Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 13
- Celebrada el 20 de noviembre de 1968
- Legislatura Extraordinaria periodo 1968 -1969
Índice
El señor
Señor Presidente, hay consenso prácticamente unánime en el país para estimar el V Congreso de la Central Unica de Trabajadores, que se inició ayer, como el torneo más grande e importante que realiza esa organización desde que se fundó en 1953. Hasta los sectores más regresivos, con un pesar natural, reconocen a esta reunión un carácter de fuerte y rica significación.
El Congreso se inauguró ayer, 19 de noviembre, en el día del sexto aniversario de una de las más duras jornadas de combate de la CUT, a la que el Gobierno del señor Alessandri respondió con la masacre de la población José María Caro, y a casi un año del impresionante paro general del 23 de noviembre de 1967, al que el régimen del señor Frei contestó también desatando una matanza en las calles de Santiago. Sin duda, las dos jornadas que se recuerdan en estos días están integradas a la lucha general de los trabajadores chilenos en la última década, en contra de la persistente política de descargar sobre ellos el peso de la inflación, por medio del sistema de congelar y recortar los reajustes anuales, que deberían ser realmente compensatorios del alza del costo de la vida.
A la perseverancia con que los Gobiernos -pese a los cambios de hombres y nombres- han estado aplicando una política económica antipopular y de inspiración en los dictados del Fondo Monetario Internacional, a partir de la funesta gestión de la Misión Klein-Saks, los trabajadores chilenos han respondido con un proceso de unidad, de ampliación y profundización de la conciencia de clases, realmente ejemplar.
El volumen de la reunión sindical.
Ese proceso ha tenido alternativas, ha sufrido períodos de baja, pero en definitiva se ha desarrollado en una línea de ascenso en verdad sólido. Pese a la hostilidad de tres Administraciones, a la persecución abierta en determinados momentos, a los mil intentos divisionistas inspirados por los enemigos del pueblo y en especial por el imperialismo, la tarea de la Central Unica se ha ido abriendo paso. Al calor de la dirección de luchas diarias, concretas, de la solidaridad con todas las batallas justas, aunque hayan sido de trajadores no adheridos a ella, la conciencia de clase se ha ido extendiendo y ganando a más y más obreros y empleados. La necesidad de organizarse y de unirse, superando la diversidad de posiciones ideológicas y políticas, se ha justificado en el combate mismo.
Y es así como hoy la Central Unica llega a un Congreso con más respaldo que nunca, integradas a su seno todas las tendencias ideológicas de nuestra vida nacional. Casi un millón de trabajadores están representados en las deliberaciones que se llevan a cabo. Cincuenta y ocho federaciones nacionales participan, por intermedio de dos mil quinientos delegados, elegidos en forma directa y democrática por las bases sindicales y gremiales.
La amplitud del Congreso constituye una demostración clara de la influencia de la CUT entre los trabajadores, de sus raíces cada día más firmes, tanto en la ciudad como en el campo. Indica que el proceso creciente de organización sindical, cuyo ritmo mayor lo ha marcado el campo en los últimos años, ha estado influido por la acción de la Central Unica. Los nuevos organismos sindicales han podido comprobar ya con su experiencia joven que la eficacia de la acción de los trabajadores organizados en la defensa de sus derechos no puede reducirse al ámbito de un sindicato por fábrica o predio, ni siquiera de un gremio, sino que tiene que coordinarse en una organización unitaria, que agrupe a todos los que viven de un sueldo o un salario, a todos los que de un modo u otro son víctimas de la explotación del hombre por el hombre que caracteriza al sistema capitalista.
Proceso de ensanche.
Y no sólo los obreros, campesinos y empleados organizados miran hacia la Central Unica y participan en su Congreso a través de delegaciones regulares. Por primera vez en la historia de la CUT, diversos sectores, que corresponden a variados planos de actividad social, irán a un torneo de los trabajadores, harán oír allí su voz y expondrán ante ellos sus inquietudes y problemas. Es el caso de la Federación da Estudiantes de Chile, de la directiva del proceso reformista de la Universidad de Chile, de los estudiantes y autoridades superiores de la Universidad Técnica del Estado, de agrupaciones de profesionales y organizaciones de pobladores.
El Congreso de la Central Unica se desarrolla en el contexto de un proceso de ensanche, multiplicación y profundización de las contradicciones que bullen en el seno de la sociedad chilena. Grandes sectores, como el campesinado, se incorporan a pasos agigantados a la vida social, económica y política del país. La conciencia de la necesidad de cambios profundos en las estructuras se extiende a capas cada día más extensas. La gente llega a comprender que no se trata ya de seguir hablando de cambios estructurales, sino de que hay urgencia inaplazable en realizarlos. Siente que las condiciones de su vida diaria, los problemas que la agobian, están ligados a un desarrollo económico insuficiente e inarmónico de un país entrabado por los frenos del latifundismo, hasta ahora sólo en mínima proporción afectado, de los monopolios nacionales y sobre todo de los consorcios extranjeros.
