Labor Parlamentaria
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- Cámara de Diputados
- Sesión ordinaria N° 31
- Celebrada el 21 de abril de 1971
- Legislatura Extraordinaria periodo 1970 -1971
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Intervención Petición de oficio
PROBLEMAS DERIVADOS DE LA ESTATIZACION DE LA COMPAÑIA DE ACERO DEL PACIFICO.-OFICIO
Autores
El señor
Ofrezco la palabra.
El señor
Pido la palabra, señor Presidente.
El señor
Tiene la palabra el señor Mosquera.
El señor
Señor Presidente en la última campaña presidencial, dos de los programas eran coincidentes en varios puntos. Uno de esos puntos se refiere al problema de la estatización de algunas empresas o centros de producción para beneficio del país.
Su Excelencia el Presidente de la República, señor Salvador Allende, a través del Presidente de la Compañía de Acero del
Pacífico, comunicó al país y a los trabajadores que sería estatizada esa empresa, en diciembre del año pasado. Después continuó con la situación de la empresa de Algarrobo y de otras de la gran minería del hierro.
Estamos en antecedentes de que, dentro de pocos días, serán expropiadas otras industrias que manufacturan el acero en la provincia de Concepción. Se ha dicho que tal vez, algunas de ellas operarían a través de un sistema mixto, es decir, con capitales del Estado y de particulares.
Pero me voy a referir de preferencia al problema de la Compañía de Acero del Pacífico. Reconozco que se han tomado algunas medidas, y las comparto, bastante beneficiosas para el país, y que a los trabajadores se les ha dado alguna participación mediante la designación de dos obreros como miembros del directorio de la Compañía y de un suplente.
En enero de este año, se anunció que la Compañía de Acero del Pacífico tendría, en el período presidencial del señor Allende, una capacidad de producción, en su planta de Acero de Huachipato, del orden de los tres millones de toneladas de acero; y en la semana recién pasada, el Presidente de la Compañía, el señor Matus, ha manifestado, en la prensa de la provincia, que será invertida la cantidad de 300 millones de dólares en un complejo siderúrgico para transformar esta gran industria de Chile en una de las importantes de América latina. El señor Matus ha ofrecido también un aumento de la producción y ha pedido, para ello, colaboración a los trabajadores. Personalmente, estoy de acuerdo con lo planteado, y así lo hizo ver también el Consejo Provincial de mi Partido, en Concepción, en enero del año en curso, porque estas medidas coinciden con el programa del camarada Radomiro Tomic.
Señor Presidente, con la misma responsabilidad con que apoyamos esta iniciativa, queremos que se reciban también algunas preguntas sobre algunos problemas que se están suscitando en la. Compañía de Acero del Pacífico. Desde que empezó su estatización hasta el último conflicto de los trabajadores del acero, no se ha aumentado la producción de la CAP. En estos instantes, se encuentran más de 50 mil toneladas de acero sin ser vendidas en el país. La producción del año pasada llegó a 500 mil toneladas terminadas, las que fueron vendidas en la siguiente forma: el 90% en el mercado interno, y el 4% en el mercado externo.
Nos preocupa, pues, el hecho de que la Compañía de Acero del Pacífico no haya aumentado su producción ni podido colocar la existente. La CAP ganó el año pasado, o en el período del 1° de julio del año 1969 al 30 de junio del año 1970, de acuerdo con el ejercicio económico-financiera respectivo. 11 millones de dólares, aproximadamente. Pues bien, con bastante preocupación, dada la gravedad de la situación, vemos, que la Compañía de Acero del Pacífico lleva 11 millones de dólares de pérdida hasta estos días; y según los datos estadísticos que se tienen, cerrará, al 30 de junio, con una pérdida del orden de los 14 millones de dólares. Esto, realmente, nos preocupa.
El PresidenteFrei, al cumplir su mandato, dejó financiados y conseguidos los créditos en dólares para aumentar la producción a un millón doscientas mil toneladas. Con sorpresa, hemos visto que aún no se inicia la ampliación proyectada en este programa, en circunstancias que sólo faltaba colocar el aporte chileno para empezar a operar con dichos préstamos.
Cuando se dice que se llegará a los tres millones de toneladas en el período presidencial del señor Allende, ello nos preocupa, porque, a esta altura, ni siquiera se ha iniciado el programa de un millón doscientas mil toneladas que debiera estar terminado en el año 1974, dada la programación hecha por el Gobierno pasado.
Todo esto se pudo observar en el último conflicto laboral, ya terminado, con ocasión del cual se esgrimieron argumentos que, en definitiva, perjudicaron a loa obreros. En efecto, se les pidió un sacrificio; y fue así como los trabajadores aceptaron, en alguna medida, firmar un convenio con la Compañía Acero del Pacífico según el cual, obtuvieron un,22, un 24 y un 26%, para los sueldos y salarios: bases, y un 29,2, en convenio global, lo que hace un promedio de 24,5, en los salarios y sueldos indicados, en circunstancias que las industrias textiles de la zona, en el mismo período, en los mismos días,, y en presencia de los Ministros de Economía y del Trabajo, han concedido porcentajes superiores. La industria Oveja-Tomé otorgó un 47% para los sueldos y salarios bases, y un 60% para, el pliego global; la industria Caupolicán de Chiguayante y la fábrica Bío-Bío, textiles, ambas, concedieron un 47% para los sueldos bases, y un 57% para el pliego total; la Papelera Bío- Bío firmó con un 45%, hace algunos días porcentaje que se refiere solamente a los obreros, porque los empleados están en huelga.
