminoso para ese pueblo que brotó de la sangre derramada generosamente, levantándose como símbolo de la dignidad latinoamericana contra el yugo y la bestialidad imperialistas.

La carta personal enviada a Fidel Castro por el Comité Central del Partido Comunista de Chile dice: A sólo 90 millas del más poderoso de los Estados imperialistas de todas las épocas, los Estados Unidos, brotaba la revolución que iba a traer el socialismo por primera vez a América. Por ello, la gloriosa acción del 26 de julio, el Asalto al Cuartel Moncada, es de una gran significación histórica para el movimiento revolucionario de toda América Latina.

El Cuartel Moncada fue testigo mudo de la historia cubana, desde cuando en 1859, se colocó su primera piedra, hasta que el pueblo en revolución lo convirtió en escuelas. Durante cien años conoció las ignominias que se vivieron en esta siniestra fortaleza, en cuyos sótanos se escondían las mazmorras que sirvieron de lugar de tortura y de muerte en vida para cientos de mambises y patriotas que los colonialistas españoles, en el afán de contener las gestas independentistas, encarcelaban. Uno de ellos fue el bravo luchador Guillermón Moneada, en quien lo que no pudieron destruir las balas españolas en decenas de combates lo lograron las húmedas celdas de aquella fortaleza.

Como no podía ser de otra manera, en 1898, casi a 90 años de nuestra gesta libertadora, la bandera española fue arriada. En su lugar se izó la de los Estados Unidos y, por tanto, Cuba continuó siendo cárcel de centenares de revolucionarios, antro de padecimientos, como también guarida de tropas ocupacionistas yanquis.

Luego les tocó el turno a los tiranos, cuya mejor expresión, además de la de lacayos del imperialismo, se manifestó en la tortura y el crimen. Machado y Batista fueron sinónimos de traición y opresión al pueblo; fueron los que mejor personificaron los intereses más reaccionarios de la clase que gobernaba a Cuba. Así como destilaron humillación y odio contra el pueblo, esta humillación y este odio, que se concentraron en lo más hondo de los patriotas cubanos, explotaron un 26 de julio, para luego proyectarse en la heroica lucha guerrillera, y posteriormente, en la victoriosa revolución.

El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber, dijo Martí. Estas palabras salpicaron, con la sangre de los mártires del Moncada, las entrañas del pueblo, de donde nació la gloriosa revolución, la primera en América, la que hizo posible la dignidad del hombre de nuestro continente. Allí, en el país que los imperialistas soñaron alguna vez sería para siempre el reducto del juego y del placer de unos cuantos acaudalados corrompidos y sus dóciles lacayuelos, hoy se levanta un pueblo de trabajo, que supo rescatar sus tierras de manos extranjeras y que marcha a paso firme bajo el estandarte de su revolución victoriosa.

Hoy Cuba es dueña de sí misma y ha vencido el subdesarrollo.

Hoy, en el Cuartel Moneada bastión de la tiranía, en donde se cometieron los más abominables crímenes y de donde Guillermón Moneada, Guiteras y Abel Santa María sintetizan varias generaciones de cubanos revolucionarios que padecieron los oprobios, se alza orgullosa una alegre ciudad escolar que fue construida en sólo 19 días, en jornadas laborales de tres turnos, con la participación de cientos de obreros, estudiantes y pueblo en general. Esta ciudad escolar tiene capacidad para 2.000 niños, que reciben enseñanza en seis escuelas primarias y una secundaria básica, y cuenta, además, con modernos comedores, instalaciones sanitarias y campos deportivos. Por sus aulas de primaria han pasado hasta la fecha más de 20.000 niños, lo que demuestra su capacidad y un aporte a la educación cubana. Donde ayer se cometieron crímenes contra los que osaban levantar su voz, donde pululaban soldados al servicio de la burguesía y el imperialismo, hoy, por las aulas, pasillos y parques, corren niños que son los hombres y mujeres del futuro comunista. Si alguien tuviera que resumir toda la grandeza que para su pueblo encierra la revolución cubana, bastaría sintetizarla en este solo hecho.

A 20 años del asalto al Cuartel Moncada y a 14 de su revolución, encontramos hoy a una Cuba dueña de sí misma y más segura de su total independencia; esa Cuba que resistió el bloqueo económico más desvergonzado que la historia de la humanidad conoce, así como el sabotaje más despiadado; esa Cuba que supo responder con energía y coraje a la invasión abierta y la invasión solapada; esa Cuba y esa revolución que soportaron las más duras embestidas del imperialismo y que, sin embargo, supieron capear con la fuerza del ideal puesta en el mañana; esa Cuba que hoy se muestra orgullosa de lo que ha sido y será capaz de ser como dueña de su propio destino. Su gesta heroica, su resistencia combatiente, son una enseñanza para el pueblo de Chile, y también nuestros enemigos deben sacar de ella sus propias conclusiones. ¡A un pueblo que está dispuesto a defender su dignidad de nación, no hay fuerza capaz de doblegarlo!

De Cuba, de sus éxitos en todo orden, de su pueblo vencedor, podríamos hablar horas y horas. Hoy sólo queremos, referirnos a uno que otro ejemplo.

En materia de vivienda, había en Cuba 400.000 familias refugiadas en barrios de indigentes nombre con que se conocían las callampas, en completo abandono, en situación de promiscuidad alarmante, con carencia total de los más primarios elementos de higiene; o sea, en verdaderos basureros humanos, característicos de todas las ciudades del mundo capitalista. Hoy día, con la aplicación de la reforma urbana, no hay un solo cubano sin casa propia. Centenares de edificios se levantaron y levantan, elevando el nivel habitacional del obrero cubano.

