Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 35
- Celebrada el 20 de agosto de 1968
- Legislatura Ordinaria año 1968
Índice
El señor
Señor Presidente, señores Senadores:
La valiente, esforzada y democrática República de Corea, comúnmente llamada Corea del Sur, acaba de celebrar un nuevo aniversario de su independencia nacional. Con ese motivo, los Senadores de mi partido deseamos rendir nuestro homenaje al pueblo coreano, y yo cumplo ese cometido con especial satisfacción, porque he tenido ocasión de visitar ese país recientemente y he sido testigo de la pacífica pero heroica lucha que esa gran nación está librando para realizar un acelerado progreso, al amparo de sus propias tradiciones espirituales y de las instituciones de la democracia representativa.
El pueblo coreano constituye un grupo étnico homogéneo, diferenciado de chinos y japoneses, que tuvo probablemente su origen entre los nómades de la. Mongolia y del Asia Central y que habita la península de Corea desde tiempos inmemoriales, no menos de 5.000 años. Esa península nace en el confín meridional de la Manchuria y se extiende, de norte a sur, en una longitud de 800 kilómetros, más o menos, separada, de China por el Mar Amarillo, y del Japón, por el Mar Oriental. El territorio es montañoso, pero fértil y abundante en agua, y el clima es benigno, similar al de California, aunque con fríos más pronunciados en el invierno. Tiene la península una superficie de 219 mil kilómetros cuadrados, de los cuales corresponden 120.500 a Corea del Norte y sólo 98.500 a Corea del Sur; pero en el territorio de esta última residen casi las tres cuartas partes de los coreanos, bordeando los 30 millones de habitantes, en contraste con los 10 ó 12 millones que permanecen en la región comunista.
La historia de la nación coreana, que se conoce con alguna aproximación desde los primeros siglos de la Era Cristiana, está salpicada de invasiones y dominaciones manchúes, chinas y japonesas, que significaron grandes sufrimientos para el pueblo de la península, pero que no lograron destruir su idiosincrasia nacional ni su propia cultura. Durante el siglo recién pasado, logró mantener una relativa independencia, pero ésta fue abatida por el Japón, que se anexó Corea en 1910, iniciando así la campaña expansionista que tanta sangre costaría al Asia y al mundo. Pese a la resistencia coreana, que no cesó nunca, la dominación nipona se prolongó hasta 1945, cuando, vencido el Japón por los Estados Unidos, este último país estableció en Seúl un Gobierno militar, dejando a cargo de la región norte del país a la Unión Soviética, que procedió a establecer en esa zona su sistema comunista.
En 1947, las Naciones Unidas acordaron restablecer la plena independencia y la unidad de Corea, convocando a elecciones en ambas zonas del país para el año 1948. El Gobierno comunista de Corea del Norte desacató esa resolución y los comicios sólo tuvieron lugar en Sud corea, constituyéndose una Asamblea Nacional y un Gobierno que proclamaron su establecimiento el 15 de agosto de 1948 y que fueron reconocidos por las Naciones Unidas como los únicos representantes legítimos de la nación coreana.
En junio de 1950, Corea del Norte, fuertemente auxiliada por la Unión Soviética, invadió sorpresivamente a Corea del Sur, ocupando su capital -Seúl- y obligando al ejército sud coreano, que no estaba preparado para esa emergencia, a retirarse al extremo meridional de la península. Se siguió una guerra fratricida de tres años, en que murió más de un millón de sud coreanos y en que no quedó piedra sobre piedra de la ciudad capital; paro la heroica resistencia de los invadidos y él auxilio que le prestaron las Naciones Unidas, especialmente los Estados Unidos, terminaron por desalentar al invasor, y fue así como se firmó la paz en julio de 1953, sobre la base de la partición de Corea en los dos Estados que hoy existen y que limitan en el célebre paralelo 38.
Mientras Corea del Norte quedaba en definitiva en la órbita comunista, Corea del Sur continuó su marcha ascendente por los caminos de la democracia. Como ocurre frecuentemente a las naciones que acaban de alcanzar su independencia, a principios de esta década sufrió convulsiones internas que terminaron en un breve gobierno militar; pero, en 1963, se restableció la plena normalidad constitucional, y todo hace prever que ella está afianzada definitivamente.
La República de Corea es una democracia representativa con régimen presidencial y con la debida separación de los Poderes. Las elecciones son absolutamente libres y hay dos partidos políticos principales que se disputan la mayoría y que son igualmente afectos al sistema democrático. Es de notar que en los comicios del año recién pasado, el partido de Oposición obtuvo un amplio triunfo en Seúl y Punsan, las dos mayores ciudades del país. Los parlamentarios chilenos que visitamos recientemente a Corea del Sur, no sólo tuvimos estrechos contactos con los jefes y principales personeros del partido de Gobierno, sino también con el presidente del partido de Oposición, quien nos recibió en su casa y nos expuso, con la característica franqueza coreana, las divergencias que su colectividad política mantiene con el Gobierno.