Este sacrificio de los trabajadores no guarda ninguna relación con la política aplicada con el rol privado de la Compañía de Acero del Pacífico, pues él fue aumentado en un 34,9%. Ello no constituye precisamente una manera de hacer esfuerzos, si se tiene presente que las elevadísimas rentas que perciben estas personas fueron aumentadas en la mayor proporción; y, aún más, que el Presidente de la CAP y su, nuevo directorio prometieron eliminar el rol privada de la, compañía; pero dicho sistema no tan sólo sigue igual, sino que ha sida aumentado, en una proporción considerable, en, relación con los obreros y empleados de menor renta de la empresa.
Debo manifestar, con toda responsabilidad, y quiero pensar que estoy equivocado en los antecedentes que poseo, que el Presidente de la Compañía de Acero del Pacífico, don Carlos Matus, contra quien no tengo nada en lo personal, ha solicitado ser funcionario de la Compañía de Acero del Pacífico y, en seguida, un sueldo igual al del Gerente General de la empresa. ¿Sabe la Cámara cuánto gana el Gerente General? Percibe 650 millones de pesos al año. Pero la diferencia estriba en que el Gerente General, señor Flavián Levine, tiene que pagar impuestos por concepto del Global Complementario, y este nuevo Presidente de la Compañía no pagará,' durante un año entero, ningún gravamen por la alta renta que percibirá por su nuevo cargo. Aún más, el automóvil de que disponía el Presidente de la empresa y que yo conocía, como ex obrero de ella, fue reemplazado por un flamante Mercedes Benz, porque el otro era antiguo o no sé qué le encontró. Estoy de acuerdo en que los trabajadores participen en la dirección de la empresa; pero mi ex compañero de labores, Arturo Contreras, ha solicitado de la Compañía un automóvil Volvo último modelo, con chofer a la puerta.
Quiero formular estos cargos, que son de dominio público, tanto en la Compañía de Acero del Pacífico, como en las ciudades de Concepción y Talcahuano.
No es ésta la manera de pedir sacrificios a los trabajadores, de bajas rentas, mientras estos nuevos funcionarios se están dando la gran vida y haciendo economías para beneficio de sus bolsillos.
Sé que se me va a decir que estoy criticando, porque soy un amargado, al no desempeñar la dirección de la Compañía. Quiero a la CAP; en ella me formé. Conozco la calidad e inteligencia de sus técnicos. Sé que en congresos internacionales se reconoce y confirma su prestigio, avalado por una vida de trabajo. Sé del esfuerzo que ha hecho esta compañía, que era una sociedad anónima y que hoy día pertenece al Estado.
Vuelvo a repetir que estoy de acuerdo en que se estatice para mejorarla. Pero, ¿estatizar significa, para la Unidad Popular, este tipo de cosas? Lo pregunto honestamente; y, al hacerlo, no me mueve animosidad de ninguna naturaleza. Quiero saber positiva y efectivamente si se va a hacer esto o no se va a hacer lo otro.
Si estatizar significa perder doscientos millones de escudos al año para subvencionar el acero chileno, agregados los doscientos millones de escudos para la energía eléctrica y el petróleo -acabo de leer en la prensa que se va a subvencionar a la locomoción colectiva en cien millones de escudos- y significa convertir a Chile en país de bonificaciones, creo que estatizar es el peor de los negocios, si esto no lo tomamos con la responsabilidad con que los democratacristianos concebimos la estatización de industrias importantes en la infraestructura de un país. Estamos de acuerdo con estatizar grandes empresas para el desarrollo de la economía del país; pero postulamos que esto debe ser realizado en forma técnica y no política. No proceder así significa perjudicar al país y a los trabajadores. Es no ser consecuente con lo que dijo el señor Salvador Allende, cuando era candidato, en una asamblea de trabajadores de la CAP: Si soy Presidente de la República, el Presidente de la compañía será elegido por la voluntad de los trabajadores. El señor Matus no fue propuesto por nadie, salvo por el Partido Comunista, es decir, por el sistema económico imperante en el país.
El señor
Eso no es cierto. No diga tonterías. -
El señor
Señor Cademártori, le ruego guardar silencio.
El señor
No es una tontería. Ojalá lo fuera, porque no deseo que se cometan con la Compañía de Acero del Pacífico los disparates que desgraciadamente estamos viendo.
Por eso, quiero pensar, y lo dije al principio de mi intervención, que desearía estar equivocado; pero estos antecedentes los estoy entregando, porque los conoce la opinión pública de mi provincia.
El señor
Su Señoría está mal informado.
El señor
Señor Cademártori, le ruego no interrumpir al orador.