Las tierras que pertenecían a unos cuantos terratenientes latifundistas pasaron por entero a poder de los campesinos en virtud de la reforma agraria más profunda que se ha hecho en el continente. La vida del campesino ha ido cambiando poco a poco en estos 14 años. El bohío, símbolo del atraso, ha quedado atrás; y de sus cenizas, con la fuerza de la revolución, surgieron villas hermosas que cuentan con las comodidades más indispensables para la familia. Hoy en el campo cubano no falta trabajo, sino brazos para incorporar 300.000 hectáreas nuevas que entran cada año en actividad productiva.

En el campo de la salud, son innumerables los logros y grandes los éxitos que se han obtenido.

Antes de 1959 Cuba contaba con 97 hospitales asistenciales y con una dotación de 28.536 camas; hoy posee 241 hospitales, con una disposición de 47.825 camas. Antes de 1959 existía sólo un hospital rural, y hoy se tienen 53. En Cuba, antes de la revolución había una sola escuela de medicina; hoy existen tres. Antes de 1959 había 6 escuelas de enfermeras; hoy se tienen 23.

Tal vez el ejemplo más claro para ver a quiénes benefician los cambios esté en que la mortalidad infantil se redujo a 27,4 por cada 1.000 nacidos vivos, cifra sólo comparable con la de los países más desarrollados del mundo.

La vida de la mujer madre cambió. Nada queda de la angustia y del terror del pasado. Actualmente en Cuba el 93% de los partos se realiza en instituciones hospitalarias, y cada madre recibe un promedio de 8 atenciones antes del alumbramiento.

En materia vial, en 56 años de seudorrepública se construyeron en Cuba 10.107 kilómetros de carreteras y caminos, mientras que en sólo 13 años de revolución fueron construidos 12.043 kilómetros.

Los logros de la revolución suman y suben en el plano educativo. Ya superado el problema del analfabetismo, la sociedad cubana se apresta a escalar otros niveles de la educación superior, al mismo tiempo que presta un elevado interés a los cursos de superación obrera y campesina, hasta llegar a la instrucción profesional. La creación de nuevos institutos tecnológicos y de escuelas de formación de maestros, como el incremento permanente de miles y miles de becarios, son muestras de estos logros.

Cuba es hoy un país que desarrolla todo su potencial hidráulico, con la meta de no permitir que se vaya al mar ni una gota de agua.

La mujer que fue mantenida atada a la discriminación más inhumana durante muchas décadas, reservada para los empleos de más baja categoría, utilizada como sirvienta de las residencias burguesas o vendida en los prostíbulos como vil mercancía, fue reivindicada y dignificada por la Cuba de hoy. Ella muestra su capacidad participando con energía e inteligencia en todos los niveles de la vida económica, cultural, social y política.

Estas son algunas muestras de índices y logros que se vislumbran como hechos de un evidente desarrollo independiente. Estas son las realidades de un pueblo heroico y valiente que ha vencido el subdesarrollo y construye una nueva sociedad. Esta es, en síntesis, la historia de Cuba, que, como dijo Fidel, se está escribiendo dando la sangre de ayer, dando el sudor de hoy.

Al hablar de estos éxitos, es necesario recordar cuánto gastaron el imperialismo y los burgueses capitalistas para ocultar a la América oprimida las realizaciones de un pueblo de este continente capaz de transformar su patria y su vida. ¡Cómo pusieron al servicio de la calumnia y la mentira todo el potencial de sus medios de comunicación! Pero todo fue inútil. La realidad luminosa de la revolución cuba­na, encendida con la chispa del Moncada, fue más fuerte, y hoy alumbra el camino de la liberación de todos los pueblos que luchan contra el imperialismo y su dominación y rompen las viejas estructuras creando las herramientas unitarias y de clase para forjar su propio destino.

Como los cubanos, ¡venceremos!

Saludamos este 26 de julio, en nombre de los trabajadores chilenos, de sus organizaciones populares, de los campesinos y profesionales, de los estudiantes, de las mujeres y de los niños. Saludamos a los conductores de la revolución; al Partido Comunista y a su Secretario General y Primer Ministro, Comandante Fidel Castro, hoy en que los chilenos también marchamos con nuestra propia experiencia revolucionaria, sacudida por el odio implacable de los explotadores imperialistas y de sus sirvientes. Pero al igual que en Cuba y en Vietnam: ¡Venceremos! Porque la solidaridad mundial que se expresó con la lucha del pueblo cubano se manifiesta hoy con el combate de nuestro pueblo, y porque el pueblo chileno confía en su propia fuerza y en la solidez de sus principios.

Quiero terminar, este homenaje con las palabras que el Comité Central del Partido Comunista de Chile expresa en la carta personal que envió al Comandante Fidel Castro:

Adherimos a la celebración de este aniversario histórico en los momentos en que nuestro pueblo lucha contra los mismos enemigos a los que hubo de hacer frente el pueblo de Cuba; cuando buscamos el triunfo sobre el cerco imperialista y la conspiración reaccionaria. Ustedes fueron capaces de vencer el bloqueo, las invasiones mercenarias y la hostilización constante del imperialismo. Al igual que ustedes, los trabajadores y la clase obrera de Chile están dispuestos a librar la lucha para salir adelante, resueltos a vencer.

He dicho.

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