El sistema económico de la República de Corea es de empresa particular, y el Estado, junto con reservarse algunas actividades básicas y orientar la economía, estimula por todos los medios razonables la iniciativa privada. Contrariamente a lo que pudiera suponerse, los capitales son coreanos, y hay pocos países en el mundo donde se advierte menos que en Corea del Sur la presencia de extranjeros.
Desde el término de la guerra de Corea, se ha hecho un gran esfuerzo para el desarrollo educacional y económico del país, esfuerzo que ha cobrado su mayor intensidad con los planes quinquenales, inaugurados a partir del año 1962. En materia educacional, puede señalarse que en Corea, no hay analfabetismo, que más de 5 millones de niños asisten a la escuela primaria, más de 800 mil muchachos reciben instrucción secundaria y cerca de 100 mil estudian en las universidades.
En materia económica se han obtenido resultados asombrosos: las exportaciones se han multiplicado por 160 veces desde antes de la guerra de Corea; ha nacido la industria, y su producción aumenta a un ritmo promedio de 16% al año; se han-re-construido la populosa ciudad de Seúl y otras poblaciones arrasadas por la guerra ; se han construido buenas carreteras y toda clase de obras públicas; se ha formado una importante marina mercante, y, desde el año 1962 hasta la fecha, la renta nacional "per capita" ha subido casi al doble. Todavía es muy baja, pues no llega a la mitad de la nuestra, pero continúa aumentando rápidamente, a pesar de tratarse de un país superpoblado, y eso me explicó que Servan-Schreiber, en su obra "El Desafío Americano", prevea para Corea del Sur, en el año 1980, una renta nacional "per capita" similar a. la que predice para Argentina y superior a la de cualquiera otra nación asiática, salvo el Japón.
Los resultados del esfuerzo económico de Corea son tanto más notables cuanto que el país se ve obligado a mantener en pie de guerra 600 mil hombres, para evitar la agresión de los vecinos comunistas. Los gastos de defensa consumen más del 25% del presupuesto nacional y son costeados, según todas las informaciones que los parlamentarios chilenos recogimos, por la propia nación coreana.
Los parlamentarios a que me refiero -el Honorable señor Durán, los Diputados Lavandero, Morales Adriasola y Zorrilla, y el Senador que habla- estuvimos en Corea seis días, cumpliendo un intenso programa con el propósito de formarnos el concepto más aproximado que nos fuera posible acerca del país. Nos entrevistamos con el Presidente de la República; conversamos largamente, en forma sencilla y franca, con gran parte de los Ministros de Estado y de los miembros principales de la Asamblea Nacional; recorrimos muchas veces la gran ciudad de Seúl, que tiene una población de casi tres millones; fuimos a Punsan, el primer puerto; viajamos por extensas regiones agrícolas, admirablemente cultivadas; cruzamos innumerables villorrios y pueblos; visitamos varios establecimientos industriales de gran importancia, y fuimos recibidos en las guarniciones militares del paralelo 38 y de la costa sur. En todas partes vimos extraordinaria laboriosidad y gran eficiencia. Nos formamos el concepto claro de que el pueblo coreano es capaz y vigoroso, alegre y cordial, muy sobrio y muy trabajador. Es todavía un pueblo pobre, pero la pobreza está sin duda mitigada por la sobriedad de costumbres y la buena distribución de la riqueza. El desarrollo económico del país parece estar convertido en una mística nacional, que moviliza los esfuerzos y los sacrificios de toda la población.
Asimismo, nos formamos la convicción de que en Corea del Sur existen no sólo un fuerte nacionalismo, sino también una profunda unidad en los conceptos fundamentales. Los sudcoreanos conocen de cerca la situación en que se encuentran sus hermanos de la Corea comunista, y están absolutamente resueltos a defender por todos los medios posibles su propia soberanía y sus sistemas democráticos de vida y de Gobierno.
Cincuenta mil coreanos están combatiendo en la horrorosa guerra del Vietnam, y el pueblo sud coreano soporta los sacrificios y los riesgos consiguientes, porque está convencido de que el comunismo, si logra imponerse por la fuerza en Vietnam del Sur, dirigirá a corto plazo su ofensiva contra la República de Corea, la China Nacionalista y los populosos países del sur del Asia.
Entre los gobernantes y parlamentarios de la República de Corea hay vivo interés en estrechar las relaciones con los pueblos latinoamericanos, establecidas hace poco tiempo y por iniciativa de aquel país. Corea mantiene en Chile un Embajador, el distinguido hombre público señor Chu-Yung Yoon, quien está realizando una interesantísima labor para el acercamiento cultural y comercial de ambas naciones.
Vimos en Corea un pueblo en marcha; un pueblo que a pesar de ser viejo en la historia, camina hacia un porvenir mejor con un impulso vigoroso y juvenil.
Con motivo del aniversario de su independencia, le deseamos que preserve su paz, que mantenga incólumes su soberanía y sus libertades, y que alcance pleno éxito en el formidable esfuerzo que está desplegando para su desarrollo económico y su mejoramiento social.