Sobre la base de una amplitud unitaria lograda como fruto de una larga lucha y de incesante esclarecimiento, en el marco de una sociedad preñada de inquietudes y anhelos y conmovida por la contradicción entre la necesidad de cambios profundos y el aplazamiento de éstos, se desarrolla este Quinto Congreso de la Central Unica de Trabajadores.
Necesidad de nuevas estructuras.
Es, pues, sin duda, una reunión de excepcional trascendencia. Y asumen también contornos especiales las tareas que se ha propuesto. Los temas de estudio son todos de importancia vital para la situación y la lucha de los trabajadores.
En primer lugar está el problema de la estructura del movimiento sindical. Se trata, en síntesis, de estudiar las formas para superar la atomización de la organización por industria o faena y llegar a constituir organizaciones por rama industrial. Esto significa mejores posibilidades de enfrentamiento con el sector patronal, siempre unido y solidario en sus posiciones anti-obreras, siempre respaldado por todo el peso del poder económico de la clase explotadora y de la lenidad, complicidad o indiferencia de los organismos gubernativos. En la actualidad, la organización sindical está entrabada en el país no sólo por su estructura económico-social, sino también por una legislación vetusta, dictada con maña, con el objetivo de minimizar la acción de las organizaciones laborales. Es verdad que el movimiento sindical chileno no se ha dejado llevar por el paralelismo que han tratado de imponer siempre los enemigos del pueblo. Pero también es verdad que este movimiento se encuentra excesivamente diversificado y parcializado en razón de factores ajenos a la calidad fundamental de explotado del trabajador : hay obreros, empleados, técnicos, trabajadores sindicados por plantas en una misma faena, asociaciones, uniones y federaciones que agrupan a sectores determinados dentro de una masa de obreros o empleados. De los 3.700 sindicatos del sector privado, la mitad poseen menos de 100 socios y el promedio es de 170 afiliados. Esto en los sindicatos industriales. En los profesionales, el promedio es aún más bajo, puesto que es de 100 socios, pero 75% de los sindicatos tiene menos de 100 afiliados.
Estos datos hablan con elocuencia de la necesidad de reformar las estructuras del movimiento sindical, que hoy pueden calificarse de anacrónicas e inadecuadas. El cambio debe producirse en varias direcciones. Debe tender a garantizar la eficacia de la acción sindical, para lo cual es básico terminar con la atomización, a fin de presentar frentes amplios y fuertes ante el poder y la prepotencia capitalistas. Debe tender, además, a la ampliación de la base organizada, para lo cual se imponen también ciertas reformas legales. Es sabido que el sindicalismo organizado en Chile está compuesto por alrededor de 750 mil trabajadores, lo que equivale a 34% de las personas que viven de un sueldo o un salario.
Los que quedan al margen de derechos.
Las clases explotadoras se han dado maña para mantener normas legales que impidan el acceso a la organización sindical a una serie de sectores. Es así como se prohibe la sindicación a los menores de 18 años. ¡ Y cuántas decenas de miles de muchachos menores de esa edad laboran en la industria y sobre, todo en el campo! Pues bien, ellos están condenados a la indefensión ante el poder patronal. También quedan al margen de la organización los trabajadores que laboran en faenas que ocupan menos de 25 personas. De esta disposición, de nítido contenido clasista, se valen, corno es de público conocimiento, numerosos empresarios, para burlar las leyes sobre sindicación, dividiendo sus establecimientos en talleres nominalmente separados. Hay aquí una doble injusticia: se deja indefensos a aquellos que trabajan en faenas con menos de 25 trabajadores, lo que carece de toda justificación; y se da pie para que, sin gran ingeniosidad, los patrones que tienen más trabajadores eludan la posibilidad de que éstos se organicen.
Hay todavía otros sectores que no pueden sindicarse: allí está ese vasto contingente de mujeres que literalmente se matan trabajando en costura, sin horario ni garantías de ninguna especie, ni previsión, para los grandes talleres y fábricas de ropa. Son víctimas de una explotación tan inicua como silenciosa.
Al plantear la CUT la ampliación de la base sindical y la reforma de su estructura yendo a la constitución de sindicatos por rama industrial, pone en el tapete de la discusión una cuestión fundamental cuya resolución no puede demorarse.
Reforma de la negociación laboral.
