Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 12
- Celebrada el 03 de julio de 1996
- Legislatura Ordinaria número 333
Índice
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El señor MARTÍNEZ (
Señor Presidente , Honorable Cámara, distinguida familia Sandoval Vargas , querida señora Victoria, invitados especiales.
Una vez más el ciclo de la convivencia humana nos pone ante un hito crucial: la muerte del colega y, muy particularmente, del amigo. Ello no es una expresión azarosa del existir, sino que, por el contrario, es parte consustancial del proceso de la vida que nos configura entre el acontecimiento sublime y extraordinario del nacer y del ineludible y dramático instante del morir. Ambas situaciones, por excelencia, definen la condición de todo ser humano, porque entre esos dos momentos el hombre ha de realizar la tarea de vivir; forjar su existencia en la fragua de la sociedad, conquistar una personalidad y entregar un mensaje de acuerdo a su espíritu.
En este instante de homenaje intentaré evocar al ciudadano, al abogado, al hombre público y al agricultor que coexistieron en don Orlando Sandoval Vargas. La tarea no es fácil, ya que fue una figura de excepción, muy respetada y querida en los diferentes ámbitos a que lo llevó su espíritu inquieto y su personalidad comprometida con principios y valores de profundo contenido humanista.
Fue -diría- un caminante infatigable, triunfador en toda suerte de contingencias, constructor de una ruta en el ámbito dinámico de la juridicidad y del servicio público, cuyo legado forma parte de nuestra más prístina trayectoria republicana, pues su acción está entre muchos otros quehaceres que ocuparon su atención en este lugar, en su historia, en sus anales y, por qué no decirlo, en la esencia de lo que es la vida parlamentaria.
Nacido en El Carmen, comuna enclavada en los contrafuertes precordilleranos de Ñuble, el 7 de abril de 1908, hijo de la unión de don Olayo Sandoval Navarrete y de doña Elena Vargas Videla.
Cursó sus primeros estudios en la Escuela N° 6 de la ciudad natal y en el colegio de Yungay. Prosiguió sus estudios secundarios en el liceo de Chillán, donde tuvo como maestro a don Marcial Mora Miranda , quien será, con el correr de los años, su amigo y compañero de ideales políticos.
Terminados sus estudios humanísticos, el joven Sandoval Vargas ingresa a la escuela de Derecho de la Universidad de Chile, teniendo la oportunidad de ser alumno de ese carmelino ilustre que fue don Juvenal Hernández Jaque , profesor de Derecho Romano y rector del plantel laico por 20 años, con quien se uniría en amistad y en la vida pública e ideológica.
Parte de sus datos biográficos nos indican que a temprana edad, como novel estudiante, el joven Sandoval Vargas denuncia rasgos que caracterizan su existencia: un espíritu esencialmente práctico y lógico; razonador por excelencia, con un ideal de superación constante, moral e intelectual, que revelaba así una madurez poco frecuente y que sería la razón que lo llevaría muy pronto a destacar en la vida nacional.
Su hombría de bien; su actuar en la vida, con afecto, sinceridad y consecuencia; su deseo de servir, unido a un temperamento afectuoso y a una gran simpatía, se tradujeron en el aprecio de numerosos amigos y de todo un pueblo que, por 20 años, le entregó la responsabilidad de ser su representante en el Parlamento.
Fiel a sus principios, muy joven ingresó al Partido Radical y formó parte de sus organismos directivos. Fue presidente de la Asamblea Radical de Chillán y del Frente Popular Provincial, así como delegado a las convenciones del partido en Santiago, en 1931 y 1941, y en La Serena, en 1938.
En el quehacer público se caracterizó por la profundidad de sus convicciones, la pureza doctrinaria, el desinterés personal y una tajante intransigencia para defender sus postulados, por lo que no extrañó su elección como Diputado por la entonces Agrupación Departamental de Chillán, Bulnes y Yungay, en 1941, y su reelección en 1949, 1953 y 1957.
En el ejercicio parlamentario desarrolló una intensa labor, formando parte de las Comisiones de Relaciones Exteriores, de Economía y Comercio, Constitución, Legislación y Justicia; Gobierno Interior, y Agricultura y Colonización. En todas ellas demostró responsabilidad y preocupación por los diferentes y variados asuntos que interesaban al país, además de impulsar obras de progreso para la zona que representaba.
El agro, la salud, los caminos, la cultura, la preservación de nuestras tradiciones y, muy particularmente, la educación -le asignaba una función elemental en el quehacer nacional como medio o instrumento para producir mayores oportunidades, superar la pobreza y avanzar hacia una sociedad mejor- fueron áreas que concitaron su atención, producto de su formación, de sus ideales humanistas y del conocimiento y compromiso que siempre tuvo con su querida tierra.
Su brillante y extensa vida pública se nutre además de cargos tan importantes, como el de consejero de la Caja de Crédito Agrario, de la Caja de Empleados Particulares, de la Sociedad Nacional de Agricultura y de la Caja de Previsión de Ferrocarriles del Estado; ministro de Estado en la cartera de Agricultura; embajador en Bélgica y Luxemburgo y, finalmente, alcalde de su querida comuna El Carmen.
En otro contexto, su inquietud social lo llevó a formar parte de instituciones tan prestigiosas, como la Sociedad de Instrucción Primaria, del Club Hispano-chileno de Chillán, de la Liga de Estudiantes Pobres, dejando también en ellas su impronta de hombre de bien y, sobre todo, justo.
Tan variadas expresiones de un ciudadano para el que nada de lo humano le era ajeno, me inspiran decir en esta Sala que, hoy, en que no está presente, cuando el silencio ocupa su sonido y la sombra, su espacio, sigue estando la esencia de lo que fue un hombre íntegro, que en vida fue sembrando como el mejor de los agricultores la semilla de la justicia, de la igualdad de oportunidades y de la comprensión humana.
Al rendir este justo homenaje, hago llegar a la señora Victoria, a sus hijos y nietos, que hoy nos acompañan, los sentimientos de admiración, respeto y profundo cariño que brota de un hijo de Ñuble, también carmelino, quien modestamente aspira a transitar por el sendero de servicio que con esfuerzo, honestidad y consecuencia abrió don Orlando Sandoval Vargas.
Finalmente, deseo que en esta hora de recuerdo hagamos, en un homenaje, un acto de futuro: unámonos en lo fundamental, para trabajar con espíritu nacional en la construcción de mayores oportunidades, de avance y de progreso; en una palabra: laboremos por una vida mejor para nuestros compatriotas. Don Orlando, así lo hubiese querido.
He dicho.
-Aplausos.