El señor
Me alegraría de ello; pero quiero manifestar que los trabajadores de la Compañía Acero del Pacífico no pueden aceptar que, por un lado, se les rebajen sus remuneraciones y, por otra, se bote el dinero del país por una mala administración y, lo que es peor, por una improvisación tal que no se sabe qué es lo que se quiere frente al importante problema siderúrgico del país.
Yo soy obrero; no tengo por qué saber lo que sabe el señor Cademártori; pero tengo la obligación, como obrero, de preocuparme de que una empresa, aunque pequeña quizás, que tuvo y sigue teniendo un prestigio en el mundo entero por la calidad de sus productos, por la inteligencia y preparación de sus trabajadores, pueda ser hoy día entregada a una irresponsabilidad administrativa. Sus ingenieros y superintendentes, los que la dirigen, sus obreros y técnicos merecen respeto, un trato distinto del que están recibiendo hoy día.
Por eso he levantado mi voz hoy día en la Cámara para expresar mi preocupación. Primera vez que hablo aquí durante el Gobierno de la Unidad Popular. He callado hasta el momento, porque considero que lo mejor que debe hacer un trabajador, ante un Gobierno que ofrece solución a los problemas de los trabajadores, es mantenerse callado. Pero no puedo seguir manteniendo silencio cuando veo que una empresa de la importancia de la Compañía de Acero del Pacífico -en una época en que todo el desarrollo de un país se mide en acero- es entregada a personas que van a las asambleas de los trabajadores a pedirles sacrificios, en circunstancias que ellos ganan 650 millones de pesos al año, tienen automóvil último modelo y no trabajan por el engrandecimiento de la empresa.
Denantes hacía esta pregunta y ahora la repito: ¿Cómo es posible que existiendo un plan elaborado para aumentar la producción a 1 millón 200 mil toneladas y teniéndose ya conseguidos los dólares -sólo faltaba que la CORFO pusiera los escudos- aún no se inicie la ampliación de la CAP en su cuarta etapa? Esto tiene que preocuparme como chileno; tiene que preocuparme como parlamentario de la zona; tiene que preocuparme, porque tenemos un criterio distinto del de otras personas que creen que criticando a la Unidad Popular hacen patria. Yo no estoy en esa posición. Pero tengo también el deber de decir, con mucha responsabilidad, que los trabajadores de la Compañía de Acero del Pacífico en su último conflicto han sido engañados; porque tengo antecedentes concretos de que va a aumentar el precio del acero, y una de las principales razones que se les dieron a los trabajadores para pedirles sacrificios fue que el acero no iba a subir más, a pesar que no sube desde el 27 de diciembre de 1969. Y esta situación no puede seguir. Y se lo dijimos al Presidente de la Compañía en una respuesta que le entregaron los trabajadores democratacristianos. Señor Matus -le dijimos-, usted no puede hacer la ampliación; usted no puede ofrecer esto, si congela el precio del acero. Es imposible. Va a llevar a la quiebra total a la empresa. Es posible que estemos equivocados, pero resulta que la realidad demuestra, hoy día, que la Compañía tiene once millones de dólares de pérdida, reconocido esto por su propio Presidente durante la discusión del último pliego de peticiones presentado por los trabajadores y afortunadamente solucionado sin huelga.
Esto me preocupa y lo he planteado esta tarde aquí. Me preocupa como ex obrero y ex dirigente de los trabajadores de la Compañía de Acero del Pacífico. Me preocupa el futuro de toda la gente que labora allí y me preocupa el futuro de Chile. Esto me preocupa, camaradas, compañeros o colegas -como quieran que los llame- del Partido Comunista. Sé que mañana en El Siglo o en los diarios adictos al Gobierno se va a decir que soy un reaccionario. No, señor Presidente; eso no me alcanza. Cuando criticamos algo lo hacemos a prueba de cualquier desmentido, y lo que entrego esta tarde es a título personal, porque no tengo autorización de mi Partido.
Vuelvo a repetir: los trabajadores de la Compañía de Acero del Pacífico están molestos por la actual situación; y por eso he hablado esta tarde, para preguntarle a la Unidad Popular, entre otras cosas, si la estatización significa esto que está ocurriendo en la CAP, o si llegar al Poder significar que los convenios no se respetan, como lo pueden ratificar los trabajadores que se tomaron el edificio de la CORHABIT en Concepción, a quienes no se les han entregado las casas de acuerdo con el convenio firmado por el Gobierno pasado. Los trabajadores, los empleados de Lota Schwager tienen justamente hoy día tomado el edificio de la CORHABIT, porque no se cumplió el compromiso contraído con ellos por el Gobierno chileno, no por determinadas personas. En otras palabras: compromisos contraídos por el Estado chileno con dirigentes sindicales, hoy día son negados por la Unidad Popular. Por eso, en Concepción, un grupo de trabajadores -no sólo democratacristianos; los hay, pero no son los únicos- se tomaron el edificio de CORHABIT.
He levantado mi voz para decir estas cosas. Desearía estar equivocado, como cree el señor Cademártori; pero estos son los antecedentes que tengo y creo que la verdad está de mi lado.