En relación estrecha con el aspecto estructural se encuentra el problema de la reforma del sistema de negociación laboral y huelga. En esta materia, también la legislación está hecha de forma tal que ilegaliza en una alta proporción la lucha de los trabajadores y esteriliza y alarga los esfuerzos a través de una tramitación lenta y pesada. La mayoría de las huelgas son ilegales en este país, en circunstancias de que todas son justas y en general persiguen un beneficio mínimo: compensar la desvalorización de las remuneraciones por efecto de la constante caída de nuestra moneda, impuesta sobre todo por el Fondo Monetario Internacional. La serie de los conflictos de tipo legal supone, por otra parte, toda una etapa de tramitación y de pérdida de tiempo tanto para los trabajadores como para los funcionarios del Servicio respectivo.
Por todo ello, la Central Unica se ha planteado como tema fundamental de estudio en su Congreso el reemplazo de los actuales mecanismos sobre conflictos colectivos del trabajo, para auspiciar la creación de Juntas Nacionales de Salarios por rama industrial. De esta manera se evita la multiplicación y el estancamiento de los conflictos y se logra una defensa más eficaz y expedita de los derechos de las agrupaciones numéricamente pequeñas de trabajadores y una uniformación y racionalización de las reivindicaciones en cada gran sector laboral.
Decisión de unidad.
Estas medidas y otras que está estudiando el Congreso de la CUT deben contribuir a dar mayor fortaleza y solidez al movimiento de los trabajadores, que afronta una situación económica cada día más grave. Desde el Congreso anterior, las clases trabajadores han estado enfrentando una ofensiva divisionista organizada, cuya cabeza visible fue el MinistroThayer, repudiado incluso por muchos militantes de su propio partido. Esta ofensiva ha sido derrotada en lo fundamental. Los intentos por romper las grandes organizaciones de trabajadores han fracasado. Las tentativas de implantar el paralelismo sindical no han prendido, pues obreros, empleados y campesinos comprenden que a la unidad de los explotadores no puede oponerse la división de los explotados. Ha avanzado la conciencia de la necesidad de desarrollar organizaciones únicas, en las empresas, servicios, y sobre todo, en las ramas industriales. Es tan firme y sólida la decisión de unidad de los trabajadores que en la actualidad no existe quien salga en defensa abierta del paralelismo sindical, como no sea uno de los padres de esa teoría, el señor Thayer.
Diferencia entre gerente y trabajadores.
Pero la batalla de los trabajadores no sólo se ha dado en estos años contra los intentos de escisión. Se ha dado y se sigue dando contra una política económica que los golpea a ellos con saña, mientras entrega nuevas expectativas y ventajas a los capitalistas. Mientras los que viven de un salario se debaten en la dificultad o en la franca miseria, recibiendo reajustes míseros que no compensan el zarpazo diario de la inflación, los dueños del capital multiplican sus riquezas. En el informe del Presidente de la CUT rendido en la inauguración del Congreso, se entregaron datos estadísticos harto decidores al respecto: "En un grupo de 66 empresas que se presentan al final de este documento, hemos podido comprobar que mientras los trabajadores recibían reajustes del 17 por ciento, las empresas reajustaban sus utilidades en 43 por ciento y aumentaban su capital y reservas en 64%. Los directores de esas empresas se reajustaron automáticamente sus remuneraciones, sin necesidad de hacer huelgas ni siquiera pliego de peticiones, en un 46 por ciento. Esto es una muestra de lo que pasa en el total de las empresas del país, suponiendo que las utilidades fueran solamente las que declaran en sus balances, y no mucho más, como sucede generalmente."
El informe al Congreso destaca también las ganancias de ciertos sectores concretos, como el bancario y el de las asociaciones de ahorro y préstamo. En este último, por ejemplo, los fondos de reserva han aumentado, de 15 millones 915 mil escudos a fines de 1966, a 26 millones 855 mil escudos a fines de 1967 y a 50 millones 566 mil escudos a julio del presente año. Este poder económico significa influencia y ventajas para los grupos que manejan las asociaciones y un negocio seguro para las firmas constructoras que funcionan, de hecho, anexas a tales organismos.
¿Redistribución de la renta?
El aumento de utilidades en el campo de las empresas extranjeras es también suculento. De 60 millones de dólares que se llevaron en 1965, subieron en 1966 a 111 millones, y en 1967, a 189. Estas cifras dan una idea de qué entienden ciertos hombres por sacrificios compartidos.
De la memoria presentada por el presidente de la CUT, se desprende que los trabajadores saben muy bien lo que está pasando en Chile. Saben muy bien, por ejemplo, que la tan mentada "redistribución de la renta" no pasó de ser frases para la galería, para que sean escuchadas, y luego, lo más pronto posible, olvidadas, pues no se pensaba cumplirlas.
En consecuencia, con ello se fijan sus perspectivas. No esperan recibir nada que no sea producto de sus propias luchas.
El anterior Congreso y éste tienen de común una consigna que ahora se remarca con vigor nuevo: unidad para los cambios.
La clase obrera, los campesinos y los empleados saben que la situación que vive Chile no se puede seguir soportando; que esto tiene que cambiar, y que los cambios se harán posibles en la medida en que ellos mismos vayan, imponiendo su realización.
La clase obrera, fuerza determinante.
Como dijo Luis Figueroa hoy en la mañana, al entregar la memoria del Consejo Directivo Nacional de la CUT, "nada cambia en lo fundamental para los que no tienen "poder de explotación"; para los "grupos asalariados", para los "trabajadores". Entonces "cualquiera diferencia de matriz ideológico entre los trabajadores queda oscurecida por la decisiva realidad de su condición de explotados, si se tiene la claridad suficiente para identificar la presión del sistema capitalista- imperialista en que vivimos." Y agregaba:
"Por tal razón, la CUT ha sido siempre una organización de clase, abierta a todos los trabajadores, independiente de los gobiernos, de los patrones y de los partidos; por tal razón, concita al odio de los reaccionarios, del capital extranjero, de la burguesía y de los terratenientes.
"Hoy tenemos el deber de impedir la continuación del estado de cosas, del inmovilismo y de la inoperancia que sólo agrava los problemas. De impedir el resurgimiento de formas aún peores de dominación de los empresarios. De abrir paso a la plena participación de los trabajadores en todos los órganos de la vida nacional, de convertir a la clase obrera en fuerza no tan sólo influyente, como hoy, sino conductora y determinante en la vida económica, social y política del país".
Saludo.
Señor Presidente, los Senadores comunistas queremos, en esta oportunidad, saludar la realización de este Congreso. Vemos en la Central Unica de Trabajadores la herramienta fundamental de lucha de los explotados, la que en definitiva, junto a todo el pueblo, por la fuerza de su unidad, hará entrar a Chile por la senda de los cambios.
Los comunistas nos identificamos con ella, con su ardoroso batallar, porque siempre e invariablemente nos hemos ubicado en las barricadas de la clase obrera y del pueblo.
El V Congreso de la CUT se anuncia como el más vasto y representativo en la historia del movimiento sindical chileno. Todas las corrientes políticas que cuentan en sus filas con trabajadores participan en la reunión. Y también, desde luego, muchos otros que carecen de filiación partidista. Los asalariados de cualquier signo tienen los mismos problemas comunes a su clase. Eso los congrega bajo una sola bandera: la unidad de cuantos viven de un sueldo y un salario.
El Partido Comunista entiende que ella, naturalmente, abarca, sin excepción, a los obreros, campesinos, empleados; asalariados de Chile, manuales e intelectuales. Saluda con viva complacencia la cohesión unitaria de este Congreso, que corresponde a largos desvelos y arroja un índice de la alta madurez alcanzada por la conciencia y la organización de los trabajadores de nuestra patria.
Sin duda, ese espíritu de unidad se cimenta en el interés presente y futuro de los diversos sectores laboriosos, en una concepción combatiente y reivindicativa de sus derechos actuales, pero también revolucionaria en cuanto a su perspectiva histórica, que mira a una profunda renovación de las estructuras vigentes.
Esta es una agitada hora de cambios en muchos órdenes de la vida social, que también exige nuevas formas de organización y lucha en los métodos de acción de los sindicatos, los cuales, a juicio de sus propios hombres, deben plasmar su trabajo en grandes entidades, modernas y coordinadas, a fin de hacer frente mejor a la embestida de sus antagonistas y explotadores.
La democracia sindical, la representatividad de las distintas fuerzas y la elección de dirigentes en proporción a su caudal de delegados, garantizarán, sin duda, que de este Congreso emergerá una Central
Unica de Trabajadores aún más unida y poderosa, que no sea departamento sindical de partido político alguno, pero, sí, estado mayor sindical de todos los trabajadores del país.
A esa fortaleza creciente concurre en esta ocasión como factor en buena parte nuevo, el aporte campesino, que se pone a tono con la historia, marchando mano a mano, hombro con hombro, con los trabajadores urbanos e industriales.
El V Congreso se celebra, pues, como una gran asamblea general de trabajadores, que cuenta con la simpatía de estudiantes, pobladores y con nuestro pueblo todo, más ligado y vinculado.
La presencia aproximada de cuarenta delegaciones de organizaciones sindicales de tres continentes revela la significación internacional de la reunión y el sitio relevante que asignan a los trabajadores chilenos sus afines, sus hermanos del mundo.